El análisis del concepto de libertad es indispensable para entender el hombre. En la cultura occidental contemporánea domina la idea de que se es persona cuando se ejerce la propia libertad, es decir, cuando ningún agente externo constituye un impedimento para hacer aquello que queremos. La historia, en especial la época moderna, muestra el incansable esfuerzo por alcanzar la libertad desprendiéndose de las cadenas que oprimen, sobre todo las de carácter político y económico. A esta ausencia de coacción se la denomina libertad de, que en sí es un sentido negativo de la noción de libertad porque esta no es un fin, sino un medio por el cual el hombre es capaz de autodestinarse en su radical apertura a la realidad; así, el sentido positivo de la libertad, por tanto, se denomina libertad para. El hombre, en efecto, es dueño de sus actos, pero también es responsable de ellos, es decir, es susceptible de recibir juicio al respecto en cuanto que se realiza mediante un determinado comportamiento ético.
“No te di, Adán, ni un puesto determinado ni un aspecto propio ni función alguna que te fuera peculiar, con el fin de que aquel puesto, aquel aspecto, aquella función por los que te decidieras, los obtengas y conserves según tu deseo y designio. La naturaleza limitada de los otros se halla determinada por las leyes que yo he dictado. La tuya, tú mismo la determinarás sin estar limitado por barrera ninguna, por tu propia voluntad, en cuyas manos te he confiado” (Pico della Mirandola, “Discurso sobre la dignidad del hombre”). No somos sólo naturaleza, al hombre “le ha tocado un destino trágico: ser parte de la naturaleza y, sin embargo, trascenderla” (Erich Fromm, “El miedo a la libertad”), pues no le es dada ni impuesta su forma de vida como le es dado e impuesto al animal la forma de su ser, sino que tiene que elegir en todo instante la suya (Ortega y Gasset, “El tema de nuestro tiempo”). Está, en defintiva, condenado a ser libre (Sartre, “El ser y la nada”), a encontrarse en cada instante ante una decisión (Heidegger, “Ser y tiempo”), pero no ante una decisión cualquiera: “si quieres realmente ser, tienes necesariamente que adoptar una my determinada forma de vida [….] porque no puedes ser verdaderamente sino el que tienes que ser, tu auténtico ser” (Ortega y Gasset, “El tema de nuestro tiempo”). (más…)