El valor del compromiso para el desarrollo de la vida humana

Publicado: 10 marzo, 2009 en Libertad, Modos de vida, Pensamiento

La valía de una persona puede medirse por el número de sus vínculos. Ciertamente, quien no vive por algo jamás morirá para nada. Vivimos en una época arrebatada por la levedad. La lectura de los idealismos del siglo XX, la mayoría de ellos inscritos en la historia con sangre, ha sido no tomar nada en serio. Hoy ya nada es importante, es más, hoy nada puede ser trascendente y cuando alguien habla de valores absolutos es tildado de fanático con suma facilidad. Tampoco se puede sostener el estandarte de la verdad ni pronunciarse con vigor sin ser considerado un fundamentalista. La libertad, el compromiso moral y la verdad son extrañas compañeras de viaje. Los caminantes del siglo XXI son desterrados de la realidad, espectadores de su propia existencia.

 

 

La ausencia de compromiso convierte la elección en una trivialidad. Cuando la decisión es aleatoria la acción carece de sentido último y su prolongación en el tiempo está marcada por la fugacidad. Bertol Brecht decía que un hombre y una mujer podía vivir toda la vida con un mismo ideal, hoy los cambiamos cada noche al desvestirnos. Pero una vida sin compromiso es una existencia autómata, instintiva, porque es el ineludible compromiso lo que nos configura como personas y lo que nos permite desarrollar una auténtica vida plena, marcada por el sino de la libertad que nos abre a realidades trascendentes que sólo puede alcanzar la razón humana.

 

 

La vida misma, esa pregunta inexorable que se halla en nuestro interior, exige el compromiso, alzar la vista hacia el dintel del templo de Delfos y conocernos mediante nuestras elecciones. La vida es un compromiso con nosotros mismos y con los demás, porque, en cuanto humanos, compartimos un mismo fin que no es aleatorio ni circunstancial, sino real y concreto: la felicidad, esa plenitud de vida que bien dibujó el Estagirita en su libro de Ética. Por eso, quien no se compromete no puede vivir como un Dios, sino como una bestia, porque no alcanza en su devenir la religación con su destino trascendental.   

 

comentarios
  1. Sara C dice:

    Me encanta.

  2. Saludos Sara C., gracias por comentar.

  3. Cecileo dice:

    Sólo el compromiso con algo nos hace soñar.

  4. Elizabeth dice:

    Excelente publicación.

  5. Saludos Elizabeth, muchas gracias por comentar.

  6. Lolo dice:

    Buen artículo

  7. Saludos Lolo, muchas gracias.

  8. jhonatan dice:

    Muchas gracias, me sirvió de mucho la tarea me salió un 10. Muchísimas gracias

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