Se dice que los jóvenes cada vez se expresan y escriben peor. Es muy posible, pero no es la cuestión que me ocupa ahora. Preocupa, tanto o más, el genocidio ortográfico que cometen determinados periodistas en quienes muchos de esos barbilampiños hallan un referente pedagógico. Me dirán, sólo es una red social, no hay que darle mayor importancia. Puede que tengan razón, pero sólo el analfabeto funcional escribe con faltas ortográficas sin experimentar vergüenza. ¿No les sangran los ojos a borbotones ante este descuido? Escribir mal es una ostentosa falta de decoro, más grave que vestirse de ambladora para un funeral.
Admito que cometo faltas de ortografía, pero también admito que leo y releo lo que escribo, ya sea en un documento académico, ya sea en un ‘post it’. Quizá, no obstante, la culpa no es de la ínclita periodista, sino de Twitter, por no disponer de esa intrínseca necesidad en la que se ha convertido el corrector ortográfico. Pero, es más que probable que la culpa sea mía; por presentar una denuncia quizá actúe a modo de totalitario inquisidor. La verdad, qué importa escribir mal si todo es relativo. A partir de ahora, cuando se publiquen, de nuevo, los aflictivos datos del Informe Pisa, que muestran la carestía de los estudiantes españoles, serán muchos los que deberán omitir todo juicio por su incompetencia y desvergüenza.
El cuidado del idioma no es baladí, es necesaria la protección del tesoro cultural del que gozamos ante la funesta corrupción de la que es objeto por parte de aquellos que viven, paradógicamente, del uso del lenguaje.
Nota: La imagen corresponde a un artículo publicado en el rotativo ‘El País’.
Por mucho que sea una red social, por mucho que se trate de un espacio informal, no hay excusa para no escribir bien. ¿Qué cuesta escribir bien?
No soy académico, ni profesor… pero soy incapaz de escribir un texto consciente de que hay faltas de ortografía. No me creo o no quiero pensar que esta señora y este señor han escrito con esta incorrección sin darse cuenta de ello.
Saludos Cristina. Pienso del mismo modo. Ningún contexto exige dejar de escribir bien. Gracias por comentar.
Saludos Diego. Tener consciencia de que uno escribe mal es perverso.
Muy bien, es Twitter pero qué dolor hace a la vista.
No solo es perverso sino que es de mala educación y una falta de respeto al interlocutor.
Saludos Hibos, desde luego. Muchas gracias por comentar.
Saludos Àngel. Pues sí, a mí también me parece una soberana falta de respeto hacia la persona que te lee. Gracias por comentar.
Coincido con lo escrito y con los comentarios. Las faltas de ortografía son irritantes. Un escrito sin faltas posee una mayor belleza.
Saludos Jose, muchas gracias por comentar.
Hay periodistas de muy bajo nivel, sobre todo entre los jóvenes. Aquí una muestra más de lo mal que se expresan: «Todo el mundo en los barrios del norte de Miami sabía que Rudy Eugene, un quinqui de 31 años».
http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/sociedad/sales-bano-para-un-kokodrilo-zombi-20120608
Es lamentable que las personas, supuestamente cultas, cometan tantas faltas.