Es preocupante que un profesor se vea en la situación de recordar que la filosofía es necesaria para que el alumno reflexione. El eclipse de las humanidades priva en gran parte del trabajo de pensar, y cuando esto acontece, lamentablemente, es otro quien piensa por nosotros. Sin salir de la cuestión cuando se habla de la existencia anodina, de la vivencia de la nada del ser de la sociedad contemporánea, en especial de la juventud, uno no repara en que la clave del problema descansa en que uno no se conoce realmente a sí mismo. La exhortación esculpida sobre el dintel del templo de Delfos responde a la intrínseca necesidad del ser humano no sólo de perseguir la verdad, sino de fundamentar en ella la existencia, una existencia que sólo puede vivirse muy humanamente de una muy determinada manera.
No debemos olvidar, porque es importante, la definición de persona que elabora Boecio: “la persona es el supuesto individual de naturaleza racional” (“Contra Eutychen et Nestorium”). El hombre es un ser biológico; como el resto de los animales, aunque en grado menor, tiene tendencias. Sin embargo, a diferencia de todos ellos posee la racionalidad mediante la cual se abre al mundo y adquiere conciencia de sí mismo. Es decir, a los animales les es impuesta, en su estatuto ontológico, la forma de vida. En cambio, el hombre dispone de dos facultades, el entendimiento y la libertad, para conocer la verdad por la cual debe alcanzar aquella forma de vida en la que, según su ontología, descansa su plenitud.
La utilidad de la filosofía descansa en que exhorta a la persona a situarse ante la verdad indispensable para dotar de sentido la existencia que, en sí, es el único y fundamental problema del hombre: quién soy y adónde voy. Si se tiene en cuenta que la vida del hombre es la pura vivencia del ser, que su existencia se halla de continuo ante una decisión, que cada segundo es un estar nosotros haciendo nuestra vida, no es baladí disponer a la filosofía y a las humanidades en la cúspide de las disciplinas sapienciales, pues ninguna otra disciplina puede entenderse sin la radicalidad esencial del ser humano, la de ser un sujeto abierto y dependiente de la verdad. En cambio, quien no percibe la trascendencia de ser humano y su problemática, que no es otra que tener que ser realmente quien debe ser, no hay en su sesera un concepto claro y definido de qué es el hombre y cuáles son sus necesidades intelectuales.
La verdad es una necesidad constitutiva de la persona humana por lo que la filosofía no es una ocupación propia de quienes se hallan liberados de ganarse la vida mediante una tarea remunerada. El hombre no sólo no puede vivir al margen de la verdad, a no ser que hablemos de un eunuco mental, sino que, en esencia, es lo único que realmente necesita, pues es el fin de la razón. Lo contrario es vivir en ‘Matrix’, en un mundo simulado en el que uno no es más que un sujeto alienado por el Estado o por otra realidad totalitaria que lo configura y lo tutela mediante la ideología, que es la antítesis de la filosofía. Sin embargo, es imposible que el hombre se dirija a su felicidad y viva felizmente iluminado en este camino sin una filosofía verdadera que dote de plenitud al ser en el obrar.
Si la educación se dirige a la persona y su objeto es formarlas, educación y filosofía son inseparables. Es más, la mayor y mejor educación sólo es y sólo puede ser filosofía. Pues el conocimiento, como la existencia misma, es inviable sin la verdad. Así, sin filosofía no hay educación hay ideología y adoctrinamiento; ni tampoco personas sino súbditos o subordinados. Pero, como decíamos, lo propio del hombre es la vivencia del ser y su adecuación con la verdad y puesto que se encuentra en la inexorable necesidad de tener que hacer algo, so pena de dejar de vivir; es decir, es un ser de proyectos, el más grande de ello y último la misma existencia, la función principal de la educación no puede ser otra que guiar al hombre facilitándole todos los recursos indispensables para que éste pueda ordenarse a la búsqueda de su propio sentido, pues el fin de la persona humana no es otro que vivir de una muy determinada manera que, en conclusión, es ser lo que debe ser según su ontología.
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La filosofía nos hace reflexionar… tratándose de Wert, ¿de qué nos extrañamos?.
Saludos Àngel. Cuánta razón. De qué nos extraña, Wert nos recordó, no hace mucho, que su objetivo es ideologizar a los niños. Gracias por comentar.
Es patético lo que ocurre en España, ni ciencia ni filosofía… dónde vamos.
¿Por qué es importante la asignatura de Ética en 4º de la ESO?
Por dos motivos. Primero, es lo único que hay de educación en valores, que no sean valores politizados, como en la asignatura de Ciudadanía, de la que unos están a favor y otros en contra. La Ética viene de antes, con lo cual es una asignatura que está por encima de esos asuntos, son valores desde un punto de visto filosófico, no político. Y también la Ética les sirve para aprender a razonar, a argumentar. El otro motivo, muy importante, es que los alumnos que no hagan Bachillerato no van a tener nunca nada de Filosofía. Es decir, los que estudien hasta 4º de la ESO no verán nada desde una perspectiva filosófica si no tienen Ética. Esos son los dos grandes argumentos que hemos usado ante el ministerio.
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Saludos Pablo, muchas gracias por su aportación. Desde luego España está destrozando su futuro.
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