Izquierda-Ezquerra ha presentado una moción en el Parlamento de Navarra en la que se insta al Gobierno de España a denunciar los Acuerdos del Estado con el Vaticano. La moción se debatirá hoy en la Comisión de Economía y Hacienda del Parlamento de Navarra. Por su parte, las Juventudes Socialistas reclaman en la ponencia política de su 24º congreso, que se celebrará este próximo fin de semana, que se suprima la casilla de la Iglesia en la declaración del IRPF con el fin de alcanzar una sociedad “radicalmente laica”.
Todo debate sobre la laicidad debe tener presente que la sociedad no es, en ningún caso, la simple suma de ciudadanos, sino que en ella se expresan toda una ristra de estructuras – la familia, por ejemplo – y comunidades de distinto carácter – religioso, agnóstico, ateo, político, económico, etc. –. Por tanto, el Estado laico nunca puede ser insensible respecto a las distintas identidades y manifestaciones culturales y, menos aún, a los valores fundamentales y tradicionales que son el fundamento de cada sociedad y los pilares sobre los que se arma la convivencia democrática, el Estado de derecho y el mismo Estado.
El dilema del Estado laico descansa en cómo organizar y ordenar de modo ecuánime las diversas identidades y sus respectivas diferencias, en muchos casos diametralmente distantes, sin que se vea afectada la convivencia y sin eludir que la sociedad es, siempre, la relación de un ‘yo’ con un ‘tú’ que pueden tener o no una misma cosmovisión pero que comparten, por el simple hecho de ser personas, la misma dignidad y, en consecuencia, el mismo derecho originario.
La sociedad, repito, no es la mera suma de individuos sino una determinada serie de ‘yos’ con una distinta o semejante cosmovisión; distinción y semejanza que da vida, en convivencia, a la sociedad y a sus respectivas instituciones. Así, en el cómo se organice el Estado laico y democrático debe tenerse en cuenta y reconocerse la convicción de cada persona y comunidad de modo que la persona creyente o la atea, por ejemplo, pueda actuar en la vida civil sin transgredir sus convicciones reconociendo a todos los mismos derechos y obligaciones. Al mismo tiempo tales convicciones deben adecuarse, con armonía, respetándose el arraigo que cada una pueda tener en esa sociedad con el fin de establecer el más conveniente diálogo entre ellas, pues el resultado de ello será la obtención del bien común.
Es importante, pues, que en la construcción del Estado laico exista el acuerdo y no la imposición por parte de las distintas instituciones del reconocimiento de la pluralidad y la particularidad al mismo tiempo de cada sujeto y de cada comunidad que participan en la construcción de la sociedad civil y de la vida política. En este sentido lo que proponen las Juventudes Socialistas e Izquierda-Esquerra no es un Estado Laico en cuanto que niegan una determinada cosmovisión vivida por millones de personas y en cuanto que interpretan, equivocadamente, que los criterios que inspiran el Estado son neutros cuando, en realidad, se inspira y configura en valores diversos. Un Estado antirreligioso nunca será un Estado laico ni permitirá a su sociedad alcanzar el bien común.
Por otro lado las personas creyentes también se encuentran obligadas a entender la separación Iglesia-Estado y a trabajar por la consecución de un correcto Estado laico. Por este motivo el cristiano, sin renunciar a la verdad que postula, debe situarse en la visión del ‘otro’ de lo contrario se convierte, también, en un sectario y en un ‘radical’. Desde la convicción de la existencia del bien común el creyente debe proponer, sin imponer, su consecución, anunciando, para ello, el Reino de Dios en el que todos están invitados a vivir. Desde este punto de vista, la contribución del cristianismo es un beneficio para la sociedad en cuanto postula el valor absoluto de la persona creada a imagen de Dios.
Así es como debería ser un verdadero Estado laico. En cuanto a la casilla de la Iglesia seguiré el consejo de Cáritas:
http://www.caritas-sevilla.org/modules/news/article.php?storyid=690
Ahora resulta que el problema de España es la Iglesia cuando, por desgracia para unos, su labor social es la única solución para muchas personas.
Saludos.
Cristina, bien hecho si esa es tu convicción.
Sigfrid… toda la razón. Algunos deberían analizar su antirreligiosidad. Puede ser causa de patología.
Gracias por vuestros comentarios.
Hay personas empeñadas en que el mundo sea como ellos quieren sin los que piensan diferente.
Entre ellos, Rouco Varela y todos aquellos curas que día sí y día también, culpabilizan y demonizan a las mujeres que abortan o a las personas homosexuales, aunque no seamos de su club….
De hecho, el estado laico se basa precisamente en eso: En vetar a la Iglesia de la vida política, que no es lo mismo vetar al ciudadano.
Podés argumentar cualquier cosa en contra del aborto por ejemplo, lo que no podés hacer es decir que es malo porque Dios así lo dice («Interpretando» para ello algunos versículos).
Es decir, lo que el Estado Laico busca consolidar la democracia a partir de la argumentación de la razón, no sostener ideas por razones religiosas.
El problema con llamarlo antirreligiosos es pensar que la religión debe ser necesaria, bajo el argumento que siempre ha existido alguna y que por eso es buena.
Saludos.
El estado laico no es vetar a la Iglesia, sino separar Iglesia-Estado, que es muy diferente.
La razón por sí no lleva a negar a Dios. Vetar a la Iglesia es vetarla desde planteamientos ideológicos incluido el ateísmo.
Gracias por comentar.
VTacius, La verdadera “laicidad” en un Estado democrático estriba en que si bien no existe a nivel oficial un pensamiento filosófico ni una religión oficial, ello es justamente para que todos podamos expresar nuestro pensamiento y practicar nuestro culto y no para se deforme en “laicismo”, es decir, en la afirmación de la imposibilidad de conocer ninguna verdad y en que todo es válido, relativo y subjetivo.
Perdona, si la iglesia se empieza a entrometer en la vida política de un país, debe ser vetada de inmediato. A los cristianos no les gustaría que el lobby islámico promoviera leyes para hacer del uso de la burka obligatorio. Pues lo mismo: El estado no debe promover políticas -por mś buenas que sean- por razones religiosas, porque en ese caso faltara poco para que puedan promover sus políticas malas, que bien sabemos los nefastas que pueden ser.
Sobre @Cristiana., esta claro que el estado admite la libertad de culto. El problema es que esa libertad de culto no puede hacer surgir política, bajo ningún motivo.
Saludos VTacius.
La Iglesia, como cualquier institución o persona puede expresarse libremente, dar su opinión. Lo contrario es una sociedad totalitaria de pensamiento único.
Muchas gracias por comentar.
Pero siempre recuerda que es sólo eso: una opinión, tan sujeta a ser refutada como cualquier otra.
Las religiones son totalitarias por naturaleza. Pregúntele sino a todos los movimiento de obispos que han querido una reforma en el tema de la castidad, para ejemplo.
Irónico que una democracia acepte comentarios de organizaciones de este tipo.