Desmontando la explicación del azar

Publicado: 24 julio, 2010 en Ciencia, Filosofía

No se puede hablar de azar sin desprender una soberana carcajada. Defender el azar en la realidad no es más que pereza fisiológica y el conocimiento no tiene mayor enemigo. ¿Cómo se conservará íntegra la verdad ante semejante sistema de estupideces? Hay que deshacer el entuerto terminológico y las mentiras de las que se arman quienes defienden una realidad carente de finalidad. Para aproximarnos a la cuestión del azar se requiere aclarar los sentidos equívocos que revolotean en torno a la evolución. Cuando se habla de evolución, en la mayor de las veces, se refiere a la macroevolución, al hecho de que sujetos de una determinada especie produzcan seres de otra por generación; lo cual dista, de modo radical, de cuando la evolución se refiere a la microevolución, que es el hecho de que las ordenadas generaciones de los miembros de una especie puedan verse afectadas por diferenciaciones morfológicas o funcionales entre ellas. También es frecuente la falsa relación que se establece entre darwinismo – neodarwinismo y cualquiera de sus manifestaciones – y evolución. Por otro lado, hay que acercarse al concepto de creación cuya acción, dar el ser a todas las cosas, difiere en grado absoluto con el empezar a ser de lo creado, y es que tan creado es un ser desde el comienzo de su existencia como a lo largo del desarrollo de la misma. Convendremos, por tanto, que el proceso evolutivo debe ser creado para existir.      

 

La idea más común que se tiene de evolución anda afectada por el pensamiento y las ideas desarrolladas a partir de Darwin – ver las distintas entradas dedicadas en Opus Prima –. Según este modo de entender la evolución el origen de las especies acontece por la acumulación de variaciones genéticas (mutaciones) producidas al azar. Se da a entender, así, que la herencia que se transmite por generación no depende de todo el organismo, sino de una parte especializada que porta la información: los genes. No obstante, este supuesto paradigma ha sido desmontado por la ciencia, pues sabemos que los genes poseen innumerables interacciones más allá de la función copiar-producir. Sin duda, sostener eso puede ser útil para un profesor de primaria o para aleccionar a un neófito, pero ningún biólogo que se precie lo defenderá. La explicación del azar es una comprensión casera o infantil de las causas y el por qué de las cosas y su modo de ser y obrar. Por ejemplo, en un motor de explosión existen movimientos que son estudiados mediante la estadística, como ocurre con el movimiento de las moléculas de gas dentro del cilindro, que no se puede decretar a priori, mediante la aplicación de una fórmula, la velocidad y la dirección en la que se mueve una determinada partícula del gas en expansión, podríamos decir: estas moléculas se mueven al azar.     

Sólo un obtuso considerará que el movimiento de estas moléculas puede ser cualquiera. En realidad, los colectores de admisión están diseñados para que el gas siga en el cilindro una determinada dirección para facilitar tanto la combustión como el barrido de residuos. Por tanto, que estudiemos el movimiento de moléculas de gas a través de la estadística no quiere decir, para nada, que éstas se desplacen al azar. Lo que si se puede decir al respecto, es que cada nivel de observación tiene sus propias leyes, que pueden ser iguales o diferentes de las que sirven para explicar los niveles inferiores o superiores: de este modo la explicación de un nivel no se puede aplicar a otro por el hecho de que se hallen conexos; que la explicación de un determinado nivel se realice con leyes estadísticas no implica lo mismo para los restantes niveles; la explicación de un nivel básico no es la explicación de todo, por lo que se requiere el estudio de los distintos niveles de observación para aproximarse a una explicación científica completa.     

 

Alguien versado en biología sabrá que en dicha ciencia entran distintos niveles de observación; así encontramos en un ser vivo distintos niveles: moleculares, genéticos, proteínas, organelas, células, tejidos, órganos, sistemas. También, si salimos del organismo, tendremos las interacciones de los distintos individuos de la misma especie y sus relaciones con el medio, que se estudian independientemente de los niveles del organismo. Así, la aplicación de estos resultados sobre los niveles de observación a la evolución biológica llegamos a la conclusión de que en ésta pueden darse fenómenos que sólo la estadística pueda estudiarlos, como acontece con las mutaciones genéticas; sin embargo, no significa que se de azar, ya que tienen preferencia por determinados lugares del genoma, mientras que otros son prácticamente inmutables. Si estos fenómenos reciben una explicación científica se deduce que las mutaciones al azar no explican los cambios de forma de los seres vivos, pues estos pertenecen a otro nivel con sus correspondientes leyes. Establecer equivalencia entre gen y carácter es una simplificación. Pero en el caso de que sucedieran mutaciones al azar, esto no implica que otros aspectos del fenómeno evolutivo sucedan por azar, puesto que cada nivel de observación tiene su propia explicación.  

 

Aún con todo esto los escépticos y los moralistas de la nada ejercen a expensas de los datos irreductibles la falsificación del conocimiento y aplican el azar – propio del conocimiento común a priori, el de la apariencia – en el terreno de la evolución. Pero, como todo buen científico o, al menos, que se precie de ello, sabrá que es científicamente falso que las nuevas formas de los seres vivos se produzcan por azar, aunque tal fenómeno estuviese conectado con las mutaciones estudiadas a través de la estadística. Sería como sostener que los vehículos se mueven por azar apoyándose en que el movimiento de los gases en el cilindro es estudiado por la estadística. Una mirada detenida a la realidad muestra orden, regularidad y finalidad, pero para nada muestra azar. Consecuentemente, el azar no puede ser causa de las nuevas formas de los seres vivos sobre las que ejerce la selección natural. Por tanto, y algo que nunca ha estudiado el darwinismo – ni el neodarwinismo – es la cuestión de cómo se produce la evolución.  

comentarios
  1. Es una ley absoluta y natural q toda causa tenga su consecuencia. Por eso, resulta lógico cómo se van dando los acontecimientos (sean a nivel microscópico o el q sea). Esto indudablemente descarta alguna posibilidad de azar, pero qué bueno q hayas mencionado los niveles de observación porque son inaludibles al tema.

    Paralelo a eso, sucede q las personas le dan sus propias definiciones a los términos, en vez de las q, por ejemplo, ya ha establecido la RAE. Muchas personas no están equivocadas, pero otras las consideran así porque el diccionario de ambas es diferente.
    Cuando se habla de temas como estos, es necesario plantear qué significado es el q se les atribuye a las palabras en cuestión (evolución, azar). En esta nota, eso está muy logrado.

    Sólo una duda: ¿la «»»evolución»»» q plantea Darwin no hace a la microevolución?

    Saludos

  2. Saludos Martin. La cuestión es que la explicación darwinista o neodarwinista dista mucho del fenómeno mismo de la evolución, pero al ser la explicación más completa quese ha realizado de la cuestión la gente confunde las teorías de Darwin con evolución.

  3. Gloria dice:

    Totalmente de acuerdo.

    ¿Por qué existe algo en vez de no haber nada? Y ya que existe la vida, de dónde procede la materia. ¿Azar? La evolución ni incluye ni excluye a un Creador, pero la pregunta por el origen y el sentido último de todo se plantea también al hombre de ciencias, el cual no debe eludirla a pesar de no poder dar una respuesta científica.

  4. Saludos Gloria. Interesantes cuestiones las que planteas.

  5. Manuel Abeledo dice:

    Cómo escuece a los nacionalcatólicos que Darwin esté más vigente que el DI, una hipótesis acientífica…

  6. Saludos Manuel, gracias por tu comentario.

  7. JRE dice:

    Excelente escrito. Le felicito.

Deja un comentario