¿Adiós al bien común? Europa en manos de los financieros y no de las personas

Publicado: 4 agosto, 2012 en Ética y Moral, Política

«La sociedad de la codicia se está imponiendo sobre la sociedad del cuidado y el respeto al otro. Las cifras y los resultados van por delante. Los países y, sobre todo las personas, vamos después«. Estas palabras del periodista Lluís Foix vienen a expresar lo que ya dije hace unos días: un gobierno que no alcanza el bien común no tiene razón de ser. “Se ha abandonado a Europa en manos de los financieros”, afirma el ex director de ‘La Vanguardia”, en detrimento del bien común y, con ello, de la justicia y la caridad. Así, mientras ayer el presidente del Gobierno, el señor Rajoy, afirmaba en su cuenta de Twitter que “seguiremos trabajando para que fluya crédito para las familias” la Plataforma de los alimentos de la Fundación Rosa Oriol de Manresa ya atiende la cifra espeluznante de 950 familias.

El mantenimiento de un modelo económico dirigido desde la usura sitúa a las familias en una posición cada vez más delicada. ¿Dónde queda la democracia cuando en el horizonte no sólo no se halla el objetivo del bien común sino que aquellos sujetos, los políticos, que deben gestionar que los medios se orienten a tal fin se hallan bajo el yugo del capital interés de unos sujetos que sólo ansían su bienestar económico? ¿Dónde resta la exigencia moral que clama principios antropológicos y éticos para alcanzar el fin de toda sociedad, que no es otro que el bien común?

El bien humano es principal y absolutamente un bien común o social, ya que el vivir bien – la mejor vida posible – gravita siempre en un vivir bien en sociedad, junto con los demás. La formulación aristotélica por la cual el hombre es visto como un zoon politikon no es pura palabrería sino que corresponde a una intrínseca realidad de la naturaleza humana por la cual el hombre se abre a establecer relaciones de vínculo con los demás buscando y disfrutando del bien de estos con la consideración de que su bien es el propio bien (Tomás de Aquino, Summa Theologiae II-II, 114, I, ad 2).

El bien común es la suma de las condiciones sociopolíticas de una vida humana lograda. No obstante, las políticas actuales parecen no orientarse hacia él, pues decrecen las oportunidades de desarrollo de los proyectos personales y con ello el reconocimiento incondicional de la dignidad de la persona humana. Así se explica que gran parte de quienes solicitan ayuda a Cáritas sean personas jóvenes de entre 25 y 40 años. Las políticas de los gobiernos europeos, lejos de combatir la pobreza y el desempleo y promocionar los proyectos personales que deben contribuir al bien de toda la sociedad, parecen, sumamente inmorales, destinadas a mantener un sistema económico causante de la crisis económica y social que afecta a millones de personas.

El principio de la solidaridad, que es la capacidad de reconocer la dignidad, los derechos y el proyecto existencial de la persona, y el principio de subsidiariedad, que establece que el Estado debe ofrecer a la sociedad asistencia y protección, carecen de influencia y relevancia en el ámbito en el que se toman las decisiones que afectan al conjunto de la ciudadanía europea.

Se ha abandonado a Europa en manos de los financieros y de los mercados que dominan a los gobiernos aunque no se den cuenta” como bien dice el señor Foix, y esto es así porque desatendemos la exigencia moral del bien común y, en especial, la responsabilidad del conjunto de la sociedad para con las personas más necesitadas y dependientes. Por tanto, para resolver la penosa situación es necesario recuperar el reconocimiento de la incondicional dignidad de la persona, los principios de solidaridad y subsidiariedad y el bien común. Sólo así estableceremos una sociedad cuyos pilares fundamentales sean dos virtudes fundamentales: la justicia y la caridad.

La persona y no el capital es el objeto del bien común. Si realmente pretendemos pensar correctamente la sociedad, la política y la economía debemos entender que por encima de todo, del Estado mismo, se halla la dignidad de la persona humana y su bien. Que todo, en especial el Estado y las instituciones políticas, tienen el deber de preservar la dignidad y los derechos de la persona, pues sólo así se está en disposición de alcanzar el mayor bien posible: el bien social.

Imagen: FoixBlog

comentarios
  1. Maica dice:

    El sistema democrático que impera en los países europeos está dirigido, sea cual sea su ideología, por sujetos subordinados a quienes controlan el dinero de este mundo. La verdad, no sé cómo podemos cambiar esto. Estoy asustada, la verdad.

  2. Saludos Maica. Parece que no vamos por el buen camino cuando el ministro de cultura dice lo siguiente:

    http://www.diariovasco.com/v/20120803/al-dia-sociedad/asignatura-educacion-para-ciudadania-20120803.html

    Parece ser que se prima que las personas paguen sus impuestos al margen de que sean o no buenas personas moralmente. Gracias por comentar.

  3. Karina dice:

    El fin último de la sociedad es la persona humana, y por esto la justicia social sólo puede ser conseguida si tiene el debido respeto a la dignidad transcendente del hombre, creado por Dios a su imagen y semejanza, con un alma racional y con un fin supremo, que es la gloria del Cielo.

  4. […] Posted on noviembre 17, 2012 | Deja un comentario Posted: 4 agosto, 2012 in Ética y Moral, Política 3 […]

  5. […] la reivindicación de la sociedad al derecho a su autodeterminación, sino el haber puesto al país en manos de los financieros lo que supone un verdadero ataque al bien común. No es la sociedad que reclama su libertad, sino […]

  6. Leonardo dice:

    Como dice Stuart-Mill, la idea de una sociedad en la que los únicos vínculos son las relaciones y los sentimientos que surgen del interés pecuniario es esencialmente repulsiva.

  7. Saludos Leonardo, muchas gracias por su aportación, se agradece. Un saludo.

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