“El nacionalcatolicismo franquista se filtra en el episcopado español. Elabora declaraciones que no son fieles a la doctrina ni papal (encíclica “Pacem in Terris”), ni conciliar (Vaticano II), ni al Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”. Oriol Domingo no desvaría. En su último comunicado la Conferencia Episcopal Española no sólo no es fiel a la doctrina social de la Iglesia, sino que, como bien dice, “propugna un españolismo exacerbado” que “desprecia los derechos nacionales de Cataluña”.
España padece un enorme déficit democrático y, al mismo tiempo, en la Iglesia en España persiste, en mayor o menor representación, el nacionalcatolicismo por el cual el dictador Francisco Franco entraba bajo palio en los templos. Así, ante la manifestación pacífica de la sociedad catalana que reclama poder ejercer el derecho a la autodeterminación democráticamente algún sacerdote manifiesta, con ese nacionalismo exacerbado que tanto criticó el Santo padre Juan Pablo II, que “la locura del separatismo catalán ha entrado en las venas de los obispos de aquella región española” por el simple hecho de recordar, citando el Compendio Doctrina Social de la Iglesia (nº 165), que “en un régimen democrático, cada ciudadano debe poder manifestar las propias convicciones y hacer camino con los otros, pensando que una sociedad que, en todos sus niveles, quiere positivamente estar al servicio del ser humano es la que se propone como meta prioritaria el bien común, en tanto que bien de todos los hombres y de todo el hombre”.
Uno tiene la sensación de que estos últimos 30 años no han servido de mucho; que España tiene una paupérrima cultura democrática y que le molesta, de modo profundo hasta el extremo de llegar a lo patológico, que la sociedad catalana sea capaz de llegar a horizontes lejanos mediante los instrumentos que ofrece la democracia, que nunca es esclava de una constitución de un país, sino que “es un ordenamiento y, como tal, un instrumento y no un fin. Su carácter moral no es automático, sino que depende de su conformidad con la ley moral a la que, como cualquier otro comportamiento humano, debe someterse; esto es, depende de la moralidad de los fines que persigue y de los medios de que se sirve” (Juan Pablo II, Evangelium Vitae), teniendo siempre el bien común como fin regulador de la vida política.
Siempre he dicho que el despotismo no tiene cabida en la vida política, menos en un sistema democrático. Los hombres y las mujeres que conviven en sociedad son ciudadanos, no súbditos ni instrumentos. Todos somos ciudadanos comprometidos a trabajar responsablemente, unos con otros, con el fin de alcanzar el bien común deseado; procurando resolver del mejor modo posible los distintos problemas que puedan consternar a la sociedad, que comparte el mismo destino. Es, pues, el bien común el que modela cada una de las resoluciones morales que adopta la persona en vistas a que los propios proyectos puedan llevarse a cabo, a nivel personal o social; sin embargo, es lamentable escuchar voces de la Iglesia que atentan contra la incondicional dignidad del ser humano al negar la libertad social o política.
Imagen: ‘El País’
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Me parece bien que los obispos españoles defiendan España y los catalanes Cataluña. Lo que ya no encuentro bien es que desde España se coarte la libertad de una sociedad. Es contrario al evangelio de Cristo es, totalitarismo.
Creo que los obispos deberían preocuparse de dar testimonio del evangelio. Estarían más guapos.
La verdad es que los obispos españoles nos han ofrecido en sus últimas declaraciones una clase magistral de lo que es el nacionalcatocilismo en su esencia.Luego se preguntan por qué la gente no va a misa, con gente así, qué miedo!!!
España no es ningún dogma de fe. La unidad de España tampoco. No soy catalán pero pienso que cada sociedad puede y debe poder elegir su camino libremente y la sociedad catalana nos esta dando un ejemplo de democracia y madurez.
Saludos Lucas, muchas gracias por el comentario.
Es triste que determinados políticos y determinados sacerdotes aún hoy empleen determinado lenguaje y sostengan determinada ideología.
Joan ,¿ Por qué no comentas la opinión de Juan Pablo II ante le escisión de la Padania?:
Esta vez los obispos catalanes han estado bien al recordar que todas las opciones políticas tienen legitimidad moral.
Aquí os dejo el enlace de ‘Cristians per la independència’
Haz clic para acceder a Cristians.pdf
Debe ser que según no se qué doctrina de la Iglesia, parece ser que los españoles podemos votar la privación de la nacionalidad española a los catalanes ¿no es así Figuerola? ¿o los españoles no podemos autodeterminarnos de los catalanes?.
El problema que tienes Figuerola es que consideras normal la basura que suelta la Iglesia Católica EN Cataluña (poner a ese demente de El País como ejemplo se las trae) y basura lo que suelta la, hasta ahora, Iglesia del resto de España. No hay que fijarse en la fortaleza e influencia de la iglesia catalana en esa sociedad. Para partirse de risa.
Vosotros seguid así, cuando os digan que el aborto se aplica porque lo quiere la mayoría pedid ayuda al resto de la iglesia y decid que no vale lo que quiera la mayoría.
Jose Luis, ¿qué basura suelta la Iglesia en Cataluña? Sería interesante que lo explicases. Quizá es basura porque se desvía del nacionalcatolicismo de Rouco.
Algunos españoles se han vuelto locos, todo les ha cogido por sorpresa… en ‘El Mundo’ un columnista hace responsables a los catalanes de la muerte de Cristo!!!
«Quizá es basura porque se desvía del nacionalcatolicismo de Rouco».
No, es porque no se desvía del nacionalterrorismo de los obispos catalanes. Eso de que un cura pague abortos y su jefe mire para otro lado se las trae.
Repito lo que no habeis contestado:
¿o los españoles no podemos autodeterminarnos de los catalanes?.
Un par de cosas:
-Es cierto, Joan, que se observa en ti una especial sensibilidad hacia cómo se define en el resto de España el asunto catalán y, sin embargo, no tienes problema en aceptar terminología demagógica si está a favor de la independencia de Cataluña. El tal Oriol ése es un buen ejemplo, pero desgraciadamente no es el único. No es que me sorprenda: ya sé que a este respecto no eres objetivo, ni utilizas la razón como base de tus ideas: eres subjetivo y utilizas tus emociones y tu sentir (refrendados, eso sí, por argumentación racional, que, sin embargo, no se encuentra en la base de tus ideas, sino sólo sirven de apoyo a un sentimiento).
-Es cierto que el episcopado, y el clero en general, debería cerrar la boca ante este asunto, al menos en tanto que son sacerdotes. Ante un asunto en el que no se da injusticia y por tanto no se puede intervenir con la DSI como bandera, el hecho de que un sacerdote, que debería predicar el Reino de Dios, se dedique, bien a defender, bien a atacar una idea que es social y política, y en ningún caso religiosa o antropológica, demuestra poco rigor y mucha memez por parte de todo cura que use su ministerio para hablar de este tema. El MINISTERIO, insisto. Luego cadascú tendrá su opinión porque es hijo de su padre y su madre, pero no debe usar el sacerdocio para airear opiniones, y menos tan candentes y difíciles: tengamos en cuenta que hay buenos católicos e hijos fieles de la Iglesia tanto en las filas independentistas como en las contrarias a dicha idea.
En mi opinión.
He leído el comentario anterior y creo que en el punto 1 he sido un poco bruto. No estoy intentando decir que no pienses, ni nada así (al reelerlo me han dado esa impresión mis propias palabras), sino que, ante este tema, realizas lo inverso de lo que se debería: usas los argumentos para apoyar una postura, no crees en una postura por los argumentos. Esto es algo bastante típico de quien está convencido de algo, sin embargo, se corre un riesgo en el que pareces caer a veces: el de considerar inteligente una argumentación a favor de las ideas de uno aunque en vez de inteligente sea demagógica, y en considerar palabras en contra como demagógicas cuando son completamente respetuosas. Insisto en que esto lo digo con todo respeto, te respeto mucho como bloguero y como intelectual, pero creo que a este respecto tu argumentación nace de un sentimiento, lo cual siempre hace ser menos objetivo, y, así, a veces te parecen muy lógicas cosas que, no sólo no lo son, sino que pueden llegar a ser insultantes para otros, e insultantes cosas dichas con la mejor intención.
Cuando hablan del «bien de la unidad española» siempre se refieren a una de las partes, a la otra la obvian, pues su bien es otro.