“La sumisión a una autoridad poderosa es uno de los caminos por los cuales el hombre escapa a sus sentimientos de soledad y a sus limitaciones. En el acto de la entrega, pierde su independencia e integridad, como individuo, pero gana la sensación de verse protegido por un poder inspirador de miedo del cual, por así decirlo, llega a formar parte. En la teología de Calvino hallamos una vivida pintur…a del pensamiento teísta autoritario. «Pues yo no lo llamo humildad —dice Calvino—, si se supone que nos queda alguna. .. No podemos pensar acerca de nosotros, como debiéramos pensar, sin despreciar totalmente todo lo que pueda ser excelente en nosotros. Esta humildad es la franca sumisión de una mente abrumada por el fuerte sentimiento de su miseria y pobreza; pues tal es la uniforme descripción de ella en la palabra de Dios». La experiencia que Calvino describe aquí, la de despreciar todo cuanto hay en uno mismo, de la sumisión de la mente abrumada por su propia pobreza, es la misma esencia de todas las religiones autoritarias, ya estén envueltas en lenguaje secular o teológico. En la religión autoritaria. Dios es el símbolo del poder y la fuerza, es supremo, porque tiene un supremo poder, y el hombre, en yuxtaposición, es totalmente impotente […]
La religión humanista, por el contrario, tiene como centro el hombre y su fuerza. El hombre tiene que desarrollar sus poderes de razón con el fin de comprenderse, y comprender su relación con los demás hombres y su posición en el universo. Tiene que reconocer la verdad, con respecto a sus potencialidades y a sus limitaciones. Tiene que desarrollar su capacidad de amor por los demás, y por sí mismo, y experimentar la solidaridad de todos los seres vivos. Tiene que tener principios y normas que le guíen en este fin. La experiencia religiosa de este tipo de religión es la experiencia de la unidad con el Todo, basada en la relación del uno con el mundo, captada a través del pensamiento y del amor. La finalidad del hombre en la religión humanista es lograr la mayor fuerza, no la mayor impotencia; la virtud es la autorrealización, no la obediencia. La fe es la firme convicción basada en la propia experiencia de pensamiento y sentimiento, no el asentimiento ciego de las proposiciones. El estado de espíritu prevaleciente es la alegría, mientras que en la religión autoritaria, es la pena y la culpa” (Erich Fromm, “Psicoanalisis y religión”, pp. 56-58).
Interesante distinción.
Saludos Igna, gracias por comentar.