‘No tengo tiempo’ es una de las expresiones más utilizadas por el hombre contemporáneo. Casi todas las personas la pronuncian en algún momento del día a causa del frenético estilo de vida occidental. A todas partes marchamos velozmente, creyéndonos que si corremos podremos hacer todo lo que nos hemos propuesto y más. Así, salimos de casa medio vestidos, entramos en el ‘Metro’ con una zancada y dispuestos, más que metafóricamente, a empujar el vagón para que llegue antes a la estación deseada. Casi desayunamos una taza de café o un cortado dándole un par de mordiscos a un cruasán para salir volando casi sin mirar al camarero que nos devuelve el cambio.
Si estamos abrumados por la falta de tiempo tenemos un problema. Se dice que John Lennon dijo algo así: la vida es lo que pasa mientras haces planes. En cierto modo, cuando una persona hace 5, 10 o 15 tareas en la primera ya piensa en la segunda y en ésta lo que le queda para la última sin darse cuenta, en su falta de atención, que pierde, segundo a segundo, su valuosísima vida que, en realidad, es la única tarea trascendente. Lo verdaderamente importante es hacer una tarea sin pensar en la siguiente. Si no pretendemos terminar la tercera tarea antes de empezar la segunda descubriremos, misteriosamente, que hay tiempo para todo, porque a todo le daremos su verdadera importancia. Despacio y con buena letra nos decían los profesores, pues el orden, dice Goethe, nos enseñará a ganar tiempo.
Si nos tomamos la vida con prisa corremos el riesgo de caer en la frustración. Las tareas se terminan en una jornada pero también, en cada jornada se pone una piedra en ese nuestro proyecto personal. Y esto es más importante, porque no hemos sido creados para hacer 5, 10 o 15 tareas en un día sino para ser felices. Por distintos motivos Dios me ha dado la oportunidad de compartir un tiempo considerable durante varios veranos con las hermanas Misioneras de la Caridad. Quien las ve pensará que estas mujeres nunca paran y sin embargo porqué esa sonrisa que nunca se agota, porqué esa alegría con musicalidad angelical. Y la razón es que disponen su vida confiadamente en Dios. Del mismo modo que Nuestro Señor Jesucristo se retiraba siempre a orar antes de tomar una decisión – recordemos que pasó cuarenta días en el desierto antes del inicio de su vida pública – las hermanas no inician su jornada sin antes acudir al sacramento eucarístico y no la concluyen sin antes dar gracias al Señor por el día que les brindó, por la sencilla razón de que nada de lo que acontece en este orbe se halla fuera de la providencia de Dios.
Nuestra vida no pertenece a Facebook ni a Twitter sino a Dios, en Quien nuestro ser participado halla total dependencia. Él nos crea a su imagen para hacernos partícipes de la vocación al amor y copartícipes de la Creación con el fin de participar de su Gloria eternamente. Deus me creavit, ergo Dei sum que dice San Agustín. De este modo, lo que hay que hacer realmente es el designio de Dios, y Dios no tiene ninguna prisa (Jn 15, 14-27). Y ser de Cristo no es ser esclavos, sino amigos, pues la vida de obediencia a Dios es el camino de la felicidad; la felicidad de recibir el amor más grande que nadie puede ofrecer, aquel amor que da sentido y alegría a la vida, aunque se halle en nosotros el sufrimiento.
Creedme, la vida no es hacer 5, 10, 15 tareas y sacar la lengua, de cansancio, en la última sino que en aquello que hagamos tener siempre presente el «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la Creación» (Mc 16, 15) con amor y alegría.
Nota: Aquí el artículo de la imagen.
Hola.
No podemos vivir como no cristianos sin terminar ‘locos’ por no encontrar sentido a la vida. Quienes si creemos debemos mostrarnos más dispuestos y con más amor hacia los no creyentes o hacia aquellos que pierden la fe o la viven fríamente.
Se puede aprovechar cualquier paréntesis para completar el rezo del santo rosario o cualquier oración cuando esperas en el Metro, en el consultorio del médico, etc. O detenerte en una Iglesia cuando andas por la calle. Siempre se puede tener a Dios presente… siempre que veo una imagen en algún edificio hago una jaculatoria.
Joan, muy buena entrada… la prisa es nuestra mayor enfermedad. Gracias.
Saludos Cristina. Es importante la presencia de Dios en nuestro quehacer… gracias por comentar.
Saludos Anabel. Así es. Si tenemos sentido de la vida descubriremos que la oración es la parte principal de la vida no un accesorio más. Gracias por comentar.
Saludos Sigfrid, muchas gracias.
excelente artículo.Saludos
Saludos Lucho. Muchas gracias.
Vamos muy deprisa, como viviendo al margen de la misma vida. Luego nos preguntamos y nos molesta ver como pasa el tiempo de rápido.
Saludos Negro. Hemos de detenernos más y jerarquizar prioridades. Gracias por comentar.
No tener presente a Dios, desde que abro los ojos, es lo mismo que si yo quisiera caminar y darme cuenta que no tengo las dos piernas. Asì de sencillo.
Saludos Malourse. Más claro imposible, así es. La dependencia que tiene el hombre de Dios es absoluta. Gracias por comentar.
Perdón por la pregunta pero eso de andar rezando a cada rato, cada vez que se pasa por una Iglesia o imagen o «aprovechar» la espera en el metro o en el consultorio para rezar……. no es tomar el nombre de Dios en vano??
Como que le dedico el tiempo «muerto» mientras espero el tren??? Como que cada vez que paso de casualidad poir una imagen rezo??
NO! Dediquen su tiempo especial a rezar, las otras tareas son las que son menos importantes.
Lea el informe económico o use Tweeter o facebook en la sala del médico o en el metro.
A rezar vaya a propósito y con ganas no dedicándole los segundos o minutos donde no tiene nada mejor que hacer.
Los musulmanes PARAN sus actividades 5 veces al dia para orar.
En los monasterios se asiste a varias celebraciones del culto……incluso levantándose bien de madrugada.
Alku
Saludos Alku. Muchas gracias por su aportación. Un saludo.
De acuerdo con Alku, sin embargo, si dentro de nuestra rutina cotidiana (muchas veces acelerada) no hacemos una pequeña pausa para una pequeña oración, podemos durante el día olvidarnos de Dios.