La necesidad de despertar la conciencia de ser pecadores

Publicado: 22 marzo, 2010 en Religión

El cristiano ha de humillarse delante de Dios entregándose con dignidad a la gracia, que se ofrece a todos los pecadores. De este modo uno vive feliz, ama a los suyos, educa a los hijos con alegría y goza de la existencia entregado a su profesión. Y todo esto porque el cristiano no se sostiene en Cristo por su sola fuerza, sino que es el interminable amor de Dios el que sustenta a quien le reconoce de verdad. El cristiano auténtico, el que vive una vida dichosa es el que se humilla bajo la exigencia del plan de Dios.

 

Esta exigencia no son estrictas normas morales como podemos ver en Kant, por ejemplo. Tampoco es algo terrible y pavoroso que deba desecharse porque solo un perturbado o enajenado mental la podría contemplar. Ser cristiano realmente sólo exige una cosa: la conciencia real del pecado. Cuando el cristiano se reconoce pecador y humildemente y con toda dignidad se acerca a Dios, su vida se transforma en gracia, misericordia y amor. Si no se entiende esto el cristianismo se torna en una realidad sin pies ni cabezas, realmente espantosa. Accedemos a un club mediante la afiliación, en cuanto al cristianismo, la única puerta de acceso es la de la conciencia de pecado. Es la conciencia de pecado que empuja al cristiano a acercarse a Dios.

 

Hoy, quien más o quien menos, ha abolido el significado y el alcance real del pecado. En muchas conciencias se ha rebajado la verdadera dimensión del pecado reemplazándolo por una serie de normas a cumplir por las cuales uno cree que ya cumple. Pero no es suficiente con ser buena persona y cumplir con los mandamientos del Padre, porque ser cristiano no es eso, el cristianismo, como ya he dicho, no es el cumplimiento de unas normas morales; esas normas morales ya se inscriben implícitamente en toda vida auténticamente cristiana.

 

Incluso en muchos sectores del cristianismo se ha suplantado, no siempre con mala intención, la concepción del pecado con la idea del amigo Jesús. Esta actitud, lejos de ser una verdadera comprensión de la vida cristiana y de su sentido trascendente, parece más bien una muestra irrespetuosa del alcance real de Dios, al pretender inmiscuirlo en eso que se llama fraternidad universal. Jesús no es simplemente el buen amigo, como lo son los amigos que podamos tener en la vida. Porque a esos a quienes denominamos amigos, por distintas circunstancias de la vida, podemos dejarlos de considerar como tales. Sólo la conciencia de pecado establece los verdaderos lazos de unión del hombre con Dios. Es el pecado del hombre el que establece la respetuosa majestuosidad con la que se ve y nos dirigimos a Dios.

 

Por esta razón, para ser verdaderamente cristiano no hay que acercarse a Dios con el curriculum vitae y mostrar el número de doctorados que se puedan atesorar, sino con un corazón sencillo dispuesto a humillarse con toda dignidad reconociéndose pecador y reconociendo, por tanto, el carácter absoluto y respetuoso que merece Dios. Si falta el humilde convencimiento de ser pecador la vida cristiana resultara cargante, pesada, y carente de sentido, y se abandonará el cristianismo de la misma manera fría y distante con la que se entró.   

comentarios
  1. ivanpok dice:

    Es interesante que no solo el cristianismo haya utilizado el recurso de un enemigo inexistente para despertar el miedo
    entre sus seguidores y así inspirar devoción, si no que también haya despreciado de forma infame la condición humana llenando a los indiviuos de culpas y complejos. En la culpa se despierta un círculo vicioso que hace que el individuo vuelva de nuevos a sus «malos hábitos», que en la mayoría de los casos son repudiables e inaceptables. Sin embargo cuando no se reflexiona sobre ese sentimiento de culpa socialmente extendido y se pre-juzga al individuo como pecador, malo, indeseable, falto de gracia.

    Contradictoriamente a lo que plantean los mismos teológos, sobre la conciencia de ser pecadores, «sentirse necesitados de la gracia de dios», ellos mismos afirman que donde hay pecado no está dios. Pues bien es en este sentido que la violencia sútil del cristianismo, que ya hoy no se presenta en cruzadas ni en guerras santas, se expresa mediante la negación del individuo y la arrogancia del que mira al resto, pretendiendo conocer la verdad y la salvación.

    Esta violencia tiene ejemplos dramáticos e interesantes que podemos analizar en detalle: Por ejemplo las manifestaciones públicas contra el aborto, la homosexualidad y una educación liberal en materia de sexualidad. En EE.UU por ejemplo los grupos fundamentalistas cristianos llegan al extremo de asistir a funerales de personas homosexuales que mueren de SIDA, afirmando que es un castigo de Dios y que las almas de ellos están en el infierno. Está violencia sútil que coloca a unos en un pedestal como «santos» y a otros en una picota pública como «pecadores», es contradictoria con el supuesto amor de Dios que dice amar a todos por igual y afirma que no nos comportamos como santos por libre albedrío si no por gracia. Es decir Dios quiere a unos más que a otros y por esa gracia les permite ser santos y a otros no los quiere y por eso no les da esa gracia de serlo y estar junto a él.

    En buena hora los ateos hemos descubierto que esas discriminaciones de «santo», «pecador» son arbitrarias (No será algo exclusivo de los ateos, sin embargo hay que reconocer la buena lógica atea que hay tras el hecho de amar y respetar a todos por igual, incluso al que ha matado, al que ha robado, al que ha mentido y al que vive esclavo de sus vicios). Si podemos mirar más allá de nuestras acciones descubriremos que son nuestras circunstancias las que nos forman
    («Yo soy yo y mis circunstancias» Gasset) y que lo que somos no dependió nunca de una decisión de ser pecadores o santos.
    O es que fue por la gracia de Dios, excluyente, que salva a unos y a otros despecia?

  2. Saludos Iván.

    El cristianismo no utiliza el recurso de ningún enemigo inexistente como insinúas como han hecho algunas ideologías de corte totalitario, como el fascismo, el comunismo o el socialismo. Tampoco hay desprecio por el ser humano… harías bien en recordar, por tu buen semblante intelectual, que el concepto “persona” y su “dignidad” aparece por vez primera y únicamente en la historia de la humanidad con el cristianismo – por si lo habías olvidado u obviado intencionadamente –.

    El sentimiento de culpa del que hablas no se refiere, en el caso del cristianismo, a ninguna desvalorización de la persona humana, todo lo contrario, significar que ante la presencia atrayente de Dios, el hombre descubre su pequeñez (Ex 3, 5-6) y que es pecador – debido a la dimensión moral, a la libertad del ser humano –: Jesús dice: “no he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mc 2, 17). Así que tu problema no es con el cristianismo, sino que es con Dios, al que no reconoces al no recibir en ti el anuncio de la Buena Nueva.

    Hablas de arrogancia. No creo que haya mayor arrogancia que la del hombre que no reconoce a su Creador. Para que lo puedas entender te recomiendo la lectura de Crimen y Castigo, seguro que esa gran novela despierta tu comprensión acerca de la culpa. Y ya que he introducido a Dostoievski, este gran escritor ruso decía que lo único que el hombre puede hacer es arrodillarse ante Dios. Pero claro está, antes hay que superar la vanagloria.

    Hablas de SIDA. Te recuerdo que la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana atiende ella solita o mediante ONG’s católicas a más del 30% de los afectados por el SIDA en el mundo. Ninguna institución, ni gubernamental, confiere tanta ayuda al ser humano. Si encuentras otra institución ruego que me lo indiques.

    Dios salva a quien quiere ser salvado. Ama tanto al hombre que le da tal potestad, mira por donde Iván, de salvarse o de condenarse.

  3. ivanpok dice:

    Quiero detenerme en esa frase tuya de que «Dios salva a quien quiere ser salvo». Piensas tú que hay alguien que quiera condenarse? Es probablemente que honestamente pienses que sí hay gente que quiera elegir la condenación y que conscientemente (asumiendo la lógica cristiana) nieguen el amor de un ser trascendente por resentimiento o simple orgullo. Sin embargo ¿No te parece que es injusto permitir que ese ser humano que reniega del amor de Dios se condene? No será probable que reniegue por que no tiene consciencia de su actitud? En ese caso estaría en una circunstancia existencial de desventaja frente a aquellos que serán salvos y conocen «el amor de Dios» ¿Es culpable acaso esa persona de su circunstancia existencial que le hace renegar de ese Dios?

    Aquí probablemente me enfrente a una lógica (de tu parte) un poco persistente que insista en la libertad humana y en la capacidad de tomar decisiones, aún así te invito a que reflexiones sobre ese Dios tuyo que no salva a aquellos que sus circunstacias existenciales les hacen negar ese amor de Dios. Si Dios es tan bueno por que no me salva de mi propia decisión de renegar de su amor? Acaso no me enfrentaré a un infierno eterno indeseable para mí? Considero que este tipo de reflexiones deberían tenerlas más en cuenta los teológos, pues ya en la teología protestante liberal el infierno parece no existir… Y si no hay argumentos fundados para creer en el infierno, cuáles son las razones para creer en el cielo o en Dios?

    Admiro la buena fe (Buenas intenciones) de los creyentes cristianos como tú, que tienen el valor de informarse, indagar y preguntar, pero deberíamos poner todas las preguntas y problemas sobre la mesa, y sobre la base de interpretaciones serias de los que hacemos estas preguntas a los creyentes, ser capaces de ahondar en la reflexión de un Dios que es impotente para salvarnos a todos, aún cuando nos «ama» eternamente y desde la eternidad. En ese sentido Dios no sería todopoderoso, y entonces ¿cuál es la lógica sobre la cual se sustenta el univesro cristiano que con tanto fervor construyeron Tomás de Aquino, Agustín de Hipona y el mismo Ratzinger?

    PD: No conozco una institución no gubernamental que como la Iglesia Católica tenga tantos programas de ayuda humanitaria. Es de hecho la Institución religiosa más grande (numerosa en fieles) sobre el planeta. Empero esto no significa que otras religiones e instituciones de carácter laico no puedan hacer lo mismo. Es algo que más bien reivindica la frase de Camus «En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio».

  4. Saludos Iván.

    Dios no predestina a nadie al infierno. Para que eso suceda es necesaria una aversión “voluntaria” (como recoge el Catecismo) a Dios persistente en la persona hasta el final. No se si lo sabes, pero en la Eucaristía la liturgia recoge una plegaria donde la Iglesia (todos los cristianos) implora la misericordia divina para que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión: “Acepta Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos de toda tu familia santa, ordena en tu paz nuestros días, libéranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos” (MR, Canon Romano, 88). Te recomiendo la lectura de los puntos 1038 a 1050 (Juicio Final) del Catecismo de la Iglesia donde comprenderás todas estas inquietudes que planteas.

    “¿No te parece injusto permitir que ese ser humano que reniega del amor de Dios se condene?”.

    Dios nos hace enteramente libres. No somos marionetas para Dios, sino hombres libres, y por nuestra libertad podemos amar o rechazar a Dios.

    “¿No será probable que reniegue porque no tiene consciencia de su actitud? Una persona que no esté enajenada tiene conciencia de sus actos. La conversión y la penitencia son medios útiles para la reconciliación con Dios. Son el antídoto que nos libera de nuestras faltas y nos preserva del pecado mortal.

    “Aquí probablemente me enfrente a una lógica (de tu parte) un poco persistente que insista en la libertad humana y en la capacidad de tomar decisiones, aún así te invito a que reflexiones sobre ese Dios tuyo que no salva a aquellos que sus circunstancias existenciales les hacen negar ese amor de Dios. Si Dios es tan bueno por que no me salva de mi propia decisión de renegar de su amor? Acaso no me enfrentaré a un infierno eterno indeseable para mí? Considero que este tipo de reflexiones deberían tenerlas más en cuenta los teológos, pues ya en la teología protestante liberal el infierno parece no existir… ¿Y si no hay argumentos fundados para creer en el infierno, cuáles son las razones para creer en el cielo o en Dios?”.
    Si Dios interviniera en las decisiones del hombre modificándolas rompería las leyes mismas por las cuales te hace libre. Para salvarse es necesario creer en Cristo y en el Padre, que le envió.
    “Si Dios es tan bueno por qué no me salva”. Dios ha dado tanta importancia a la salvación de hombre que ha enviado a su Hijo para que todos los hombres se puedan salvar. La Buena Nueva anuncia que Jesús es el Salvador de todos los hombres, que todos necesitan salvación y que la salvación es ofrecida a todos gracias a Cristo en la Iglesia. La Iglesia de Cristo es el “lugar” que Dios ha querido para convocar a todos los hombres para su salvación. Por ello es tan importante la evangelización para que todos conozcan el anuncio de la salvación y vivan la Palabra de Dios – por tu interés te recomiendo la lectura del Evangelio y el Catecismo si no lo haces ya y frecuentar la parroquia más cercana a tu casa para apaciguar tus dudas –.

    No solo no gubernamental, tampoco creo que ningún gobierno por sí mismo o institución gubernamental del mundo, como la ONU, ofrezca tanta ayuda al hombre.

    Muchas gracias por comentar.

Deja un comentario