‘Logorama’ y la cultura del consumo

Publicado: 10 abril, 2011 en Cine, Modos de vida

Somos consumidores obsesionados por un estilo de vida. Así define Tyler Durden a la sociedad contemporánea en ‘El club de la lucha’. En muchas casas es más fácil encontrar catálogos tipo Ikea que una nutrida e interesante biblioteca. En ‘Logorama’ se alcanza el hiperrealismo y la publicidad cobra vida apropiándose de la realidad que nos alberga, una realidad vista desde nuestros ojos de consumidores, que alcanzan a descubrir hasta 45.000 tipos distintos de logotipos que forman parte, de un modo u otro, de la forma de vida que hemos escogido.  

‘Logorama’ es un excelente cortometraje francés galardonado con distintos premios entre ellos el Oscar al mejor corto de animación en 2009. Al margen de hacernos disfrutar de una lograda historia de acción en la que el payaso Ronald McDonald’s se convierte en un traficante de armas biológicas perseguido por las calles de la ciudad de Los Ángeles (EEUU) por agentes de la policía con la forma del muñeco de Michelin, ‘Logorama’ es una excelente aproximación a la sociedad de consumo, en la que el hombre está acostumbrado a tener muchas cosas pero a carecer de una comprensión del sentido último de la vida.     

Nos guste o no esos 45.000 logotipos de marcas forman parte de nuestra sociedad. Esta coyuntura no es negativa en sí misma si no constituye y fundamenta nuestra existencia subordinando el amor a las personas al que se pueda prestar a los productos de consumo. Por otro lado, la educación de los hijos es más compleja que nunca, pues al margen de la influencia de los padres existe el peso indudable de otros ‘educadores’, como pueden ser la televisión e Internet, que batallan contra los progenitores ofreciendo suculentos pero contradictorios y confusos modelos de vida y, en muchas ocasiones, con mayor éxito. Distintos estudios señalan que los españoles se sitúan a diario ante el televisor o el ordenador un mínimo de cuatro horas, así cuando una persona alcanza la mayoría de edad tiene ya a sus espaldas más de 26.000 horas, muchas más de la que algunos padres habrán invertido con sus hijos.     

Es importante enseñar a utilizar correctamente todos los medios tecnológicos para que estos sean medios a nuestro alcance y no controladores de nuestra libertad. Las redes sociales, tan de moda, pueden ser transmisores de valores fundamentados en principios absolutos, pero también pueden ser todo lo contrario esclavizando a la persona haciendo creer que cualquier realidad contingente es necesaria para alcanzar una vida de mínimos. Al respecto, es suficiente con pasearse por las calles de una ciudad para percatarse de realidades sorprendentes hasta el extremo de preguntarse: ¿esto lo compra la gente? Sí, las personas llegamos a comprar ingentes cantidades de productos que no son necesarios, incluso asistimos a espacios porque lo hacen los demás aunque jamás despiertan nuestro interés. El extremo consumista está tan interiorizado en la persona que muchos emplean el domingo para pasearse por los centros comerciales, convertidos en auténticos templos espirituales.

¿Por qué se llega a estas situaciones? La respuesta es compleja. No obstante, si hay jóvenes que no tienen un sentido trascendente de la existencia puede deberse, en parte, a que nadie le ha enseñado a descubrir la realidad que se alberga más allá de lo contingente y, por el contrario, son muchos quienes les inducen a vivir en un mundo materialista loando sus grandezas en detrimento de esos ideales que dignifican a la persona y que evitan lo inevitable de una vida limitada al consumismo: el tedio. El aburrimiento es uno de los dramas de nuestro tiempo. Cuando los medios se convierten en fines y el fin ni se concibe, la gente se introduce en una nefasta circularidad en busca del entretenimiento. Así se entiende que Nerón prendiera fuego a Roma o que dos muchachos se dediquen a torturar una familia en ‘Funny Games’ simplemente para escapar del hastío.  

En este sentido la cuestión es conocerse a uno mismo y descubrir, en consecuencia, los verdaderos fines que permitan alcanzar la plenitud; porque, no lo dudemos, la vida tiene un sentido y un propósito en el que se descubre y erige la dignidad ontológica y moral de la persona. Es necesario ser coherentes y creíbles más que vender grandes teorías a cerca de la existencia y devenir del hombre. Coherentes, desde luego, con el proyecto vital cristiano por el cual el hombre alcanza la felicidad y no esa satisfacción momentánea materialista que precede y antecede al empalago existencial.  

comentarios
  1. Álvaro dice:

    ¿Original y salvajemente creativo? Pues sí.

  2. Saludos Álvaro. Es muy, muy original y está muy bien pensada. Se han rascado el coco.

  3. Comentario suprimido dice:

    Nota: comentario suprimido por el responsable de Opus Prima.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s