Con este escrito me dirijo a mis lectores, que no sé muy concretamente quiénes son, pero que junto a mí constituyen esa realidad biológica y ontológica denominada humanidad, la cual, sin teorías ni abstracciones, se realiza – la humanidad de cada uno de mis lectores – en la atmósfera de una determinada nación. El motivo de mi exposición son las palabras del señor Claudio Magris recogidas en el rotativo ‘La Vanguardia’, las cuales hablan del nacionalismo como un mal que se contrapone a esa metanacionalidad que es el ser ciudadano del mundo, sin más patria que la misma humanidad que se comparte con los miembros de la especie.
El señor Magris sueña “con una Europa que se convierta en un Estado verdadero” y tiene motivos razonados y razonables para aspirar a ello, pues, sin ánimo de engañarnos, las naciones y estados que constituyen Europa poseen un acervo sociocultural bastante común, como es la cultura judeocristiana y romana. Es cierto que puede hablarse de costumbres y usos europeos, pero los Estados Unidos de Europa son una fantasía en tanto que la existencia de “un Estado federal y descentrado en el que cada región tenga la autonomía necesaria a sus particularidades y exigencias” resulta inviable, y el ejemplo más claro es el centralismo exacerbado de Castilla, para la cual sólo hay una nación. (más…)