La obra de Tolkien y la religión (II)

Publicado: 24 mayo, 2012 en Literatura, Religión, Tolkien

La obra de Tolkien sigue un esquema teológico que inaugura el Silmarillion con el enunciado de la Creación en el Ainulindalë y en el Valanquenta. Se describe una Edad de oro en la que los dioses conviven con los elfos y con los humanos. Sin embargo, del mismo modo que en el relato bíblico, el hombre transgrede la voluntad divina causándose la ruptura de la Alianza establecida. Los mitos y los relatos que nos presenta el Silmarillion presentan la Caída y la entrada del mal, cuya lucha con el bien será un punto capital de la narración contenida en El Señor de los Anillos.

El tema principal de El Señor de los Anillos según las palabras del propio autor en una carta del 30 de diciembre de 1961: “Se centra en Dios y Su derecho exclusivo al culto de adoración” (Letter 236). Esta matización permite descubrir que la historia no es una mera ficción, que el mundo que se muestra es causa de una creación divina y que la maldad cometida por Morgoth, Sauron y esbirros tales como Saruman constituye una auténtica sedición frente a los designios del creador. En definitiva y con palabras del propio Tolkien el mundo descrito en El Señor de los Anillos es una visión de nuestro propio mundo en el pasado (Letter 286 y 331) en el que se expresan las grandes verdades sobre el hombre y la realidad (Letter 172).

La creación expresada en el Silmarillion sigue el patrón bíblico del libro del Génesis. Así, en el comienzo del Ainulindalë se lee: “En el principio estaba Eru, el Único (monoteísmo), que en Arda es llamado Ilúvatar; y que hizo en primer lugar los Ainur, los Sagrados, engendrados por su pensamiento, que estaban con Él antes de que nada fuese creado…” (Silmarillion. Traducido de una versión en catalán). El significado ontológico de Eru es “el que es”, es decir, el Ser en sí, quien da el ser y en quien el ser de la creatura halla dependencia incondicional. Si bien los Valar se autodenominan dioses no lo son propiamente si bien es consentido por Tolkien con el pretexto literario de otorgar a su obra una reminiscencia de los relatos mitológicos nórdicos (Letter 172) y con la idea teológica (Gn 1,27) de mostrar que su dignidad está configurada a imagen de la del Creador (Letter 304). Lo mismo acontece con los Noldor (Letter 176).

Entrada relacionada:

La obra de Tolkien y la religión (I)

comentarios
  1. Elisa dice:

    Muy interesante, la verdad. Leí «Splintered Light. Logos and language in Tolkien’s World», una obra donde se lleva a cabo una aproximación al sentido teológico de la obra de Tolkien. Es de V. Flieger.

  2. Saludos Elisa, muchas gracias me alegro. Existen muchas obras interesantes a cerca de la cuestión, una es la que cita. Muchas gracias por su comentario.

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