Desde tiempos antediluvianos se busca comprender la afectividad humana, esa zona misteriosa que tanta importancia tiene en el devenir existencial de la persona. Desde el siglo XVIII se estudia la parte subjetiva – el sentimiento (subjetivo) y no el mero sentir (objetivo) – de manera directa aunque el mundo de los afectos presenta la dificultad de la definición puesto que el sentimiento no es materia de intelecto, aunque en verdad tanto la sensibilidad como el intelecto se encuentran relacionados – aunque ni uno ni otro pueden explicarse con términos del otro.
La característica principal de los sentimientos es la subjetividad. Los afectos tienen la capacidad de experimentar íntimamente las realidades extrínsecas y de auto-experimentarse. Otro aspecto propio es la imposibilidad de observar el resultado de los afectos en el ser del hombre. De todos modos algunos autores distinguen entre emoción, sentimientos y estado de ánimo – aunque la distinción no es clara – para poner algo de orden en una cuestión tan compleja como abstracta. Desde el enfoque antropológico las emociones y los sentimientos son la valoración subjetiva de una realidad externa con respecto a las propias inclinaciones.
Los afectos son tanto una valoración de la realidad como de las propias operaciones del ser humano. Los sentimientos se encuentran presentes en todos y cada uno de nuestros actos conscientes que, a su vez, perfeccionan. Cuando nuestros actos son perfectos y completos nuestro sentimiento es placentero, pero cuando son imperfectos e inacabados nuestro sentimiento es de desagrado; por tanto, la afectividad es la conciencia de la armonía o disarmonía entre la realidad y nuestras tendencias.
La afectividad siempre tiene una causa, ya sea el miedo o la alegría hacia una realidad, una reacción hacia esa causa a modo de perturbación anímica – impresión subjetiva de la realidad externa – que produce en cada persona unos síntomas físicos que revelan la unidad indisociable entre el cuerpo y el espíritu. Estas alteraciones pueden ser de distinto tipo: reacciones viscerales de las funciones fisiológicas – respiración, ritmo cardíaco, presión arterial, digestivas y endocrinas como las glándulas lacrimales –; reacciones musculares – escalofrío, temblor – reacciones expresivas – mirada, risa – y motoras – puesta en movimiento de los músculos y el esqueleto –. Las emociones se manifiestan en el marco de la conducta humana y se rige por el esquema atracción – rechazo.