¿Hay verdad más allá de la ciencia?

Publicado: 5 marzo, 2013 en Ciencia, Filosofía

cienciaLa duda, y así lo comprendemos desde Descartes, es necesaria para avanzar en el conocimiento, en la adquisición de certezas. No obstante, es necesario diferenciar la duda del escepticismo, una posición existente en especial en aquellos que consideran que la ciencia, a la que utilizan para plasmar determinado pensamiento, es la única puerta que abre el entendimiento humano a la verdad. La duda, importante, más cuando también prolifera la arrogancia intelectual y la desvergüenza de quien se cree en posesión de la verdad, cae en contradicción o en dogmatismo cuando se torna radical. Con rigor, si la ciencia no es un saber total, sino un saber particular, ¿no existirá la verdad más allá de la ciencia?

Antes de avanzar en la reflexión sobre la verdad, señalaremos que la ciencia no es un saber de ateos y para ateos que expone un mundo sin Dios con un lenguaje, en ocasiones, antirreligioso – recordemos la reciente crítica de Peter Higgs a Richard Dawkins por este asunto concreto –, sino que también es un saber qe ocupa a aquel científico para quien Dios está al comienzo de toda reflexión y al final de sus investigaciones. La ciencia y la religión no son incompatibles, lo único discordante y repugnante para el saber son ese prejuicio y ese dogmatismo intelctual por el cual «muchos hubieran podido alcanzar la sabiduría, sino hubiesen creído haberla alcanzado» (Séneca, sobre la serenidad, «Diálogos», p. 280).

Lo he dicho muchas veces, el hombre, en su natural e irrestricta apertura a la realidad, busca la verdad. Pero en esta búsqueda de la verdad hay que ser consciente de que esta no se posee. No puede haber honestidad ni rigor desde el dogmático fideísmo ni desde el dogmático escepticismo, menos cuando ambos se posicionan desde la radicalidad como límite infranqueable y jueces del conocimiento. Desde la sensatez de que la racionabilidad no puede darse simplemente por supuesta y desde el convencimiento de que en última instancia es el hombre por entero, en todo su ser, quien depende de la verdad, hay que firmar “que no es con las soberbias agitaciones de nuestra razón, sino con la simple sumisión de la razón con la que verdaderamente podemos conocernos a nosotros mismos” (Blaise Pascal, “Pensées”, 434). La vida, en efecto, se presenta, a priori, contradictoria e insegura; sin embargo, la idea de falta de sentido o la imposibilidad de alcanzar conocimiento último del mundo y del hombre no se encuentra en la realidad sino en nuestra visión subjetiva, en nuestra interpretación de la realidad. Por tanto, como bien señala Pascal, es necesario que la razón dude y juzgue, pero, sobre todo, que se someta en un momento u otro, pues si pretendemos confiar en que la razón sea lo suficiente razonable para indicarnos con infalibilidad si estamos o no ante una certeza es muy probable que incluso hallándonos ante la verdad última dudemos de ella. Así, debemos comprender que la búsqueda de la verdad no se realiza de modo exclusivo con la razón, sino que también interviene la voluntad y, en definitiva, todo el ser: lo que nos lleva a creer que estamos ante la verdad es el consentimiento de nosotros con nosotros mismos, con nuestra conciencia. Y esto exige, naturalemte, no sólo un salto de pensamiento, sino una decisión del ser mismo del hombre, lo que implica el riesgo de la fe en la verdad y, en algunos hombres, en la verdad que es Dios, pues a la verdad, en definitiva, o la amamos o la rechazamos.

A la verdad, en efecto, se la ama o se la rechaza, ¡y cuántos son quienes dicen que no ven la verdad porque no quieren verla! (Tomás de Aquino, “Summa Theologiae”, II–II, q. 25, a. 5, ad 2.). Sí, decir que estamos en la verdad es, cuanto menos, pretensioso, pero decir que estamos sobre los pasos de la verdad no es más que apuntar a una intrínseca necesidad del hombre. La verdad, Dios en el caso de Leonardo Polo, “es el Ser respecto del cual nosotros los hombres nos jugamos el tipo, por activa y por pasiva” (Polo, “Presente y futuro del hombre”), pues la vida sólo es viable si el hombre alcanza a realizar su auténtica forma de vida, ser aquel quien debe ser: “quien libérrimamente no lo cumple, falsifica su vida, la desvive, se suicida” (Ortega y Gasset, “El tema de nuestro tiempo”). Se entrevé, pues, que no se busca la verdad para poseerla, sino más bien para relacionarse con ella desde una perspectiva intelectual y, también, moral. En consecuencia, no sólo se requiere un conocimiento empírico de la realidad y del hombre, sino también un conocimiento filosófico que dé razón de la auténtica antropología y tarscendencia del ser humano y ordene la conducta humana de acuerdo con esta verdad en la que andamos sobre sus pasos.

El hombre puede pensar porque su propio logos, su propia razón, es logos del Logos, pensamiento del Pensador, del espíritu creador que impregna el ser” (Joseph Ratzinger, “Introducción al cristianismo”). Ciertamente, la búsqueda de la verdad no es un simple pasatiempos intelectual o un ejercicio estético de un petimetre que tiene tiempo para la contemplación. La aproximación a la verdad es una necesidad intrínseca del hombre, pues es relevante para el sentido de la existencia, y cuanto más relevante se intuye la verdad respecto a la vida de uno más honesta es la disposición de la voluntad para descartar o aceptar como cierto un determinado conocimiento, pues la verdad interpela (Mt 22, 32), “Dios es Dios de vivos; si nuestro pensamiento piensa en Dios, es porque está vivo para Dios, sino, no lo piensa” (Polo, “Presente y futuro del hombre”) y exige, además, una respuesta – mediante un determinado comportamiento ético: la virtud, que permite ver con claridad, es decir, juzgar rectamente, con certeza (ya que la voluntad no es ajena al juicio de la inteligencia) – del hombre respecto a ella, pues la verdad es, además, ese bien hacia el que nos inclinamos: el bien de mi persona en su totalidad.

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comentarios
  1. Pablo F. dice:

    Excelente entrada. Es cierto que hay gente (huelga recordar los fundamentalistas de la religión) que no ve la verdad porque está cegada o niega la existencia de la verdad a través de justificaciones con, lógicamente, falsos razonamientos. Cierto, el sentido de la existencia es una verdad que produce una reacción radicalmente distinta a la de una verdad matemática, que no sólo interpela, como dices, al entendimiento sino a la persona misma, con todas sus dimensiones.

    Buenas tardes.

    Pablo.

  2. Saludos Pablo. Totalmente de acuerdo con lo que expones. La verdad última o el Ser de Dios produce una reacción tal qye interpela al hombre para entrar en relación con él. Me alegro que haya sido de tu interés. Un saludo y muchas gracias por comentar.

  3. Tiene usted una curiosa forma de plantear la cuestión, la ciencia no pretende conocer la verdad sino sólo que el conocimiento que se obtiene es verdadero conocimiento, la ciencia es, en consecuencia, exactamente lo contrario de la religión que pretende conocer la verdad sin tener absolutamente ninguna prueba; cuando ambas se mezclan en la misma persona (especialmente físicos y biólogos que trabajan en determinados campos) nos encontramos con un serio problema de credibilidad ¿como puede llegar a conclusiones fiables alguien que ya cree conocer la respuesta? No hay duda de que no existen casos de personas extraordinarias que lo consiguen (Francisco Ayala por ejemplo) pero tampoco existe duda de que es muy difícil para un creyente aceptar pruebas que contradigan su creencia y, las pruebas, tienen la fea costumbre de contradecir las creencias religiosas o así ha venido siendo desde que existe la ciencia, ciencia que, curiosamente, existe desde que la religión perdió el poder necesario para impedir que se buscaran o hicieran publicas estas pruebas.

    «Pregúntese a un científico, si cree que tiene derecho a suscribir una afirmación en el campo de las ciencias tan sólo porque le guste, o porque la considere un dogma inexpugnable o porque a él le parezca evidente, o porque la encuentre conveniente. Probablemente conteste más o menos así: ninguno de esos presuntos criterios de verdad garantiza la objetividad, y el conocimiento objetivo es la finalidad de la investigación científica. … El conocimiento científico es a veces desagradable, a menudo contradice a los clásicos (sobre todo si es nuevo), en ocasiones tortura al sentido común y humilla a la intuición; por último, puede ser conveniente para algunos y no para otros. En cambio aquello que caracteriza al conocimiento científico es su verificabilidad: siempre es susceptible de ser verificado (confirmado o disconfirmado).» [Mario Bunge, «La ciencia, su método y su filosofía» pg. 21]

  4. Saludos Cayetano,

    Antes de nada, un placer volver a leerle.

    “La ciencia no pretende conocer la verdad”.
    Permitame decirle que no estoy de acuerdo con esta afirmación, que le imputa una escaso valor a la ciencia. La ciencia puede conocer un valor de la verdad, la realidad empírica.

    Me dice que tengo “una curiosa forma de plantear la cuestión”, pero lo que me sorprende es que denomine religión a todo conociemiento que no sea ciencia natural. Por otro lado en mi escrito no hablo de magía ni de fideísmo para imputar que la religión “pretende conocer la verdad sin tener absolutamente ninguna prueba”. Si usted cree esto no sabe nada de religión o tiene un conocimiento erróneo de lo que es realmente la religión.

    “¿Cómo puede llegar a conclusiones fiables alguien que ya cree conocer la respuesta?” Totalmente de acuerdo con usted, es lo que imputa Higgs a Dawkins.

    “Es muy difícil para un creyente aceptar pruebas que contradigan su creencia”. De nuevo estoy de acuerdo con usted, es lo que digo respecto a los dogmáticos, crean en Dios o sean antirreligiosos, etc.

    Muchas gracias por su detenido e interesante comentario.

  5. “El hombre puede pensar porque su propio logos, su propia razón, es logos del Logos, pensamiento del Pensador, del espíritu creador que impregna el ser”
    » la verdad es, además, ese bien hacia el que nos inclinamos: el bien de mi persona en su totalidad»

    Pues, como decía ese otro gran sabio (Shrek), «y voy yo, y me lo creo».
    Lo siento, pero aunque tengo la boca grande, todavía no me caben las ruedas de molino.
    Por cierto, dicen que en uno de los borradores del Pentateuco, Moisés barajó la posibilidad de incluir como uno de los mandamientos: «no asegurarás nada sin tener pruebas objetivamente verificables» (o sea, no afirmar aquello de lo que no se tengan pruebas suficientes de que es verdadero), pero al final lo dejó en lo de «no dirás falsos testimonios ni mentirás» ( o sea, no afirmar aquello de lo que se tengan pruebas suficientes de que es falso), que es algo mucho más permisivo. Fue una oportunidad perdida para el conocimiento humano, ciertamente.
    .
    Saludos

  6. Saludos Jesús.

    Gran cita la del sabio Shrek, a lo que Ortega y Gasset respondería a este gigante verde: “Perfecto, ahora: tú puedes, si quieres, no adoptarla y decidir ser otra cosa que lo que tienes que ser. Más entoconces, sábelo, te quedas sin ser nada, porque no puedes ser verdaderamente sino el que tienes que ser, tu verdadero ser” (“El tema de nuestro tiempo, p. 30).

    Respecto a lo que dices que dicen del pentateuco no puedo decir nada al respecto, porque sólo sé, ahora, lo que me dices, así que disculpa que no diga nada. No obstante, coincido, “no asegurarás nada sin tener pruebas objetivamente verificables”, que es lo que digo, apreciado Jesús, en mi texto: lo que nos lleva a creer que estamos ante la verdad es el consentimiento de nosotros con nosotros mismos, con nuestra conciencia. Y esto exige, naturalemte, no sólo un salto de pensamiento, sino una decisión del ser mismo del hombre, lo que implica el riesgo de la fe en la verdad y, en algunos hombres, en la verdad que es Dios, pues a la verdad, en definitiva, o la amamos o la rechazamos.

    Muchas gracias por comentar, un saludo Jesús.

  7. Kewois dice:

    Una pregunta:

    Supongamos que un científico cree en un Dios omnipotente y que interviene en el universo como el Dios del Catolicismo.

    Por que este científico le va a creer a sus resultados experimentales?

    Es decir yo mido la propiedad A como se que realmente Dios no me está cambiando los resultados, quizás quiera ver que tan vanidoso soy…..

    Esa para mi es una de las principales razones por la cual muchas religiones son incompatibles con la ciencia.

    Saludos
    Kewois

  8. Saludos Kewois.

    Disculpe, antes de nada decirle que el Dios del catolicismo no interviene en el universo; eso es lo que piensan quienes sostienen el diseño inteligente y, con más ramplonería, los creacionistas.

    “¿Por que este científico le va a creer a sus resultados experimentales?”. ¿Usted qué piensa qe hace cualquier científico ante sus resultados experimentales?

    “Es decir yo mido la propiedad A como se que realmente Dios no me está cambiando los resultados, quizás quiera ver que tan vanidoso soy…..”. Insisto, si usted cree que Dios interviene o está implicado categóricamente en el desarrollo continuo del mundo cabe plantearse la pregunta que usted hace. Sin embargo, es evidente que Dios no interviene en las transformaciones del mundo físico. Creo que es importante, kewois, distinguir convenientemente la actividad de Dios como creador de la acción propia de los agentes creados, ya sea el universo mismo o el ser humano. Ante esto es evidente que su ejemplo no es real, Dios no cambia ningún resultado.

    “Esa para mi es una de las principales razones por la cual muchas religiones son incompatibles con la ciencia”. La idea que usted tiene de la religión evidentemente es incompatible con la ciencia. El cristianismo sin embargo no es como usted piensa, y que la ciencia la originaran cristianos y que haya muchos cristianos científicos es una muestra de dicha compatibilidad.

    Saludos Kewois, muchas gracias por su comentario.

  9. Kewois dice:

    Joan:

    O sea ud no cree en los milagros. Ni las sanaciones, ni las apariciones ni nada.

    Eso de todo lo que pidiereis al padre en mi nombre…. ni Lázaro….ni la transformación del agua en vino??

    Kewois

  10. Saludos Kewois.
    Si le digo la verdad, no puedo responder adecuadamente a esta pregunta que usted me plantea. Si le soy sincero no niego los milagros en la persona de Jesucristo, pues ellos son uno de los motivos visibles que llevaron a creer en Él. Sin embargo, con la venida de Cristo y si uno asume y cree en Él ya no es necesario, al menos para mí, la existencia de otros milagros, de lo contrario es factible caer en un subjetivismo de la fe, ¿no cree? Evidentemente, como ya le he dicho en el anterior comentario, Dios no interviene en el mundo, al menos no en todo momento como sostienen los creacionistas y el diseño inteligente. Desde luego, tampoco quiero decir que una vez creado el mundo Dios se desentienda de Él, pero, en el caso del hombre introduce la libertad, y respecto a la realidad creada le impone su forma de existir, por lo que no se requiere su intervención, si bien Dios interpela al hombre, es decir, entra en relación con Él (religación, de ahí el concepto religión). No quiero decir que no crea en los milagros, pero no me son necesarios, aunque si realmente fuese consciente de hallarme ante uno éste no añadiría nada a mi fe, simplemente me haría palpable la existencia de Dios.

    Gracias por su comentario.

  11. Si, hace tiempo que no intervengo, pero no he dejado de leerle y, por supuesto, de discrepar en la mayoría de las ocasiones y sorprenderme en otras por estar de acuerdo.

    El asunto, Joan, es que no imputo tan poco valor a la ciencia como pudiera parecerle ya que dudo de que el conocimiento no verificable sea conocimiento verdadero o, al menos, que se pueda demostrar que es conocimiento verdadero (lo que viene a ser lo mismo) y, en el mismo sentido, y con independencia de la causa de las creencias (razón o fe) o de su nivel organizativo, no considero que sean demostrables por lo que se encuentran igualmente, y todas ellas, fuera de lo que considero conocimiento verdadero; por supuesto que cuando hablo de pruebas lo hago en el mismo sentido, pruebas facticas, verificables en la realidad (en la única de la que se, sin lugar a dudas, que existe) ya decía Lakatos «No existe una teología científica y por ello no existe un conocimiento teológico.»

    En cuanto al asunto de los milagros (que observo que discute con otros contertulios) no es un asunto menor, ya que no creo que se pueda negar la existencia de dioses que se encuentran fuera de la realidad, pero otra cuestión es cuando intervienen, de estos si que se pueden pedir pruebas, preguntar de que modo pueden vulnerar las regularidades que conocemos y negar su existencia (negando algunas de las características de su definición) si las respuestas son insatisfactorias con los conocimientos que poseemos sobre el funcionamiento del universo, si las intervenciones divinas fueran verdaderas, la actuación correcta sería exponer «hipótesis verificables» que sean capaces de falsar la corrección de nuestras teorías (demostrar que sus predicciones no se cumplen para determinados casos) y que, consecuentemente, dichas intervenciones divinas son posibles.

  12. Saludos Cayetano.

    Antes de nada y como siempre gracias por comentar.

    “Dudo de que el conocimiento no verificable sea conocimiento verdadero”.
    Antes de nada, sería interesante descubrir qué es “conocimiento verdadero”. Supongo, y en esto estaremos de acuerdo, que diremos que es aquel conocimiento del que cabe llegar a conclusiones ciertas con la mayor fiabilidad posible. Y cómo sabemos que nos hallamos ante un conocimiento verdadero. Intuyo que asumiremos que es así cuando el supuesto conocimiento expresa las cosas tal y como son. No obstante, y apreciando el amor que siente, y que comparto, por la ciencia experimental, nos veremos obligados a afirmar que esta misma disciplina sapiencial emplea patrones abstractos así como conceptos matemáticos que no son, obviamente, una mera copia gemela de la realidad. Además, huelga decir que ante los resultados obtenidos ofreceremos condiciones, requisitos y formalidades que no vienen en ningún caso determinadas por la misma realidad natural que es objeto de estudio. Una demostración de esto es que no siempre es sencillo alcanzar evidencias concluyentes que, además, siempre estarán sujetas a futuras precisiones e incluso refutaciones.

    Por otro lado, respecto a su afirmación, diremos que si bien interpretamos que el conocimiento es verdadero cuando puede comprobarse su verdad, valga la redundancia, a través de la lógica. Sin embargo, usted bien sabe, que hay conocimiento verdadero, y a la experiencia me remito, que no se alcanza mediante comprobaciones estrictamente lógicas. Usted mismo, en su vida practica toma decisiones trascendentes de su vida y no emplea para ello la ciencia experimental, si bien puede utilizar un dado para decidirse sobre distintas opciones, es decir, el método de la ciencia experimental no es útil para facilitarle respuestas perfectas referentes a la cuestión del significado de la vida y de sus respectivas actividades. Por tanto, debe convenir conmigo que su razón, no sólo emplea y se sirve de datos físicos, sino que de un modo u otro utiliza también elementos propios del método metafísico (reflexión filosófica por ejemplo) para la resolución de causas intermedias y finales de su vida. No todo es 2+2=4. Como Descartes señala, la verdad matemática nos muestra verdades, pero no toda la verdad o la verdad general, es decir, hay varias clases de certeza según su fuente respectiva; así, la certeza de la metamática, que es abstracta, limitada y relativa nunca puede ser absolutizada, más cuando tampoco puede presentarse, como señalan los matemáticos Hans Hermes y Morris Kline, como una demostración o argumentación irrecusable.

    De todo esto, y sin enrollarme más, discúlpeme la extensión, se desprende, respecto al conocimiento verdadero, que diga en el texto: “lo que nos lleva a creer que estamos ante la verdad es el consentimiento de nosotros con nosotros mismos, con nuestra conciencia. Y esto exige, naturalemte, no sólo un salto de pensamiento, sino una decisión del ser mismo del hombre, lo que implica el riesgo de la fe en la verdad y, en algunos hombres, en la verdad que es Dios, pues a la verdad, en definitiva, o la amamos o la rechazamos”.

    Respecto a los milagros, sinceramente, no tengo nada más que añadir, pues ciertamente no es algo que me ocupe, la verdad, ni me resulte trascendente.

    Muchas gracias Cayetano, buenas tardes.

  13. Joan, yo no siento amor por la ciencia experimental como tampoco siento amor por un llave inglesa pero ambas son igual de útiles, la una para apretar tuercas y la otra para obtener conocimiento fiable. Pero, anécdota aparte, si que veo dos cuestiones interesantes en su contestación:

    La epistemología, efectivamente, es filosofía y no veo nada malo en ello ni en la propia filosofía; ahora bien, los sistemas filosóficos, para ser correctos, sólo tienen que ser internamente coherentes pero esto no dice nada de su adecuación a la realidad osea que para que ademas sean reales hace falta establecer un método de contratación de nuestras conclusiones con la realidad, en ausencia de este método sólo tenemos humo. La epistemología posee este método correctivo desde el momento en que es capaz de autocorregirse empleando los errores pasados observados en la practica para mejorar la teoría; esto se ve muy claro si observamos la linea que va de Hume a Lakatos (pasando, como no, por Popper).

    En cuanto al modo en que decidimos los humanos, también es muy interesante y es cierto que no empleamos la razón siempre y en todo el proceso; de hecho nacemos con unos centros de decisión basados en estructuras anatómicas muy antiguas a los que se han ido superponiendo (históricamente) e imbricando (anatómica y funcionalmente) los más modernos y, el más moderno de todos es la capacidad de realizar predicciones a largo plazo. Aunque la acción ultima siempre recae sobre sistemas muy antiguos, en el proceso de decisión, se suceden una serie de pasos (aunque continuos), primero establecemos que datos son relevantes basándonos en emociones, después analizamos racionalmente y, por ultimo, las emociones vuelven a inclinar la balanza entre las posibles decisiones supervivientes. Ciertamente, los sistemas emocionales son imprescindibles para tomar decisiones pero eso no quiere decir que las decisiones sean emocionales, quiere decir que están fundamentadas en datos empíricos porque las propias emociones se encuentran almacenadas y ponderadas por el valor (agradables, desagradable, …) del resultado de decisiones anteriores.

    Que nuestra mente emplee valores empíricos para almacenar las emociones no quiere decir que nuestras percepciones inconscientes sean perfectamente capaces de establecer los vínculos causales adecuados, siempre serán positivos para la supervivencia pero no tienen porque ser reales: si me retiro de un matorral porque veo que se mueve y resulta que no hay ningún animal salvaje esto no me afecta en gran medida pero en caso contrario podría haber resultado malherido; de este modo establezco la creencia apriorística de que en el matorral puede haber algo peligroso y esto no resulta negativo para mi supervivencia pero no es cierto, es conocimiento útil pero no verdadero. Precisamente son las estructuras filogeneticamente más modernas de nuestro sistema nervioso las que empleamos para rechazar las creencias y establecer métodos de verificación que van contra nuestra propia tendencia natural a creer, a explicarnos el mundo en función de patrones rápidos, útiles y adaptativos aunque no sean reales.

  14. Saludos Cayetano.

    Totalmente de acuerdo con usted, aunque no sólo en el sistema filosófico, sino que cualquier saber tiene que ser “internamente coherente”; y si es coherente, y no en apariencia, debe adeacuarse a la realidad, de lo contrario sería imposible el conocimiento mismo (o deberíamos, por otro lado, considerar la existencia de un conocimiento independiente de la realidad, lo que en sí sería un absurdo en todos los sentidos, pues qué valor tiene un conocimiento si con él no conozco nada de la realidad a la que me abro de manera natural) y todo lo que la ciencia y la filosofía intentan mostrar y explicar carecería de sentido y significado. Y creo que debe aceptar esto Cayetano, más cuando me cita a Popper, un ferviente defensor del realismo.

    Muchas gracias por su comentario. Un saludo.

  15. Arnaldo Pereira dice:

    Un sistema filosófico debe presentar una explicación de los hechos concretos de los que las ciencias sacan sus abstracciones, y a la vez las ciencias deben sacar sus principios de los hechos concretos que presenta un sistema filosófico. La historia del pensamiento es el relato de la medida de los fracasos y los éxitos de esta empresa común” (N. Whitehead, “Aventuras de las ideas”). Filosofía y ciencia se necesitan la una a la otra.

  16. Saludos Arnaldo, se agradece la aportación al tema tratado. Gracias, un saludo.

  17. jose angel dice:

    tremendo documental, felicito a la persona., que lo escribió o lo investigo. porque esta exelente

  18. jose angel dice:

    excelente felicito ala persona, que lo investigo o lo escribió esta excelente..

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