Aborto, ¿existen humanos superfluos?

Publicado: 23 diciembre, 2013 en Aborto

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Leído todo lo posible sobre el anteproyecto de Ley de protección de la vida del concebido, desde lo más racional y científico hasta lo más pasional, uno no puede si no volver sobre el concepto que resulta más problemático en el ámbito de la ética contemporánea, la dignidad del ser humano. Una exigencia moral que nos compete a todos es alcanzar una correcta comprensión de la naturaleza del hombre, tanto científica como filosófica, que de luz sobre las principales dimensiones humanas.

Alguien expresa que “partiendo cómo partimos del principio de que la inmensa mayoría de la población española es medianamente inteligente me pregunto yo qué coño –con perdón- le importará a usted señor Ministro, a la Iglesia y a la panda de fachas que pasean carteles asquerosos mientras defienden guerras que matan a niños (de los carne y hueso), lo que sale de mi coño”. Sin defender a estos últimos sujetos a los que se refiere, en especial la política de actuación de los próvida, que detesto en determinados casos por agresiva – más allá de que sean racionales y justificadas sus ideas –, este pensamiento, altamente compartido por un amplio número de personas, constata la idea de que se es persona cuando se ejerce la propia libertad. Sin embargo, esta especie de libertad, denominada ‘libertad de’, que hace especial atención y se caracteriza por la ausencia de coacción, es un sentido negativo de la libertad, pues ésta nunca es un fin en sí misma, sino el medio por el que la persona se destina en su radical apertura a la realidad, que es el sentido positivo de la libertad y que se denomina ‘libertad para’. En efecto, el hombre es dueño de sus actos, pero, y en consecuencia, también es responsable de ellos: es susceptible de recibir juicio ético al respecto. Así, la libertad no es ausencia de coacción, sino, sobre todo, es la presencia de la autoposesión y la proyección en el futuro de uno mismo – recomiendo la lectura del artículo “El hombre, de la libertad al bien común” –.

Sí y siempre sí la mujer tiene derecho a decidir cuándo quiere ser madre y si no lo quiere ser nunca. Bien distinto es cuando la mujer ya es madre, es decir, cuando está embarazada. En ese instante también puede decidir, si bien la decisión ya no descansa entre ser madre o no serlo, sino en permitir que su hijo/a pueda también decidir si quiere ser padre/madre o en poner fin a su embrionaria existencia – quien aborta no sólo es una mujer, sino una mujer que es madre –. Indudablemente puede decidir esto último, pero nunca será un derecho, porque el antes lógico y ontológico de todo derecho es la vida.

La protección de la vida del concebido escapa a toda contienda derecha-izquierda – asumo aquí la hipocresía de algunos representantes de la primera, desde la práctica del aborto en clínicas privadas a la supresión de prestaciones económicas a la dependencia; y, también, el relativismo de la segunda, que utiliza la cuestión del aborto en beneficio ideológico –. La vida del nonato merece más que caer subordinada en la ideologizada red de intereses que sólo benefician a aquellos que se denominan progresistas y conservadores. El único progreso existente y la única realidad conservadora realmente absoluta merecedora de reconocerse es el primado del hombre, que hunde su raíz en su dignidad incondicional por la que es un fin en sí mismo y no un medio o instrumento.

¿La eliminación directa y voluntaria de un ser humano es moral? Antes de apresurarnos con una respuesta recordemos que “el totalitarismo busca, no la dominación despótica sobre los hombres, sino un sistema en que los hombres sean superfluos” (Hannah Arendt, “La condición humana”). En el lenguaje llano se dice que cuando alguien se convierte en un ‘problema’ se le ‘elimina’. Hoy y siempre existen sujetos humanos que son un problema para alguien y se les elimina. Para que ello resulte fácil y carente de dilema ético – pienso en Raskolnikov, el personaje central de ‘Crimen y castigo’ – la inteligencia se encarga de transformar a estos sujetos en entes desprovistos de humanidad. Una vez convertido el nonato humano en una realidad superflua – “los primeros meses de embarazo son solo células. No es un bebé. Lo di el año pasado en biología” –, y una vez la persona vive sumergida en sí misma desatendiendo todas las demás realidades, concentrada en su ‘libertad de’, manifestará: “si me hubiese pasado, yo, mujer inteligente, hubiese querido abortar. ¿Sabe por qué? Tengo 27 años, he estudiado, soy profesional y no quiero ser madre en estos momentos”.

El yoismo es una de las enfermedades morales que más afecta a nuestro comportamiento ético y de él nadie se encuentra exento. Por el yoismo podrá justificarse la usencia de dignidad humana en el hombre generándose la más nefasta violencia, la eliminación de un semejante. De regreso a la idea anterior, el convertir a un ser humano en una realidad superflua es la obra de ingeniería antropológica más maquiavélica que existe, pues permite que alguien exprese que la vida de un recién nacido posee menos valor que la de un cerdo, un perro o un chimpancé adulto (Peter Singer, “Practical Ethics”). Si existen humanos superfluos de quienes anunciamos, sin una correcta justificación científica y filosófica, la ausencia de humanidad en ellos, mandamos al contenedor de la basura a los mismos derechos humanos, pues la vida, necesariamente, es el antes lógico y ontológico para la existencia y especificación de la misma declaración de los derechos humanos. La persona es el fundamento del derecho, por tanto, no hay derecho sin persona: la vida es requisito indispensable.

En la realidad no existen individuos sin clase ni especie. La permanente identidad del individuo es una constatación científica. Cada sujeto es lo que es, y un cigoto humano es, precisamente, humano. Su humanidad tampoco es menor a la del adulto, ni la de éste es mayor a la del embrión. Tanto el cigoto, como el embrión, como el adulto es un alguien humano que nunca pierde ni gana su humanidad (estatuto ontológico): el cigoto es un ejemplar de la especie homo sapiens desde su comienzo y nunca, en su desarrollo, pasa de ser algo a transformarse en alguien. “No hay personas potenciales; las personas tienen potencias, capacidades. Las personas pueden desarrollarse, pero, ninguna cosa se transforma en una persona. Alguien no llega a ser tal por vía de procedencia a partir de algo. Si la personeidad fuera un mero estado, entonces podría llegarse a ser tal, gradualmente o por etapas; pero, si una persona es alguien que puede atravesar por varios estados y experimentar variadas disposiciones, entonces la persona es siempre anterior a tales estados. La persona no es el resultado de un cambio, sino, de una generación […] La persona, ni comienza a existir con posterioridad al ser humano, ni cesa de existir antes que este” (Robert Spaemann, “Persona y derecho”). El yo que fue engendrado y el yo que nació no son distintos, no son otra realidad biológica distinta a mi yo actual, ni éste distinto al yo que un día alcanzará, si es posible, la vejez.

Un individuo, sea de la especie que sea, es una realidad biológica, es la estructura de un único desarrollo: yo soy el sujeto de este único desarrollo que implica una unidad que deviene desde la concepción hasta la muerte. El sujeto de esta unidad, yo, es una persona humana en cualquiera de sus estados: cigoto, embrión, recién nacido, niño, joven, adulto, anciano. Las personas son o no son, si son, desde su concepción se encuentra en ellas las condiciones necesarias para reconocerla como humanas: la humanidad siempre es siempre pura actualidad y es nuestro deber y una exigencia el reconocer la personeidad incondicional de todo humano, sea cual sea su estado biológico en el tiempo.

Por tanto, antes de afirmar sí o no al aborto, consideremos que no se aborta algo, sino alguien.

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comentarios
  1. Joan
    ¿El hecho de que los países con la legislación más permisiva sobre el aborto tiendan a ser los países con menores tasas de violencia, con mayores índices de bienestar, y con mayor grado de respeto a los derechos humanos en general, no te hace sospechar del argumento de que «el yoismo es una enfermedad moral»? Moralmente hablando, las sociedades «tradicionales», férreamente regidas por códigos religiosos, han sido más bien las que veían cometerse en su seno mayor proporción de inmoralidades de todo tipo. Lo que tú llamas «yoísmo» ha sido, en cambio, parte de la receta de la vacuna que nos está inmunizando en las últimas décadas contra las innumerables barbaridades y barrabasadas que nuestros abuelos tenían que soportar. Sobre esta cuestión, recomiendo encarecidamente el último libro de Pinker, «Los ángeles que llevamos dentro».
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    Por otro lado, como en casi todos los casos de argumentos motivados consciente o inconscientemente por creencias religiosas (¿no te sugiere nada sobre la presunta «imparcialidad» de tus ideas el hecho de que el deseo de criminalizar el aborto sea muchísimo más frecuente entre los creyentes, y tanto más cuanto más próximos a organizaciones más fundamentalistas?) tomas como premisas universalmente válidas e intuitivamente obvias lo que muchísima gente considera un mero prejuicio: el que sea SUFICIENTE con ser un organismo humano para ser una PERSONA. Todos los que condenamos la criminalización del aborto tenemos al menos tanto respeto como tú a las PERSONAS, pero no consideramos que un embrión, o un feto de pocas semanas, sea una PERSONA. Al fin y al cabo, un óvulo es un organismo independiente (puede mantenerse fuera del cuerpo de la madre por bastante tiempo, en las condiciones adecuadas), igual que un espermatozoide, que genéticamente son distintos a la mujer o al hombre de los que proceden. Así que, si un óvulo humano es un ser vivo, se sigue por un silogismo perfectamente válido que es también un ser humano. ¿Sería un asesinato, entonces, el impedir que un óvulo sea fecundado, condenándolo así a su muerte segura?
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    Puedes decir que al óvulo le falta algo para convertirse en (… ¿en qué, en una persona?). Pero TAMBIÉN le faltan MUCHAS cosas a un embrión recién fecundado. De hecho, le faltan MUCHAS MÁS a un óvulo recién fecundado para convertirse en un niño nacido, que lo que le falta a un óvulo sin fecundar para convertirse en un embrión recién fecundado (a éste sólo le falta absorber un espermatozoide).
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    Así que los que condenamos como una abominación moral la criminalización del aborto no negamos ningún derecho a ninguna PERSONA. Lo que negamos es, simple y llanamente, que un embrión humano o un feto humano de pocas semanas sea una PERSONA. Y en esto coincidimos con casi todas las legislaciones del mundo, incluso con las de países muy restrictivos con el aborto. Casi NINGUNA legislación (por supuesto, no la española, ni hay NINGUNA presión social para cambiarlo) considera que yo haya cometido un HOMICIDIO si conduzco borracho, atropello a una mujer embarazada, y como resultado del atropello la mujer aborta, aunque ella no sufre ningún otro daño grave. La legislación española actual (y la de casi todos los países) considera que he cometido un delito de LESIONES CONTRA LA MUJER, pero ni se le pasa por la cabeza condenarme por homicidio DEL FETO. Digo yo que alguna razón habrá para que, incluso los legisladores más conservadores de los países avanzados, no hayan incluido este supuesto como un supuesto de homicidio.
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    Saludos

  2. Saludos Jesús.

    Bien, antes de nada, para reflexionar sobre esta primera cuestión me agradaría tener en mano, si eres tan amable, este dato que presentas, pues lo desconozco.

    Por otro lado, no creo que haya hablado en mi vida de criminalizar el aborto y juraría, salvo que padezca un hechizo, a ver estado jamás en alguna organización de carácter fundamentalista. Así que me parece poco honesto, por bien que es lícito tener posiciones diferentes, que apuntes que mis planteamientos se aproximan a un determinado fundamentalismo. Por otro lado también condeno la criminalización del aborto, jamás me manifesté ni me manifestaré a favor de ello, así que no entiendo por qué supones que soy partidario de ello.

    “un óvulo humano es un ser vivo, se sigue por un silogismo perfectamente válido que es también un ser humano. ¿Sería un asesinato, entonces, el impedir que un óvulo sea fecundado, condenándolo así a su muerte segura?”. Permite que no comente esto, por respeto a tu persona, que es alta.

    Gracias por comentar.

  3. Germán dice:

    Este Gobierno se preocupa más por los futuros seres humanos que por los que ya lo son.

  4. Saludos Germán, gracias por comentar.

    Ambos, los nacidos y los nonatos son humanos. No existen humanos futuros, pues no existe persona potencial y persona en acto. No obstante, tiene razón respecto a que la preocupación por los nonatos parece mayor a la de los nacidos, esta ley no va acompañada de una buena dotación para la ley de Dependencia. Y esto si es también inhumano. Gracias y un saludo.

  5. Pol dice:

    Con toda sinceridad, alabo tu amor por el ser humano, pero la mayoría de los cristianos, al menos esos que se consideran de «católicos y de derechas» son unos auténticos hipócritas. Aquí un ejemplo.

    http://elpais.com/diario/2003/06/07/sociedad/1054936801_850215.html

  6. Saludos Pol, gracias por comentar y por la aportación. Comparto la hipocresía de esas personas a las que aludes, sin embargo, esto no invalida cuanto aquí expreso, ¿no crees? Gracias, un saludo.

  7. Kewois dice:

    Que es lo que entiende cada sociedad como «persona» varía y ha variado a lo largo de la historia. En algunas sociedades ni siquiera los niños son personas, de hecho en la propia Biblia en el antiguo testamento el padre podía matar o vender hijos o hijas. Muchas culturas matan a niños con discapacidades o malformaciones.
    Desde ya que el cristianismo difundió la idea que en el fondo todos somos personas, y digo en el fondo porque se referían más que nada antiguamente a la otra vida. Esos derechos no se aplicaban tan fervorosamente a los vivos, sino que todos eventualmente si creían o si hacían obras podrían llegar a la vida eterna.
    Desde ya que eso ha cambiado bastante pero no del todo.
    Hay mucha más insistencia en impedir los abortos que en cuidar a los niños en países pobres.
    Y el gran absurdo es negarse a fomentar la anticoncepción aún en casos de gran miseria con argumentos infantiles como que Dios proveerá.

    Yo creo que la ciencia puede aportar ciertos criterios para establecer cuando hay o no hay una persona, pero no lo que la sociedad entiende por persona. Por ejemplo si se entiende por persona tener un sistema nervioso central desarrollado la ciencia nos dirá cuando este se desarrolla.
    Pero si la definición es «una persona es cualquier organismo que pueda desarrollar un sistema nervioso sofisticado, entonces desde la implantación el embrión sería persona.

    En resumen creo que es una decisión filosófica con la posibilidad de corroborar, si cabe, algún límite temporal.
    Creo también que esa definición puede cambiar dependiendo las circunstancias.

    Por último no entiendo Joan tu reticencia a definir el embrión como una persona potencial.
    Una semilla no es una planta potencial o sea un conjunto de células que dadas las condiciones llegaran a ser un ser humano desarrollado o una planta???

    Lo cual no quita que tu concepción moral diga «no mataras personas en potencia»

    Por último la crítica a Jesús sobre su argumento del óvulo y el esperma: La propia Biblia condena la masturbación, Onan es fulminado por dejar caer su simiente en el suelo (coitus interruptus).

    Es una concepción social. Claro que a pocas sociedades se les ocurre que también hay desperdicio de posibles personas cada vez que una mujer menstrua y millones de posibles personas que no nacen en cada eyaculación ya que en el mejor de los casos solo llegan uno o dos espermas.

    Ese argumento que usan los antiabortitas «Que hubiese pasado si la madre de Beethoven hubiese abortado!!!»…. pues que pasa con todos los posibles seres que pueden salir de tener relaciones todos con todas???

    Lo que sucede es que la idea de los creyentes es que hay un plan un designio. Que ese niño es enviado u otorgado por la divinidad.
    Pero la realidad es otra cosa.

    La naturaleza se la pasa abortando. Millones de posibles personas nunca naceran y de hecho sería malo que nacieran todos.

    Esto justifica el aborto????
    Yo creo que si en ciertos casos y muchos dirán que no, más allá de que sean o no creyentes.

    Saludos
    Kewois

  8. Saludos Kewois.

    Antes de nada gracias por comentar y por la aportación.

    Comparto por entero que la concepción del término persona varia a lo largo de la historia y en una misma edad entre contemporáneos. Actualmente también existen corrientes filosóficas que conciben al recién nacido y al niño como un sujeto viviente inferior a cualquier otro animal adulto, por ejemplo el autor que cito.

    En cuanto a la aparición del término persona este surge en el cristianismo y es definido gracias al uso de la filosofía helénica. Se refiere ya en esta vida, que el ser humano goza de una dignidad incondicional por el simple hecho de ser humano y su fundamento es Dios, quien lo hace respetable ante los semejantes. Sin embargo, como bien dices, no todos respetamos esta dignidad de la persona, que, como dice Kant, es un fin en sí misma, y no un medio o instrumento para beneficio de otras personas. comparto, además, la realidad que expresas, y que critico totalmente: existen personas que defienden la vida del nonato humano, pero una vez nacido no procuran su dignidad, desde recortes en educación, supresión de becas universitarias, eliminación de ayudas de Dependencia, etc. Estas personas, por tanto, no defienden la vida de la persona, sino que tienen otros intereses para el uso de estas, pienso en el gobierno de Rajoy y su partido, hipócrita entre los hipócritas, al utilizar en su ideario eso del humanismo cristiano.

    Respecto a la ciencia, ésta, como dices, nos muestra que ese embrión es de una especie y no de otra… que le demos el valor de persona o no para nada varia lo que es. Los judios no dejaron de ser seres humanos por mucho que pasaran por la camara de gas entendidos como subhumanos o no humanos por la política nazi.

    “Por último no entiendo Joan tu reticencia a definir el embrión como una persona potencial”.

    Descubro, y la cita de Spaemann es perfecta en este sentido, que no existen persona potenciales, sino en acto, sea cual sea su estado, de lo contrario tendríamos que aceptar, pienso, que el ser humano procede de otro tipo de vida previa antes de ser lo que es, y esto no es así. La persona es persona desde que existe, desde que es concebida, es producto de una generación y no de una transformación. ¿No crees?

    Respecto a la justificación del aborto, siempre, personalmente, considero que es justificable si verdaderamente se encuentra en peligro la vida de la madre.

    Saludos y gracias como siempre Kewois.

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