El arte para Platón tiene la capacidad de conducir hacia los trascendentales, lo que es común a todas las cosas – la verdad, el bien y la belleza –; para Aristóteles (“Poética”) no sólo supone una imitación de la vida y del obrar humano por lo que expresa verdades cognoscitivas y éticas, sino que resulta «más verdadero y universal que la historia” misma. ¿Compartimos la idea de que el arte es moral? A priori, ante una obra ésta siempre despierta una serie de emociones de rechazo o admiración – cierto, también cabe la indiferencia –. Estas emociones, sean subjetivas u objetivas, ¿hacen susceptible al arte de un juicio ético? Hay quienes consideran que el arte se sitúa al margen de la moral y apelan como argumento a la libertad de expresión, a la estética, o a la independencia de la realidad.
Ahora cabe preguntarse si en pos de la libertad de expresión la obra de arte se halla absuelta de todo juicio ético. Si nos aproximamos a la dimensión fundamental de la libertad apreciamos que ésta nunca es un fin en sí misma, sino que apunta al dominio de los actos humanos, que son todos aquellos susceptibles de una valoración ética. En su sentido último la libertad y la moral son inseparables, pues sólo las acciones libres son morales y sólo las acciones morales son libres. Así, la libertad no es el simple ejercicio autónomo de una voluntad sin límites, sino que donde opera el ejercicio libre interviene de modo intrínseco lo moral: el sujeto de lo moral es siempre y en exclusiva la voluntad libre y racional, que es dueña de sus actos y responsable de ellos ante un juicio ético. En consecuencia, la verdadera libertad de expresión no puede desligarse de la ética, pues es la manifestación de la acción libre y moral del artista cuyo fundamento y límite es la incondicional dignidad humana. (más…)