Elton John, madres de alquiler y ‘hombres’ embarazados

Ayer me enteré de que Elton John es padre gracias a una madre de alquiler. De inmediato me vino el caso de una mujer mexicana que se convirtió en madre y abuela al mismo tiempo. La historia de esa mujer es esperpéntica pero forma parte de una incipiente moda respaldada por determinada ideología y por determinados ‘intelectuales’. Su hijo quería ser padre pero no podía concebirlo de manera natural, es decir fruto del amor con una mujer, por la sencilla razón de que es un hombre con tendencia homosexual. Por tanto, se veía obligado a recurrir a una madre de alquiler que estuviera de acuerdo en fecundar in Vitro, pero muchas de estas mujeres terminan por querer al hijo que están gestando a no ser que seas Elton John y tengas dinero. En consecuencia, la madre de este chico homosexual se ofreció para gestar a quien sería su hijo y nieto mientras él pico en la puerta de su mejor amiga no para pedirle sal o leche, sino sus óvulos. Esta historia parece de película y algunos la clasificarán de romántica incluso, pero de bien seguro que nadie ha pensado en ese hijo (David) y en su felicidad. David tiene una madre que al mismo tiempo es su abuela; otra madre que donó su material genético, y un padre que posiblemente tenga una relación de pareja con otro varón. Sin duda estas personas le querrán mucho pero no se hallan los elementos adecuados para que David desarrolle una personalidad integral bien estructurada.     

Antes he hablado de ideología. Hoy existe el convencimiento de que la bandera del arco iris es el símbolo universal en la defensa del derecho a la igualdad de las personas, ya que el crucifijo no puede exhibirse a la luz quizá porque hay muchos vampiros sueltos. Pero cuando se tiene esa consideración respecto de la bandera gay lo que se quiere transmitir es el deber cívico – no moral, de eso ya no se entiende – de fomentar la homosexualidad hasta el extremo de permitir actos contrarios a la naturaleza. Hoy los homosexuales tienen derecho a tener hijos y no mediante relaciones heterosexuales; en cambio, un nuevo ser concebido no tiene derecho alguno y puede ser asesinado hasta que no cumple unas determinadas semanas de vida – aunque si algún día se logra descubrir si uno nace homosexual es posible que a estos embriones no se les aborte por eso de la defensa del derecho a la igualdad de las personas –.    

Luego nos encontramos con casos aún más esperpénticos como los de Thomas Beatie o Rubén Noé Coronado, dos mujeres con una alteración psicológica que por obra de la cirugía y la testosterona se aceptaron como varones pero manteniendo sus órganos sexuales femeninos. La primera ha tenido tres hijos, la segunda perdió a sus gemelos en un aborto. Pero aquí ya nos topamos con la ideología de género, que está por encima de la Constitución – para no citar la Biblia y que me tilden de retrógrado – la cual manifiesta que el sexo hace referencia a la biología, pero que el género no es más que una construcción sociopolítica y que cada persona es libre para ser, siguiendo a Frankenstein, un hombre o una mujer más allá de su azaroso material genético. Bienvenidos al circo de los horrores.