La caridad es el compromiso de un corazón que ama en alcanzar el bien común y la justicia social

Publicado: 2 abril, 2013 en Amor, Ética y Moral

Incluso en un mundo donde los hombres convivimos subordinados a un sistema donde el fin no es la persona, en el reconocimiento de su dignidad, sino que esta es transformada en medio o instrumento para el interés económico de una oligarquía que destierra la ética de la política y con ello el bien común, la caridad es una realidad visible. El amor a los hombres, que es una tendencia innata que se desarrolla mediante la virtud de la caridad o que decrece cuando se quiere a las realidades materiales por sí mismas, con ese amor que sólo corresponde dispensar a las personas, es el mejor testimonio de Dios.

El amor, el modo perfecto de tratarse los hombres, se da en cuanto se comprende el valor de persona, que es el mayor bien existente, pues todas las demás realidades son instrumentos para alcanzar su perfección. En efecto, la actitud con la que se relacionan entre sí las personas, que son un fin en sí misma, viene gobernada por el amor. El amor es la manifestación espontánea del hombre y amar es tratar a las personas con razón de fin y a las cosas como bienes para ellas; es decir, mediante el amor se da a cada hombre lo que es propio en cuanto ser humano. De ahí que con la virtud de la caridad florece la virtud de la justicia, pues cuando se ama al hombre se le da lo que le es propio y se alcanza el bien común.

Que el amor es el modo en que deben relacionarse los hombres en correspondencia con su incondicional dignidad encuentra su última fundamentación en Dios, que es la instancia superior que hace al hombre respetable frente a los demás. La justicia que reside en dar al hombre lo que le corresponde por su dignidad ontológica tiene como fundamento último el amor de Dios por los hombres. Si estos gozan de una absoluta dignidad se debe en exclusiva a que son fruto de un acto amoroso de Dios que los crea a su imagen. En consecuencia, quien ama verdaderamente a Dios no puede sino tratar a todos los hombres con amor: “la caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1822). Dios es amor y el amor es de Dios. El hombre es obra del amor de Dios. Creados a su imagen el amor que Dios da al hombre lo da como una comunicación de su propio amor, del amor con que se aman cada una de las tres personas de la Trinidad y con el que nos ama a todos y cada uno de nosotros: “Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor […] Si alguno dice: “Amo a Dios”, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de Él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Jn 14, 7-21).

Si somos cristianos no se nos reconocerá como tales por realizar celebraciones en latín o por tener las rodillas gastadas, tampoco por estar a favor o en contra del aborto o del matrimonio homosexual. Se nos reconocerá como cristianos por el amor. Si hoy el mundo se encuentra dirigido por intereses de orden económico y político que atentan contra la dignidad del ser humano es necesario no contribuir a ello con el egoísmo y/o la desidia, sino con el amor. Es necesario que los cristianos salgamos de nuestro gueto, como bien exhorta el Papa Francisco, y demos testimonio de amor. La necesidad católica es el imperativo de autenticidad y no hay mayor autenticidad que ser verdadero testimonio de Aquél en quien se cree, Aquél que se entregó a la muerte y la venció por amor a nosotros. El amor del cristiano no sólo es pasión y deseo, sino que es donación y entrega del ser para un mundo justo y bueno, y esto no por un sentimiento de paz y buen rollo, sino por auténtico compromiso con Dios y con los hombres. Sólo hay amor si este se acompaña de obras, sino es simple charlatanería e hipocresía, y este servidor es un ejemplo de esto último.

La sociedad del hombre sólo puede edificarse sobre los cimientos del amor y mediante relaciones mediadas por el amor, y esto sólo es posible cuando el hombre ocupa el primado, cuando el fin de toda acción es la persona. De lo contrario la caridad, el amor con el que el hombre debe tratar al hombre, degenerará en simple asistencia y limosna que contribuye a la conservación del orden impuesto haciendo soportable la injusticia y el mal que se comete sobre las personas. Pero “en el cristianismo, la actitud frente a la pobreza y al pobre es – esencialmente – de real compromiso. Y añado algo más: ese compromiso tiene que ser cuerpo a cuerpo […] No exime de la obligación de establecer contacto con el necesitado […] El pobre no tiene que ser un necesitado perpetuo. No podemos aceptar que el discurso subyacente sea: “los que estamos bien le damos algo al que está mal, pero que se quede allí, lejos de nosotros”. Eso no es cristiano. Es imprescindible incorporarlo cuanto antes en nuestra comunidad, con educación, con escuelas de artes y oficios… De manera que pueda salir adelante… Hay que promover que se ganen el pan. Lo que degrada al pobre es no tener ese óleo que lo unge de dignidad; el trabajo” (Bergoglio, “Sobre el cielo y la tierra”).

La caridad es el compromiso de un corazón que ama en alcanzar en la praxis el bien común y la justicia social a través de las instituciones democráticas y del anuncio del Evangelio. La caridad no es dar de comer al hambriento – que lo es si hay hambrientos –, sino dar al hombre lo que le corresponde en justicia: todas las cosas necesarias para que alcance su perfección desde el reconocimiento de que él es la realidad más sublime creada por un acto amoroso de Dios en la que se encuentra presente el ser de Dios.

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comentarios
  1. Amor dice:

    Pienso que la vida es encuentro de los otros con los otros con la irrevocable responsabilidad de reconocer la dignidad humana en cada acción del hombre.

    Saludos.

  2. Saludos Amor, muchas gracias por el comentario. Comparto la idea, la vida del hombre es encuentro y colaboración con los demás. Un saludo.

  3. Blas dice:

    Buenos días, Joan.

    San Gregorio Magno dice, y lo comparto, pues las personas vivimos juntas, que todo hombre que vive entre los hombres busque a Aquel a quien ama, de modo que no abandone a aquel con quien camina.

  4. Saludos Blas. Muchas gracias por la aportación y por comentar. Gracias.

  5. sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.

  6. […] La caridad es el compromiso de un corazón que ama en alcanzar el bien común y la justicia social. […]

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