En estos primeros días de su pontificado Francisco porta consigo nuevos aires a la Iglesia. Sus gestos y sus palabras son el rayo de sol que se posa sobre el corazón y la mente del cristiano; nos presentan una honesta, sencilla y alegre puesta en práctica del Evangelio. Naturalmente, ni ahora ni más adelante se dará una transformación de la Iglesia, pues no es ella la que debe renovarse, sino nosotros los creyentes. El Papa ha hecho algo simple, pero que parecía difícil, abrir las trabadas puertas de la Iglesia y exhortar a los católicos a salir de la capilla e ir en busca del hombre con el anuncio del Evangelio. No es que esto no se hiciese, pero hasta ahora teníamos, más bien, una “Iglesia autorreferencial, que se reduce a lo administrativo, a conservar su pequeño rebaño”, (Rubin y Ambrogetti, “El jesuita. Conversaciones con el Cardenal Jorge Bergoglio, sj.”).
“Tenemos una (oveja) en el corral y noventa y nueve que no vamos a buscar” (Rubin y Ambrogetti, “El jesuita. Conversaciones con el Cardenal Jorge Bergoglio, sj.”). En efecto, este es un error frecuente de las distintas comunidades y parroquias, al menos en Barcelona, que es la realidad de la que tengo mayor experiencia – aunque también lo he experimentado en distintas ciudades y países en los que he estado –. Existe la tendencia a recluir la fe en la vida de parroquia donde los ya convencidos se evangelizan entre sí, pero “ningún creyente puede clausurar la fe en su persona, en su clan, en su familia, en su ciudad. Un creyente es esencialmente un salidor al encuentro de otro para darle una mano” (Bergoglio, “Sobre el cielo y la tierra”). El Papa tiene clara su prioridad, una prioridad que a la vez es sencilla y humilde, nada rebuscada: la contemplación y la vivencia del Evangelio. Por eso no se cansa de repetir que la opción básica de los católicos, es “salir a la calle a buscar a la gente, conocer a las personas por su nombre […] El pastor que se encierra no es un auténtico pastor de ovejas, sino un «peinador» de ovejas, que se pasa haciéndole rulitos, en lugar de ir a buscar otras” (Rubin y Ambrogetti, “El jesuita. Conversaciones con el Cardenal Jorge Bergoglio, sj.”). (más…)