Los estudios indican que el sistema nervioso, la corteza prefrontal que comprende la región no motora del lóbulo frontal, está implicado en la experiencia religiosa. Esta concreta región del cerebro se encarga de los aspectos relacionados con la percepción, la volición, la cognición y las emociones. Sin embargo, no toda experiencia religiosa puede describirse mediante términos biológicos y en relación a una actividad neuronal intrínseca al cerebro. Desde luego, el cerebro está configurado para que podamos tener experiencias religiosas, pero esto es muy distinto a decir que la experiencia se deba al cerebro o a una acción mental-psicológica, cuando se debe a una acción de Dios.
El mayor error consiste en considerar los efectos cerebrales de la experiencia como la esencia de la misma, olvidando el objeto real frente al que la experiencia es una verdadera respuesta humana, así como el mismo término de neuroteología mediante el cual se estudia el comportamiento del cerebro en la experiencia religiosa, pues la teología es la disciplina sapiencial mediante la cual la razón del sujeto creyente se esfuerza, mediante la fe, en comprender la realidad a la luz del dato revelado por Dios. Dios ha capacitado el cerebro humano para que el hombre pueda conocerle y comunicarse con Él.
Por ejemplo, ante la conversión el sujeto humano experimenta un contacto verdadero con Dios que transforma su ser y su vida hasta el punto en el que Dios se convierte en su fundamento. No es el cerebro, sino la gracia de Dios la que actúa y transforma la persona que en su total libertad corresponde a ese preciado don. La transformación del sujeto humano incluye el alma y, por tanto, la correspondiente configuración sináptica gracias a la plasticidad neuronal, pero es una realidad que se experimenta. Así, Paul Claudel describe su conversión: “Así era el desgraciado muchacho que el 25 de diciembre de 1886 fue a Notre-Dame de París para asistir a los oficios de Navidad. Entonces empezaba a escribir y me parecía que en las ceremonias católicas, consideras con un diletantismo superior, encontraría un estimulante apropiado y la materia para algunos ejercicios decadentes. Con esta disposición de ánimo, apretujado y empujado por la muchedumbre, asistía, con un placer mediocre, a la Misa mayor. Después como no tenía otra cosa que hacer, volví a las Vísperas. Los niños del coro vestidos de blanco y los alumnos del pequeño seminario de Saint-Nicholas-du-Chardonnet que les acompañaban, estaban cantando lo que después supe que era el Magnificat. Yo estaba de pie entre la muchedumbre, cerca del segundo pilar a la entrada del coro, a la derecha del lado de la sacristía. Entonces fue cuando se produjo el acontecimiento que ha dominado toda mi vida. En un instante mi corazón fue tocado y creí. Creí con tal fuerza de adhesión, con tal agitación de todo mi ser, con una convicción tan fuerte, con tal certidumbre que no dejaba lugar a ninguna clase de duda, que después, todos los libros, todos los razonamientos, todos los avatares de mi agitada vida, no han podido sacudir mi fe, ni, a decir verdad, tocarla. […] Dios existe, está ahí. ¡Es alguien, es un ser tan personal como yo! ¡Me ama! ¡Me llama!” (Paul-André Lesort, Claudel visto por sí mismo, 1970).
Hola, he leído tus apuntes como pedías.
Muy interesantes, especialmente los dos primeros.
Expones los experimentos realizados, en los que estimulando el lóbulo temporal izquierdo se tienen experiencias místicas, y como indica Persinger (en uno de los enlaces que pones)
Michael Persinger has also contributed to research into the Miracle of the sun at Fatima and other Marian apparitions. He theorized that the stimulation of the cerebral-temporal lobe may have been the actual cause of the Marian apparition phenomenon. He believes the religious content of the experiences may have been a result of their obsession with religious themes and their lack of education. He has contributed to 2 papers about The Miracle of the Sun.
Esto explica, y es en lo que se basa Sagan, que aquellos que tienen una fuerte educación religiosa vean a la virgen o su santo favorito, los que teman a los extraterrestres verán a estos, otros hadas, otros duendes,… a lo largo de la historia en todos los paises hay gente que afirma haber tenido experiencias místicas, pero siempre relacionadas con algo en lo que creían.
Por ejemplo la virgen no se le aparece a alguien que no crea en ella o la ignore por completo.
En cuanto a la comparación de experimentos entre budistas y franciscanas, tu sacas la conclusión de que las experiencias místicas de los primeros son fruto del cerebro y las de los segundos de Dios… pero eso obviamente es tu conclusión, podía ser, por ejemplo, justo al revés. Pero como tu crees en el mismo Dios que las franciscanas, de esa forma llegas a esa conclusión. Se exige alguna prueba, para afirmar tan tajantemente.
Como por ejemplo tu afirmación:
«Dios ha capacitado el cerebro humano para que el hombre pueda conocerle y comunicarse con Él.»
¿En qué te basas? ¿Te lo ha dicho Dios? ¿Hay alguna prueba que puedas aportar al respeto? Imagina que Dios existe, pero nunca capacitó el cerebro para eso. Dios es omnipotente, puede hacerse tangible, ¿pero aún así necesita capacitar al cerebro humano, para que este pueda conocerlo? ¿Y aún así la gente se equivoca y piensa que es otro Dios, extraterrestres o gnomos? ¿O es que dios solo capacita el cerebro de aquellos que previamente ya creen en él?
En definitiva sostienes que Dios existe y es muy torpe a la hora de relacionarse, sólo es capaz de hacerlo con aquellos que creen, por sí mismos en él y eso que está empeñado en que todos creamos en él.