Internet y las redes sociales son el medio por el cual se informan, comunican y expresan la mayor parte de los niños y adolescentes occidentales. Estas nuevas tecnologías, usadas de forma adecuada, pueden ayudar a complementar su formación y a mejorar los resultados académicos. No obstante, como en el mundo real, también puede ser fuente de numerosos efectos negativos por su fácil acceso y por la falta de control que hay en ella.
Internet no es un simple medio, es un mundo paralelo, y algunos padres jamás sabrán que hace en ella su hijo de 12 años, qué páginas visita y, lo peor, con quién se comunica. Un amigo, profesor de escuela, me contó que durante una visita de unos padres estos le explicaron que en muchas ocasiones se comunicaban en casa con su hijo a través del Messenger, porque era imposible apartarlo del ordenador. Muy probablemente esta situación, real, no sea generalizada, pero refleja el nuevo contexto social en el que nos sitúan las nuevas tecnologías. Porque la red es un mundo real ningún padre debería dejar a su hijo a solas ante el ordenador, al menos no sin restricciones, hasta que tenga la edad o la madurez suficiente para juzgar qué cosas son positivas y cuáles no para su formación humana. No obstante, el mayor problema reside en los padres que, o bien son incapaces de educar y formar a sus hijos con responsabilidad o, en un mejor caso, no tienen una preparación suficiente para enseñar los beneficios, que no son pocos, de Internet y las nuevas tecnologías.
La falta de control de los padres sobre los hijos y la libertad de éstos para navegar por Internet han convertido a ésta en una especie de ciudad sin ley. Y una de las consecuencias ha sido y es la aparición y la proliferación de una nueva modalidad de acoso: el Cyberbullying. Esta práctica, desconocida por muchos padres y algunos profesionales de la educación, ha llegado a derivar en el suicidio de menores que se sienten totalmente desprotegidos. Según estudios recientes del Observatorio Estatal de Convivencia Escolar, en cada nivel educativo uno o dos alumnos son víctimas de acoso a través de las nuevas tecnologías, ya sea mediante fotografías, filmaciones, mensajes, etc. Es necesaria la creación de protocolos de prevención y de medios de actuación para atajar esta forma de acoso. Para ayudar a los hijos afectados por el cyberbullying es menester que tanto padres como docentes dispongan de una cierta preparación y de un aceptable conocimiento de las nuevas tecnologías y de las redes sociales para detectar con rapidez los focos de agresión que se puedan dar entre niños y adolescentes; más cuando la presencia de ordenadores en las escuelas es una realidad generalizada.
Si analizamos los modos de acoso entre menores, el cyberbullying es el más extendido. Hoy no hay un niño que no disponga de un celular, de una cámara digital o de un ordenador con acceso a Internet con cámara. Antes el acoso infantil discurría entre los muros de la escuela; en la actualidad los límites se han reducido hasta el extremo de que un niño puede ser acosado en su misma habitación por un compañero que esta al otro lado de la WebCam. Además, antes el acoso era entre la víctima, los agresores, y los reducidos testimonios; hoy, una fotografía de un niño con los pantalones bajados o un video en el que se veja a un chaval pueden ser vistos por millones de personas en todo el mundo. Por tal razones el cyberbullying es muy diferente del acoso tradicional, ya que genera mayor desequilibrio en el afectado, ya que sus verdugos pueden ser sujetos anónimos y los espacios de seguridad fácilmente vulnerados.
Fuentes:
– Campbell M (2005). Cyberbullying: An old problem in a new guise? Australian Journal of Guidance and Couselling, 15, 68-76.
– Chishlom JL (2006). Cyberspace Violence against Girls and Adolescent Females. The Annals of the New York Academy of Sciences, 1087, 74-89.
En EEUU el acoso mediante las tenologías afecta a 1 de cada 3 chicos y en muchos casos, como mencionas, la historia termina con el suicidio del desdichado.
Hay modos de evitar el cyberbullying y pasa por evitar los perfiles públicos como ocurre en Facebook, por ejemplo. Si un niño se encuentra una foto de alguien que le cae mal, su escasa edad y su falta de juicio moral le pueden llevar a hacer bromas que no lo sean tanto. Los adolescentes en Internet ofrecen demasiada información personal, datos, fotografías, filmaciones… que son una ventana abierta a mofas, robo de identidad…