El hombre es un ser eminentemente social. La identidad de cada uno de nosotros se constata frente a la del otro; en este sentido, es posible el ‘yo’ porque enfrente hay un ‘tu’ que lo reconoce. En ese instante nace la comunidad, cuyo único fin es la vida plena sumida en el bien. La política, en efecto, no surge sólo como una herramienta para organizar la vida en común, sino que fundamentalmente para asegurar el bien de todos y cada uno de los miembros de la ciudad. Así, el bien común garantiza el desarrollo integral de la persona de acuerdo con su estatuto ontológico.
El objeto de la vida del ser humano es alcanzar su debido fin. Por esta razón, la vida en sociedad no puede tener otro propósito que el bien de la persona. Todas las instituciones, tanto las del Estado como las civiles, deben procurar el bien común bajo la idea irrenunciable de que el hombre es la razón y fin de la vida social. Bien lo expresa el Estagirita en su ética al remarcar que el bien de una persona es algo deseable, pero más hermoso y divino conseguirlo para un pueblo, es decir, para todos los miembros de la comunidad.
Todos los ciudadanos deben ser conscientes de que no es tanto la necesidad como la posibilidad de desarrollo personal la que forja la sociedad. En este sentido, para el buen funcionamiento de la ciudad, que es la consecución del bien común, que es el bien mayor de la persona, es necesaria la solidaridad, que es la determinación hacia dicho bien en el reconocimiento de la dignidad incondicional de la persona. En este sentido, para alcanzar el bien particular es necesario que todos los ciudadanos sean responsables del bien de todos.
Una sociedad alcanza su pleno funcionamiento, es decir, es civilizada, en cuanto la caridad y la justicia entre los miembros que la constituyen gobierna todas y cada una de las dimensiones de la ciudad, desde la economía a la política, desde la social a la cultural. Por ende, es imprescindible que todos los ciudadanos sean conscientes de que el bien particular sólo es posible realmente dentro de la sociedad: colaborando solidariamente para alcanzar el bien común alcanzo el bien para mi persona. Nicky Hayden nos ofrece una lección, con la donación de sus órganos nos muestra que el bien común , que alcanza y trasciende el bien particular, provee las realidades necesarias para que prosperen las vidas individuales de los demás sin distinción alguna.