Leo, atónito, que los animales comparten con el ser humano la capacidad de tener conciencia de sí mismos. A lo largo de la vida he leído y escuchado una infinita ristra de barbaridades, pero muy pocas llegan a superar a ésta última. Pero, desde luego, puedo estar equivocado y en algún rincón de este sorprendente mundo se encuentre un cerdo intelectual escribiendo un ensayo sobre el devenir existencial de su especie. Hay que tener el estómago muy fino o la sesera repleta de miasma para tildar de nazis a aquellos humanos que mantienen una base alimenticia donde la carne tiene un papel importante y quejarse de que a diario muren miles de animales cuya carne está destinada al consumo alimenticio. Quizá a este fervoroso defensor de los animales le inquiete menos que cada día muchos miembros de su misma especie jamás lleguen a ver salir al sol porque les dan muerte en clínicas-matadero.
Alguna otra vez he hablado del veganismo. Una cosa es el respeto por la vida de los animales y otra muy distinta es equiparar la dimensión ontológica del ser humano con la del resto de los seres vivos. Está muy bien que en las fábulas se humanice a los animales, pero cuando ocurre eso en la realidad lo único que se hace es animalizar al ser humano desposeyéndolo de su trascendente dignidad; y esto es lo que hacen veganos como Ingrid Dunkirk, directora de PETA, que se queda tan ancha al decir que “un niño, un caballo o una rata son lo mismo”. Sin duda, no les llamaría nazis, pero si subhumanos, porque serían capaces de desmantelar antes un matadero de cerdos que un matadero de nonatos humanos.
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Tienes tda la razón, Joan. Cuando se iguala al animal con el hombre se animaliza a éste. Seguramente también tienes razón cuando dices que se preocupan más de la vida de un cerdito que la de un nonato.
Los animales merecen respeto, eso nadie lo discute. Sin embargo, quienes defienden el derecho de los animales hasta el punto de querer prohibir el consumo para la alimentación caen en tremebundo totalitarismo producto de la enajenación. Los animales carecen de la dignidad del ser humano y no se les puede reconocer los mismos derechos.
Repito, estoy en contra de la brutalidad contra animales, tanto las corridas de toros como de la violencia o tortura que se ejerza en aquellos animales destinados a la alimentación humana. No se debe torturarlos, pero eso no quiere decir que no se les mate, porque son necesarios para nuestra alimentación como seres omnívoros.
Respecto a lo de conciencia en los animales también he mostrado una mueca de simpatía hacia tal sentencia. Los animales carecen de conciencia, no pueden reflexionar sobre sí mismos, ni pueden ir a un restaurante y degustar un excelente entrecot con cubiertos. Sin duda, si lo hicieran mientras degustan una copa de vino y discuten sobre la última publicación de Nature en ese mismo momento reconocería en ese animal a un semejante.
Mientras tanto, considero tan necesaria en mi alimentación el consumo de carne de vaca, cerdo o cabra como la que puede sentir un león.
Los animales no tienen conciencia, sino el peso de sus instintos. Tan estúpido es llamar nazi a alguien por comer carne como decir que un animal reflexiona sobre sí mismo, que es lo que se dice cuando se afirma que disponen de conciencia sobre sí mismos.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Buenos días,
cuando se habla aquí de respeto a los animales (a los demás animales, añado, ya que el ser humano no es más que una especie animal más en este planeta) no entiendo en qué parte de ese respeto incluye obligarles a nacer y a morir con el fín de alimentarnos de sus cuerpos.
Se habla aquí de la preocupación por otros animales frente a las clínicas de aborto. Que todos sepamos, quienes han creado esas clínicas hemos sido nosotros. Es decir, el ser humano se ha encargado de crear esas clínicas donde se impide desarrollarse a un embrión, así como han creado granjas de animales donde las madres (vacas, cerdas…) son inseminadas artificialmente y encerradas de por vida con el único fín de fabricar lechones y t erneros como si de una máquina ser tratara. Para ser llevada al mismo matadero que se llevó en su día a sus hijos cuando ya no sea productiva.
Cuando hablamos de consciencia animal se entiende que es la capacidad que tenemos todos los animales de entender el mundo que nos rodea y de darnos cuenta de que somos un individuo único, diferente del resto. Los animales no quieren escribir ensayos o tener derecho a voto, esos son intereses que poseemos los seres humanos en base a la sociedad que hemos creado. Ser vegano no es incompatible con ayudar al resto de los humanos. De hecho, por definición, el veganismo en un principio moral que se basa en el respeto a todos los seres sintientes.
Por favor, no os cerréis en cuanto a este tema. Una vaca siente igual que un humano. No lo dudéis, poseemos un sistema nervioso similar que nos permite sentir. Imaginaos lo que pueden sentir todos ellos viviendo así.
Un abrazo.
Apreciada Beatriz.
El término ‘derecho de los animales’ no es más que un eufemismo, una ficción lingüística, o mejor dicho una falacia semántica. Te lo explicaré del modo más sencillo posible. Los seres humanos tienen derecho a la vida y a la libertad, por ejemplo, porque también tienen la responsabilidad de respetar la vida y la libertad de los otros humanos con los que se convive. Cuando eso no se hace se pierden los derechos, que es lo que acontece en una dictadura o cuando una persona es encarcelada.
Los animales carecen de derechos y es sencillo entender por qué no los tienen pues ellos mismos no pueden comprender que los poseen. Apreciada Beatriz, no creo que puedas exigir a la araña que no devore a la mosca que atrapó ni que el gato deje de perseguir a las ratas. Tampoco podemos pretender que las leonas dejen de perseguir cebras u otros animales para la alimentación de sus semejantes. Y por qué no podemos exigir que los animales contemplen los ‘derechos de los animales’, pues porque carecen de conciencia y porque su instinto les lleva a contemplar como necesidad la conservación de la especie, y los animales a diferencia del hombre no poseen un conocimiento consciente y reflejo de sus instintos ni son capaces de proponerse fines con independencia de esos instintos.
En consecuencia los animales no tienen derechos porque no pueden respetar esos derechos. Los animales en cambio merecen protección y cuidado, pero no derechos.
Apreciada Beatriz, si leyeras con atención cada una de las entradas del texto que has comentado podrías observar que son muchas las cosas que nos asemejan a los humanos con el resto de animales, pero son mucho más radicales las diferencias, como la conciencia, la inteligencia y la capacidad de trascender. Pero como indicas en la cuestión referente al aborto, eres totalmente libre para decir que eres como una cebra o una vaca y que nada te diferencia esencial ni sustancialmente y que formas un uno con ellas, pero eso, repito, es una fantasía y una falacia.
Gracias por comentar.
Buenas tardes Joan,
te agradezco que hayas explicado tus argumentos de forma simple.
Me gustaría comentar cuatro puntos que has expuesto. Empezaré por el final.
1. Haces mención en cuanto a «diferencias radicales» que existen entre humanos y no humanos:
Si la inteligencia es una razón por la cual alegas que los demás animales pueden ser sometidos por el ser humano, bien podríamos someter a individuos de la especie humana que posean una inteligencia limitada. Las personas con retrasos mentales o lesiones graves cerebrales que les impidan desarrollar una inteligencia al mis mo nivel que los demás, carecerían de derechos. Hay personas con restraso mental que no son capaces de comprender lo que está bien y lo que está mal.
Un bebé tiene un menor nivel de comprensión del bien y el mal que un perro educado en un entorno humano.
Con lo cuál, si creemos que la conciencia es equivalente a la inteligencia, podríamos utilizarles al igual que al resto de los animales.
2. No se me ocurriría exigirle a un león que no devore a una cebra. De hecho me parecería una violación de sus intereses interponerse en este acto, ya que por beneficiar a la cebra perjudicas al león. Los animales carnívoros tienes necesidad de alimentarse de otros animales. El ser humano es omnívoro, no necesita alimentarse de otros animales.
Todos los nutrientes, vitaminas, potreínas que necesitamos se encuentran en los vegetales. Esto es una realidad. Bajo esta realidad, y siendo conscientes de ella, no está justificado seguir explotando a otros animales con este fín. Del mismo modo también podemos vestirnos y divertirnos sin necesidad de utilizarles.
El problema que existe es que no hay leyes que lo impidan. Del mismo modos que nos parece una crueldad que se utilizara a otros seres humanos como esclavos y que además, en la época de los circos romanos, se les obligara a matarse entre ellos, ahora se está viendo que hacerle lo mismo a un toro en una plaza es una aberración injustificada.
La tauromaquia es una pequeña parte de lo que los animales padecen en este planeta.
http://www.granjasdecerdos.org/
3. Consciencia y conciencia: cada individuo es un ser consciente del mundo de una forma diferente a los demás. No se puede negar que un perro sea consciente de su entorno. Los demás animales también entienden la muerte. Los demás animales empatizan entre ellos y se ayudan. Lo que nos diferencia claramente del resto de los animales es el lenguaje que hemos desarrollado, el cual utilizamos de excusa para decir que ellos no son capaces de comprender lo que les rodea.
4. Soy consiente de que cuando hablamos de derechos animales, en la sociedad y tiempo actuales, es dar por hecho que el «respeto» del que disponen es que se les asesine en un matadero previo aturdimiento (acto que no impide que sientan dolor y que es más una facilidad hacia el matarife para hacer su trabajo).
Hay asociaciones que intentan lograr «mejoras» para los animales pidiendo jaulas más grandes. Es decirle a la sociedad que les siga utilizando, pero de otra forma.
Esto es igual de injusto.
Los animales son considerados propiedades, siempre que el propietario considere oportuno utilizar como mejor le convenga a un animal, estará permitido hacerlo.
He intentado explicar todo de la mejor forma posible. Quizás me haya extendido un poco, pero veo que hay mucho desconocimiento en cuanto a este tema y es conveniente que la gente esté informada.
Un abrazo.
Saludos Beatriz. Resulta necesario decirte que el contraste entre el hombre y el animal es absolutamente radical, desde la determinación a la acción o el modo de sostener su existencia hasta sus movimientos, acciones, lenguaje, actos intelectivos o sus vivencias personales. Esta radical diferencia va desde lo estrictamente corporal y físico-biológico hasta lo espiritual y metafísico.
El orden y finalismo de la naturaleza es la «racionalidad», en sentido analógico, del mundo físico. Se trata de un finalismo intrínseco en un sentido, y extrínseco en otro, pues la armonía y unidad del mundo responden a principios propios de los seres que actúan, pero no a un principio universal inherente al universo como totalidad. El mundo es uno no porque tenga una naturaleza —es una unidad de orden, no una substancia—, sino porque los seres que lo componen actúan naturalmente unos en relación a otros. «La naturaleza de las cosas naturales —afirma el Aquinate — es el principio operativo de cada ente en lo que le compete en relación al orden del universo» \ El mundo, en otras palabras, es un orden natural. Su carácter intrínseco y espontáneo lo distingue del orden artificial instaurado por el hombre. «El arte no parece diferir de la naturaleza sino en que la naturaleza es un principio intrínseco, mientras que el arte es un principio extrínseco. Si la técnica de construcción naval fuera intrínseca a los materiales con que se construye un barco, éste se habría producido por naturaleza».
Con todo, si el finalismo es intrínseco por lo que respecta a cada cosa e incluso a las relaciones entre los individuos situados en un mismo nivel ontológico, ya no parece tan intrínseco, según sugiere la experiencia, si consideramos las relaciones entre los grados de ser que componen el universo (seres inorgánicos, vegetales, animales, hombre). Ciertamente, al desarrollar cada cosa sus efectos propios, colabora espontáneamente con el orden universal. Pero su intentio naturae, so pena de caer en antropomorfismo, no se extiende más allá de lo que muestra la experiencia. La luz solar, por ejemplo, tiene como fin propio iluminar, y al hacerlo posibilita la vida en la tierra. La finalidad de servir a la vida es un fin extrínseco para la luz, no el resultado de una intencionalidad natural intrínseca, como la que tienen los ojos para ver. Los seres inferiores «sirven» pasivamente a los superiores, con su propia consistencia y leyes autónomas. No son meros instrumentos, cuyo sentido se acaba en el fin instrumental (y por esto el universo no es una máquina), pero son instrumentalizables por seres más altos, que necesitan naturalmente de ellos. La utilidad de la luz es un hecho natural, no accidental, pero no porque el Sol tienda a ello, ni porque la naturaleza en su conjunto se oriente por sí misma a producir ese efecto admirable, sino porque los vivientes necesitan naturalmente de la luz y se sirven de ella. Y así se explica, en definitiva, cómo la totalidad de los seres irracionales sirve «naturalmente» al hombre.
La naturaleza del hombre es racional, y precisamente por eso supera a la naturaleza física. El hombre no es un ser natural entre otros, aunque sí lo es en su parte física. La razón es una potencia diversa de la naturaleza, porque no se mueve espontáneamente, ni tiene ya predeterminado lo que obrará. La razón tiene que descubrir la actuación más conveniente, más certera, para dirigir a ella su intencionalidad consciente. Con otras palabras, tiene que proponerse un fin, y luego excogitar los medios para alcanzarlo. La racionalidad lleva al esfuerzo, al trabajo, al vencimiento de la pereza, pues el orden no se impone espontáneamente en la vida humana. Si el hombre se deja guiar simplemente por sus impulsos físicos, biológicos, afectivos, en breve tiempo se presenta el desorden, incluso dramáticamente. Sus instintos no le dictan lo que debe hacer; para ello cuenta, en cambio, con su potencia racional. Con ella debe organizar su vida, defenderse de peligros, acometer empresas, y con ella puede también progresar indefinidamente y del modo más variado, mientras que en la naturaleza todo desarrollo ya está predeterminado en los principios naturales.
Sorprendentemente uno de los puntos principales en los que se apoya la defensa de los animales no es un razonamiento, sino el sentimiento de la compasión. El hombre la puede experimentar no sólo con respecto a sus semejantes, sino también con respecto a otras especies animales. Que exista este tipo de sentimiento es muy humano. La inteligencia humana, en las diversas situaciones, es la que tiene que juzgar hasta qué punto se debe dar cauce a los sentimientos y en qué ocasiones conviene estimularlos, moderarlos o luchar contra ellos. No sería humano considerar que los sentimientos, por el hecho de ser una cuestión no racional, no pueden tener voz en las actuaciones. Pero tampoco sería válido el polo opuesto: suponer que todo sentimiento “dulce” tiene un trasfondo de bondad moral y que, por eso, debe ser seguido. De hecho, muchos de los desquiciamientos éticos que observamos en la medicina actual se deben a sentimientos que han perdido el norte y desbordan lo razonable. Se impone, por tanto, emplear argumentos que permitan encauzar esos sentimientos del mejor modo posible. Tampoco se trata de que gobierne la razón como si la sensibilidad no existiera: el gobierno de la razón tiene que fomentar un nivel adecuado de sensibilidad para luego poder llevar a cabo el comportamiento adecuado. Ni la sensibilidad cerval de un niño ni la insensibilidad de un rudo son éticamente correctas. Emplear la carne de un animal o las plantas para comer está justificado, siempre que el comer se desarrolle dentro de los cauces de la recta razón, pues sólo así ese servicio de los seres inferiores contribuye a la perfección del hombre; otro tanto cabría decir de la posibilidad de abrigarse con las pieles de animales; y también del empleo de los animales para experimentación que traerá posibles beneficios a la salud humana. El problema de esta justificación clásica es que se ha hecho incomprensible gracias a cierta biología moderna y, especialmente, gracias a algunas interpretaciones globales de la naturaleza que se apoyan en las tesis darwinistas. Desde este punto de vista contemporáneo (y muy parcial), la naturaleza estudiada por la biología es un conjunto de cosas en el que el concepto de “más perfecto” o “menos perfecto” no tiene cabida. Sólo hay organismos, más o menos complejos, que interactúan unos con otros con las reglas de la dura lucha por la supervivencia y la selección natural.
Afortunadamente, el sentido común pervive en quienes no se han dejado infectar por este cientificismo, y pueden percibir lo evidente: el hombre es superior a los animales y plantas. Si hay un poco de sentido común, la justificación clásica se sostiene sólidamente.
Respecto al lenguaje humano y el lenguaje animal te recomiendo Filosofía del lenguaje de J. Nubiola y F. Conesa de la editorial Herder (1999).
Respecto a todas las cuestiones referentes a la conciencia, inteligencia, dignidad humana… etc, te recomiendo Las manifestaciones de la racionalidad de Luz García Alonso.
Haz clic para acceder a 01.%20Luz%20GARC%C3%8DA%20ALONSO,%20Las%20manifestaciones%20de%20la%20racionalidad.pdf
Disculpa tú también la extensión, pero como bien dices es necesario mostrar la verdad y no permanecer en el absoluto desconocimiento. Muchas gracias por comentar.
Muy buena respuesta, suscribo lo que dices Joan. La verdad es que el veganismo es un sentimiento respetable, pero de una filosofía nociva desde su raíz.
Que buen comentario haces al respecto Joan.
Toda la creación nosla colocó Dios para nuestro servicio, mas no para que abusemos de ella; pero nada puede igualarse en perfección, ni nadie hay trascendente, sólo la creatura perfecta de Dios: el ser humano.
Saludos Paula y P. Hector Rincón, muchas gracias por vuestros comentarios.
Joan Figuerola dice: «Resulta necesario decirte que el contraste entre el hombre y el animal es absolutamente radical, desde la determinación a la acción o el modo de sostener su existencia hasta sus movimientos, acciones, lenguaje, actos intelectivos o sus vivencias personales. Esta radical diferencia va desde lo estrictamente corporal y físico-biológico hasta lo espiritual y metafísico. «
Haces uso de la falacia ecológica:
La falacia ecológica es un tipo de falacia o error en la argumentación basado en la errónea interpretación de datos estadísticos, en el que se infiere la naturaleza de los individuos a partir de las estadísticas agregadas del grupo al que dichos individuos pertenecen. Esta falacia da por supuesto que todos los miembros de un grupo muestran las mismas características del grupo.
Argumento: «Todos los humanos…».
Saludos,
David.
Saludos David, ¿puedes razonar lo que has escrito? Gracias por comentar.
Comparto cuanto dices Joan. Sólo añadir un estudio interesante sobre la obsesión de las personas veganas: http://www.scielo.org.ve/pdf/alan/v57n4/art02.pdf
Saludos, recomiendo la lectura de «El hombre y el animal» de Leopoldo López Prieto
http://www.vidanueva.es/2008/09/05/el-hombre-y-el-animal/
Tan solos nos sentimos en este planeta que proyectamos nuestra esencia humana en otros seres vivos con los cuales tenemos algunas similitudes. Esto lleva a muchos errores de percepción e interpretación, como por ejemplo no reconocer la verdadera naturaleza de los animales si no es a través de nuestra propia imagen y cosmovisión. Pero la diferencia, por muy pequeña que sea entre ellos y nosotros es significativa, y el resultado: radical.
El hecho de descubrir que somos seres superiores, en mi opinión, no es un acto de prepotencia, como lo indican algunas personas con marcada tendencia a la misantropía, apañada en argumentos pseudocientíficos que tanto influye en nuestras sociedades. Pues el resultado de todo esta defensa de los animales, a fin de cuentas, es el desprecio por nosotros mismos. Una analogía bastante cómica es el personaje ficticio Poison Ivy, la hermosa y letal enemiga de Batman.
Mamá osa no puede hacer «empatía» con su presa, tiene que verla como un objeto para darle caza; porque si la equipara a su cría ambos osos morirían de hambre. Los seres humanos hacemos algo parecido, nos mostramos indolentes ante el sufrimiento de animales llevados al matadero. Degenerado sería que primero los tratáramos como humanos para luego «asesinarlos» sin piedad.
Algunos animales de crianza seguro se lo pasan mejor que sus homólogos en ambientes no controlados por humanos. En diversas especies de mamíferos muchas crías mueren a los pocos meses de nacidas. La muerte que tienen es horrible, basta ver los documentales naturalistas para darse cuenta. Hay que reconocer que el bosque, la pradera o la jungla son hermosos… infiernos. De no ser por lo criaderos y campos de cultivo ya hubiéramos arrazado con todas las especies de animales y plantas del planeta.
Me parece que ser omnívoro provee de ventajas frente a seres con alimentación muy especializada. De ser cierta la noción de que ya no prescindimos de los nutrientes que aporta la carne, es sólo una apreciación puramente biológica. Respeto la libertad de las personas que desee comer lo que quieren, pero también miremos otras implicaciones de tipo social y económico para darnos cuenta que no es posible dejar de consumir carne.
Un saludos Joan y perdón por extenderme demasiado.
Saludos David. Muchas gracias por la aportación a esta cuestión tan importante y de la que no se ofrece un merecido trato en los medios de comunicación. Gracias.
Un comentario breve…
Creo que es una generalizacion extrema decir «Sin duda, no les llamaría nazis, pero si subhumanos, porque serían capaces de desmantelar antes un matadero de cerdos que un matadero de nonatos humanos.»
He sido vegana desde que tengo 13 años y de todos los vegetarianos o veganos que conosco te puedo decir con certeza que ni uno preferiria antes ayudar a un cerdo que a un ser humano. Claro que no conosco a todos los que hay en el mundo y me imagino que muchos, como tu mencionas, si prefieren salvar la vida de un animal que de un humano, pero una inmensa mayoria diria que no. Yo personalmente te puedo decir que pienso que la organizacion de PETA me parece una completa estupidez, y estoy de acuerdo que pedirle a las personas que cambien su alimentacion es incorrecto, pero no todos lo hacemos.
Estoy segura de que probablemente ya consideraste esto, solo queria recalcarlo.
Y como dice el dicho en ingles, «To each, his own.»
Felicidades con la escritura y el blog, muy buen trabajo y contenido interesante!
Saludos Jesse, puede ser, sí. Estoy seguro de que no todos tienen el mismo pensamiento o actitud. Gracias por comentar.
http://hipertextual.com/2012/08/tienen-los-animales-conciencia-como-nosotros
Haz clic para acceder a CambridgeDeclarationOnConsciousness.pdf
Creeme, Stephen Hawking sabe mas lo que dice que lo que tu parloteas.
Antes de tener un Blog deberías informarte (Y) Ignorante.