¿Libertad de expresión? Partidarios de Pussy Riot irrumpen en la catedral de Colonia durante la Misa

Publicado: 21 agosto, 2012 en Ética y Moral, Laicismo, Libertad

 

Este pasado domingo tres fervientes defensores del grupo Pussy Riot irrumpieron con virulencia en la Catedral de Colonia durante la celebración de la Santa Misa. Es obvio que toda persona debe tener derecho a la libertad de expresión, tal y como lo recoge el artículo 19 de la Declaración de los Derechos Humanos. Sin embargo, ésta, sin ninguna interrupción, supone una indecencia moral y un atentado contra la inteligencia. La libertad de expresión tiene y debe tener sus límites y uno de ellos es la violación de otra libertad, en este caso religiosa. No olvidemos, tampoco, que el grupo Pussy Riot tiene, entre sus hazañas, una orgía en un supermercado.

Urge, en una sociedad democrática en la que se supone que se reconocen y respetan los derechos humanos, recordar los límites de la libertad de expresión y su relación directa con el derecho y la moral. Sólo las acciones libres son morales y sólo las acciones morales son libres. Si la libertad de expresión entra en el terreno de la libertad y de la moral es, precisamente, porque la persona puede responder de sus acciones – es su autor – y porque éstas son susceptibles de un juicio ético.

No obstante, uno de los principales problemas a la hora de entender la libertad de expresión y su límite radica es la ausencia de consenso en la existencia de una moral universal y, en consecuencia, de una verdad única que permita distinguir el alcance real de lo bueno y de lo malo – una de las causas por las cuales no funciona el estado de Derecho es la pluralidad de éticas existentes –. Desde luego, quienes no consideren la existencia de una moral universal que arranca con la ética natural se instalan y nos instalan en un auténtico relativismo en el que sí impera, por otro lado, la absolutización de una ética-moral fundamentada por el sentimiento y las emociones. En esta ética, indudablemente, se produce el arrinconamiento de la razón y de una virtud tan necesaria e indispensable como la prudencia.

El caso de las chicas de Pussy Riot y de sus fervientes seguidores es un claro ejemplo de la ética imperada por el sentimiento y las emociones particulares de cada sujeto individual, en la cual la voluntad usurpa el papel de la razón y por la cual la moralidad de los actos son medidos por la coyuntura. El fin nunca justifica los medios, pues en la mayoría de las veces estos prostituyen el fin más justificado, ni la moralidad de las acciones depende del consenso generalizado, pues no podemos hacer lo que nos de la gana aunque nos ampare por ello la ley si se entra en colisión con otra realidad también amparada: en este caso la libertad de expresión y la libertad religiosa.

Las libertades son siempre relacionales. No existe verdadera libertad de expresión en el supuesto caso de que ésta no garantice la existencia de otras libertades ni favorezca la existencia y relación en el seno de la sociedad de personas con puntos de vista dispares: sólo puede haber coexistencia si se favorece la convivencia y se reduce, consecuentemente, el libertinaje que conduce a determinadas personas a reivindicar sus derechos pisoteando el de los otros. Si esto acontece caemos en una instrumentalización totalitaria del derecho. Por esta razón es indispensable tener siempre presente la moralidad de las acciones, la virtud frente al vicio.

Sin embargo, como ya señalaba, nos hallamos ante la problemática de la falta de consenso ante una moral universal y la primacía de una ética positivista y sentimentalista que no tiene como fundamento el reconocimiento de la incondicional dignidad de la persona ni el bien común y en la que, consecuentemente, la razón practica resta subordinada a la voluntad. La libertad de expresión que nos ocupa o muestra, mediante la moral y el derecho, una conformidad y un asentimiento con la dignidad absoluta de la persona y con el bien común – medidos y reglados por la existencia de una verdad – o no es una expresión libre sino totalitaria.

comentarios
  1. Cristina Bec dice:

    Contra Iglesia siempre vale todo. Los cristianos somos las últimas monas de la sociedad, quizá porque no alzamos la voz.

  2. Cristina dice:

    El mayor problema de esta sociedad es la tremenda falta de respeto por todo aquello que no nos gusta… No te gusta una cosa, perfecto, estás en tu derecho, pero respeta… Como siempre digo yo «no comparto pero respeto»… Sin respeto hacia los demás nos ponemos al mismo nivel de los animalitos y creo que cuando Dios nos creó ya nos hizo diferentes a los animales por algo… Por desgracia este problema ya no va solo contra el cristianismo si no en realidad contra todo aquello que no comulga con nuestros gustos o pareceres… Es muy triste que la humanidad esté perdiendo el norte de esta manera…

  3. Saludos Cristina. Ciertamente, tienes razón en lo que dices. Tendemos la tendencia a defender nuestras libertades sin darnos cuenta que en ello, muchas veces, atropellamos y violamos la de los otros. Muchas gracias por comentar. Un saludo.

  4. Sigfrid dice:

    Pues sí Cristina Bec, los católicos somos las últimas monas… nos pisotean la libertad de creer y nos persiguen… no sé hasta dónde llegaremos a sí… pero hay que persistir aunque eso suponga regresar a las catacumbas.

  5. La portavoz instó a las autoridades rusas a ´revisar´ el caso y asegurarse de que ´el derecho a la libertad de expresión está consagrado´ en el país.

  6. estuve por Colonia esos días pero de nada me enteré. De todas formas, debemos pensar que cuando la Iglesia funciona es atacada. «Ladran, Sancho, luego galopamos». Así que buena señal. Y es que, con mayor o menor intensidad los cristianos y nuestros pastores proclamamos ciertas verdades incómodas.
    Se han fijado que había bastantes fieles en la iglesia. Otra buena señal.

  7. Saludos. Desde luego, Dios y la Iglesia siempre son molestos para aquellos que no se acecan con humildad y respeto a la verdad ni someten a su razón a un juicio verdadero. Gracias por comentar.

  8. […] La razón duda, juzga …Joan Figuerola on San Ambrosio de MilánJoan Figuerola on ¿Libertad de expresión? Partid…barcelonavida on ¿Libertad de expresión? Partid…barcelonavida on San Ambrosio […]

  9. […] la lectura de “¿Libertad de expresión?” para profundizar en el tema a partir de una cuestión […]

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