¿Cómo influye la pornografía en la vida real? Se calcula que una de cada cuatro búsquedas en Internet es de carácter pornográfico; que existe un billón de páginas web con contenido pornográfico explícito de fácil acceso; y que el 67% de los hombres y el 49% de las mujeres piensan que la pornografía es aceptable. Esto último es de una evidencia empírica indiscutible: cada día se mandan en el mundo 2.5 billones de correos electrónicos pornográficos. Lamentablemente, el 47% de los niños recibe este tipo de mensajes.
Según la Real Academia Española, la primera acepción del término pornografía remarca el carácter obsceno de determinadas obras literarias o artísticas. Por obsceno entendemos lo impúdico, la indecencia de convertir el sujeto – la persona – en el objeto mediante el cual uno quiera alcanzar determinado placer. Este y no otro es el fin de la pornografía, que se comercializa para que las personas la consuman a modo de excitante sexual. Al mismo tiempo, el hecho de vivir en la era de la imagen y en una época donde la moral se encuentra altamente relativizada contribuye a la erotización de la sociedad. Es suficiente con atender a un anuncio televisivo de un perfume o incluso a un producto de limpieza para ver imágenes que antes sólo se encontraban en revistas para adultos.
En las principales ciudades de España es frecuente el encuentro con publicidad de lo más diversa donde aparece una figura femenina o masculina en ropa interior. La desnaturalización de la sexualidad convertida en comercio hace que hoy uno se desnude en público, exhibiéndose con absoluta naturalidad convirtiendo su cuerpo en un objeto para los ojos de los demás. No es extraño por tanto que este reclamo confirme, como ya anunció el rotativo australiano ‘The Age’, que la causa principal de divorcios sea el consumo de pornografía. Según la Academia Americana de Abogados el 68% de todos los divorcios se debe a que uno de los miembros de la pareja conoció a otra persona por Internet.
Hace una semana escribí una entrada titulada “Amor u obscenidad en las relaciones interpersonales” donde señalaba que en el crecimiento del sujeto como persona es importante, en el orden ideal de la vida buena, que las relaciones con las otras personas no se reduzcan a un componente estrictamente utilitarista, sino que se genere un vínculo de amistad percibiéndose, con reciprocidad, el bien del otro como propio, de lo contrario, el amor no compartido o el amor interesado, por anormal y aparente, se encuentra no sólo destinado a aniquilarse sino a causar un mal a la otra persona, ya que se la trata como un medio y no como un fin en sí misma. No es amado quien es deseado, sino aquél para quien se desea algo; sin embargo, hoy vemos que es más lo primero que lo segundo de ahí que no pocas relaciones de pareja no tengan razón de fin y, por tanto carezcan de exclusividad y perpetuidad.
Es importante que el cuerpo no se vea como un objeto, sino que se entienda que forma parte del propio de ser de cada persona; que la persona es humana porque es encarnada y el cuerpo es humano al estar animado por el espíritu. En consecuencia ni la persona ni el cuerpo pueden tratarse como un objeto o un medio, sino como un fin. Por esto es importante que denunciemos la pornografía ya que cosifica a la persona y menoscaba su dignidad.
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Muy negativamente. Hay que tener mucho cuidado con los niños, ellos son los que sufren las consecuencias de las tonterìas de sus padres.
Saludos Malourdese. Toda la razón. En un mal hogar un niño hallará más dificultades para construir una personalidad dotada de virtud. Gracias por su comentario.
muy bueno