No hay día en que los medios no informen de un trágico suceso: guerras, atentados, crímenes. Sin embargo, no hace falta salir del ámbito familiar o del círculo más cotidiano para encontrar la presencia de la discordia, la disputa y la ofensa entre las personas. A la luz de los hechos parecería que la naturaleza del hombre se halla dispuesta a generar injusticia en vistas a alcanzar un erróneo beneficio particular. El egocentrismo nos separa del amor, que es el justo modo en que deberían tratarse los seres libres que gozan de una dignidad incondicional.
Los cristianos y todas las personas en general que siguen cualquier sistema de pensamiento y acción compartido por un grupo, que da al individuo una orientación y un objeto de devoción, no escapan de la posibilidad de transformar este sistema en una ideología susceptible de generar injusticia. En este sentido, y en particular los cristianos, hemos de ser conscientes de que la paz se encuentra en el centro del mensaje revelado en el Evangelio: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor” (Lc 2, 14), que son todos, la entera humanidad. (más…)