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¿Puede entenderse la vida humana y su incondicional dignidad que recogemos en los derechos humanos sin reconocer la personalidad del sujeto biológico que la sustenta? ¿El ser humano es humano desde su fecundación, es decir, desde el momento en que puede entenderse como sujeto biológico que participa de las propiedades características de la especie humana o sólo lo es cuando jurídicamente ocupa una posición social? El hombre no es nunca el producto de la elaboración filosófica de las distintas concepciones que pueden existir, sino que más bien es un fin en sí mismo que se sustenta sobre la fase de su autonomía biológica. Desde el punto de vista antropológico y ético el ser humano goza de una dignidad esencial, la propia del hombre, al margen de toda circunstancia jurídica o caracteres vitales. Así, siguiendo a Kant, la persona es un imperativo moral en cuanto que es un fin en sí mismo, por el hecho de pertenecer a la especie ‘homo sapiens’, que no puede ser de ningún modo instrumentalizado en pos de ningún supuesto derecho ajeno. (más…)

Aborto, ¿existen humanos superfluos?

Publicado: 23 diciembre, 2013 en Aborto

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Leído todo lo posible sobre el anteproyecto de Ley de protección de la vida del concebido, desde lo más racional y científico hasta lo más pasional, uno no puede si no volver sobre el concepto que resulta más problemático en el ámbito de la ética contemporánea, la dignidad del ser humano. Una exigencia moral que nos compete a todos es alcanzar una correcta comprensión de la naturaleza del hombre, tanto científica como filosófica, que de luz sobre las principales dimensiones humanas.

Alguien expresa que “partiendo cómo partimos del principio de que la inmensa mayoría de la población española es medianamente inteligente me pregunto yo qué coño –con perdón- le importará a usted señor Ministro, a la Iglesia y a la panda de fachas que pasean carteles asquerosos mientras defienden guerras que matan a niños (de los carne y hueso), lo que sale de mi coño”. Sin defender a estos últimos sujetos a los que se refiere, en especial la política de actuación de los próvida, que detesto en determinados casos por agresiva – más allá de que sean racionales y justificadas sus ideas –, este pensamiento, altamente compartido por un amplio número de personas, constata la idea de que se es persona cuando se ejerce la propia libertad. Sin embargo, esta especie de libertad, denominada ‘libertad de’, que hace especial atención y se caracteriza por la ausencia de coacción, es un sentido negativo de la libertad, pues ésta nunca es un fin en sí misma, sino el medio por el que la persona se destina en su radical apertura a la realidad, que es el sentido positivo de la libertad y que se denomina ‘libertad para’. En efecto, el hombre es dueño de sus actos, pero, y en consecuencia, también es responsable de ellos: es susceptible de recibir juicio ético al respecto. Así, la libertad no es ausencia de coacción, sino, sobre todo, es la presencia de la autoposesión y la proyección en el futuro de uno mismo – recomiendo la lectura del artículo “El hombre, de la libertad al bien común” –. (más…)

abortosCorríjanme si me equivoco, pero de todas las formas de amor sólo hay una que es incondicional, el amor de madre. Ningún hijo tiene que alcanzar mérito alguno para conquistar el corazón de su madre; ella lo ama, de modo irrestricto, por quien es, tanto antes como después del nacimiento, pues desde la concepción obra una unión simbiótica entre la madre y el hijo. En un principio, el feto, que es un quien, es parte de la vida de la madre y, al mismo tiempo, ella es el cosmos del nonato, el hogar. Así, la vida de ambos se encuentra realizada por una relación cuyo fundamento es y será siempre el amor, y éste, sin la menor duda, es el desvelo permanente por la vida. ¿No es el crecimiento del amado (el hijo) el motivo por el cual la persona enamorada (la madre) brinda su ser, sin reservas y, al mismo tiempo, la fuente del propio crecimiento de uno en el acto de amar? ¿O puede existir el amor sin la preocupación en acto del crecimiento de quien es objeto de nuestro amor?

La madre no ama al hijo por interés o merecimiento de éste, sino, simplemente, porque es su hijo desde el instante mismo en que se constituye en una realidad biológica, humana, en sus entrañas. Desconozco el argumento por el que estas tres activistas defensoras del aborto manifiestan que “el aborto es sagrado”. Sin embargo, pregunto: ¿existe forma más elevada de amor que el de la madre?, ¿no es el amor materno-filial, quizá, el más sagrado y generoso de todos los vínculos emocionales que se pueden establecer recíprocamente entre las personas humanas? Sí, quizá, y por experiencia, alguien presentará el caso de madres que no aman a su hijo, pero no serán más que excepciones. (más…)

 

La Asamblea Nacional francesa aprobó este miércoles el proyecto de ley que autoriza con condiciones la investigación con embriones y células madre embrionarias. Al mismo tiempo, y en contraste con el jolgorio explícito por este suceso, destaca el grito de alarma por el número de experimentos que se realizan con animales. La Denuncia de esto último es justo y necesario; no obstante, (me) preocupa la ostentosa alegría – basta acercarse a los medios y a las redes sociales – por la legalización de la destrucción de embriones humanos.

Éste no es un tema menor pues tiene que ver con el respeto a la vida y a la incondicional dignidad del ser humano en todas las etapas de su existencia. La banalidad del mal o la relatividad con la que se interpreta la distinción entre lo que es ético y lo que no parece que es la realidad de la conciencia contemporánea. El uso científico de células madre embrionarias no es inocuo: la destrucción de embriones humanos – en la fase de blastocisto – no puede justificarse por muy elevado que pudiera ser su potencial terapéutico; menos cuando “el uso de embriones humanos no es, en absoluto, una necesidad inevitable” (Dr. Angelo Vescovi, citado por Nicolás Jouve de la Barreda, Catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá en el prólogo de “Cultivo de células animales y humanas. Aplicaciones en medicina regenerativa” de Pablo E. Gil-Loyzaga). (más…)

the guardian china abortoEs bien conocida la ideologizada Ley de la natalidad de 1979 de la República Popular China que prohíbe a sus ciudadanos gozar del parto de más de un descendiente hasta el extremo de asegurarse de su cumplimiento mediante esterilizaciones forzadas o la práctica del aborto. El rotativo británico ‘The Guardían’ habla de esta ley, en sus páginas de hoy, calificándola de “bárbara”. Señala también que la procreación y todas las facetas propias de la existencia de los ciudadanos chinos están profundamente controladas por el Estado. Sin embargo, este intervencionismo se encuentra también en otros países que sí aparentan poseer un sólido sistema democrático.

Nos hallamos en un Estado totalitario cuando la finalidad de éste no es el bien común si no el del aparato de gobierno o el de una élite concreta – oligarquía –, cuando el gobierno no busca el desarrollo de los proyectos personales en vistas al bien general de la sociedad, sino que, al contrario, se inmiscuye en la vida íntima de cada sujeto transformando o adaptando su deber ser, que emana del estatuto ontológico, al de la ideología. Ningún Estado o sistema democrático puede inmiscuirse en la educación y formación del ser humano hasta el punto de que dicha intromisión modifique de raíz las verdades últimas que vivifican y dan sentido a la existencia del hombre. Ningún gobierno democrático puede, por derecho, originar ni provocar ciudadanos morales ni forzarles a afrontar la existencia y su respectiva coyuntura mediante un determinado comportamiento ético. Es, y no me canso de insistir en ello, la persona misma, en cuanto sujeto ‘moral-libre’, quien puede fortalecer con su obrar una sociedad virtuosa: que sólo será aquella que reconoce el primado del hombre entendiéndolo como la única dignidad incondicional existente. (más…)

aborto gallardonMi posición es diáfana: el principio fundamental de la humanidad es la dignidad del hombre que exige, en consecuencia, el primado de la persona, la única criatura que es un fin en sí misma y por la cual la sociedad tiene el deber, en todo momento, de proteger su vida y defender el desarrollo de sus proyectos personales. Así, la decidida defensa de la vida no puede tener ninguna excepción y, por tanto, el aborto sólo es admisible, desde la contemplación del mencionado principio, en cuanto la vida de la madre corre real peligro. No obstante, esta posible excepción, que no es tal pues su objetivo es proteger la vida – en este caso la de la madre –, demanda un urgente control ya que el 98% de los abortos que se practican en España se amparan en este supuesto.

 El reconocimiento del derecho a la vida es un principio fundamental que de modo intrínseco acoge el sentido común. Sin embargo, entre todos – aquí nadie se escapa, sea cual sea su cosmovisión y su siguiente convicción – hemos destruido el valor moral que entiende al ser humano como la medida de todas las cosas y la más absoluta dignidad sobre la faz de la tierra. El amor ya no es el trato que merece el hombre ni la actitud ética que media en las relaciones personales, sino que ahora es el interés por el que la persona se convierte en medio o instrumento de distintas ideologías, económicas, políticas y religiosas. Partiendo de la base de que nadie goza de autoridad moral para juzgar a otra persona, a no ser que con absoluta sinceridad pudiera asegurar que, en una situación similar, actuaría de modo diferente, la responsabilidad ética con el principio enunciado debe hacernos ver que no hay ninguna situación, por problemática que resulte, que justifique la no realización del bien del hombre y de la entera humanidad. El primer derecho siempre es la persona y consecuentemente esto exige la garantía de la vida. (más…)

reforma rouco118.359 abortos en España en 2011. Casi el 90% de ellos sin mayor justificación que la petición de la mujer o de la pareja para poner fin a la vida del nonato. Sólo poco más del 10% de los abortos practicados tuvo un motivo justificado: el 7% por grave riesgo para la salud de la madre, el 3% por riesgo de anomalías fetales y casí el 1% por anomalías del feto incompatibles con la vida. Mientras tanto, el Cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Rouco Varela, se muestra más contundente en la defensa de la lengua castellana que con la vida, cuestión con la que tanto combatió contra el ejecutivo del anterior gobierno de España, presidido por el señor José Luís Rodríguez Zapatero.

¿El cardenal Rouco es un funcionario de Cristo o del gobierno del señor Mariano Rajoy? La contundencia al afirmar que “los padres tienen derecho” a que sus hijos sean educados en castellano desaparece, se relativiza, cuando no demanda con tajante rotundidad que se impida todo aborto que no ponga en verdadero riesgo la salud de la madre o cuando la posibilidad del feto sea incompatible con la vida. Al contrario, esa vehemencia con la que antaño defendía la vida frente a la ley del aborto promulgada por el gobierno de Zapatero ahora se limita, quizá porque ahora gobierna su dueño, a afirmar mansamente, al margen de la incondicional dignidad de todo ser humano, sea cual sea su estado de desarrollo, que “el gobierno ha anunciado una reforma y esperemos que la lleve adelante”. (más…)

Sin vida no se puede hablar de derechos del hombre; por esta razón es el antes lógico y ontológico para la existencia y especificación de los demás derechos. La vida es un valor absoluto, es la realidad más valiosa en cuanto que es lo más ‘yo’. De aquí que los esfuerzos más intensos descansen en la conservación de la propia vida o, por amor, en la defensa de la vida de otra persona, la cual también es un ‘quien’ (Hanna Arendt, “La condición humana”) con una incondicional dignidad por el simple hecho de ser de la misma especie, la humana.

El derecho sobre la vida es, desde una perspectiva lógica, un axioma si consideramos los Derechos Humanos una realidad dotada de contenido que emana del reconocimiento de la incondicional dignidad del ser humano, que es, además, el fin de toda sociedad democrática. Sin embargo, la observación del derecho a la vida, de la que los católicos consideramos que procede de un acto libre y amoroso de Dios que nos crea a su imagen, puede convertirse en una idea dogmática no reflexionada, de modo que con la convicción de defender la vida podemos atentar contra ella. Y esto es lo que ha ocurrido en Irlanda con Savita Halappanavar. (más…)