El doctor Harvey Chochinov, psiquiatra y director de la unidad de investigación de cuidados paliativos de la Universidad de Manitoba (Canadá), es el autor de un conjunto de trabajos, publicados en Lancet y otras revistas especializadas, en los que muestra la existencia de una relación directa entre el deseo de morir del paciente terminal y la pérdida de dignidad. Por esta razón ha desarrollado una guía para profesionales sanitarios de cuidados paliativos, Terapia de la dignidad, que está difundiendo por todo el mundo y que estos días ha presentado en coasión del IX Congreso Nacional de la Sociedad de Cuidados Paliativos.
La cuestión de la dignidad se encuentra netamente ligada con la frustración existencial de la que tanto habla el tercer gran clásico de la psicoterapia vienesa, el doctor Viktor Frankl. En su ponencia “Muerte, agonía y dignidad: oportunidades y retos en los cuidados al final de la vida” el doctor Chochinov sostiene que “la actitud del sanitario que atiende al enfermo marca la mayor diferencia en la percepción que éste tiene sobre sí mismo”. La orientación humana hacia el sentido es fundamental. Por esto es importante y de agradecer que el sanitario no sólo sea un buen profesional sino alguien que motive al paciente, que es una persona, a ir más allá de sí mismo desarrollando la capacidad de autotrascendencia.
Es muy importante, como bien señala el doctor Chochinov, que el paciente perciba que el médico lo trata como una persona y no como un enfermo; que perciba que el médico es capaz de ponerse en su stituación: «La dignidad forma parte de la condición del hombre y es importante mantenerla hasta el final de la vida, y en este objetivo los equipos de cuidados paliativos tienen un reto importante«. Ciertamente, quienes tienen mayores posibilidades de supervivencia son aquellos que alcanzan a comprender un sentido existencial que invita a salir de uno mismo e ir más allá, proyectándose hacia el futuro.
¿Es necesario sufrir? No, no lo es. Sin embargo la vida tiene sentido a pesar y a través del sufrimiento en cuanto que forma parte del quehacer existencial. Apartar una molestia no sólo es lo mejor sino también lo más razonable. Lo que no es lo mejor ni lo más razonable es apartarse uno mismo para evitar el ahogo y la angustia que pueda causar el dolor, ya se este biológico, psicológico o político – la crisis económica genera suicidios –. La vida tiene sentido hasta el último respiro, por esto es fundamental el sentido de autotrascendencia, para que no devenga la pérdida de la dignidad: “en realidad, lo esencial de la condición humana es el hecho de autotrascenderse, el que haya algo más en mi vida que no sea yo mismo… algo o alguien, una cosa u otra persona distinta que yo” (Viktor Frankl, En el principio era el sentido).
La perdida de dignidad corre pareja con la frustración existencial y esto acontece cuando la gente se conforma con vivir de algo olvidándose de para qué puede vivir. El escepticismo y el nihilismo son dos poderosos actores que hacen presencia en los estados de mayor sufrimiento de la persona hasta el punto de considerar que la vida, que se ha vivido hasta ese momento, deja de tener sentido. El hombre, en ese instante, se convierte en una víctima. Es tal el absurdo que uno aprecia en su existencia que se siente extranjero en ella y desea escapar de esta sensación, liberándose de ella. Sin embargo, la persona no es consciente ni capaz de considerar que la idea de absurdo no está en la vida misma – en la realidad – sino en su visión de la realidad. Por tanto, la solución más honesta no pasa por terminar con la vida, sino con terminar con ese frívolo pensamiento. La persona debe ser consciente que es ella misma la que configura las circunstancias.
Entradas relacionadas:
Hay quienes confunden el derecho a una muerte digna con el derecho a morir.
«La respuesta adecuada al sufrimiento del final de la vida es una atención amorosa y el acompañamiento hacia la muerte –especialmente con la ayuda de los cuidados paliativos– y no la ‘ayuda activa a morir’» «Parece un cruel paradigma de la historia que una sociedad con recursos médicos tan amplios se haya vuelto contra el discapacitado y el enfermo con resultados letales» «Permitir que se mate al discapacitado, al frágil, al enfermo o al que sufre, incluso por motivo de una compasión mal entendida, requiere el juicio anterior de que tales vidas no son dignas de vivir»
Sé que esto es solo un «cortar y pegar» pero estas palabras de Benedicto XVI -especialmente las que se refieren al juicio de que tipo de vidas merecen ser consideradas dignas o no de ser vividas- nos ponen frente a frente ante la cuestión central de este asunto: realmente ¿QUIÉN es el dueño de la vida? Más allá de concepciones puramente relativistas, parece indiscutible que la vida es algo que nos es dado, un misterio que en su sentido último se escapa a nuestra voluntad de hacernos dueños de el. Escribiendo este comentario se me hacen presentes las palabras que Tolkien en su obra «El Señor de los Anillos» pone en boca de Gandalf cuando Frodo -del bando de los «buenos»- le espeta que se tendría que haber acabado con la vida de Golum -del bando de los «malos»- hace mucho tiempo. Y Galdaf le contesta: «Gollum merece la muerte. La merece, sin duda. Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos» … Antropología cristiana (la más sana que conozco, sin lugar a dudas) hecha literatura.
Saludos David.
Muy interesante su comentario. Respecto a Gandalf este añade: «No hay muchas esperanzas de que Gollum tenga cura antes de morir, pero creo que aún podría salvarse”. Escribí acerca de lo que usted dice en esta entrada: http://opusprima.com/2012/01/13/la-compasion/
La cita del Santo Padre que usted aporta debe ser reflexionada con profundidad por la verdad que manifiesta. No sé si viene a cuento o no, pero siempre he pensado respecto a este tema de adelantar la muerte que nadie debe elevarse por encima de quien resucita a los muertos.
Muchas gracias por su comentario.
Excelente su artículo sobre la compasión. De principio a fin, muy esclarecedor. Una alegría más la cita de mi admirado san Josemaría.
Por otra parte la frase «siempre he pensado respecto a este tema de adelantar la muerte que nadie debe elevarse por encima de quien resucita a los muertos» me ha llenado, de alguna misteriosa manera que no alcanzo a comprender, del gozo y la alegría de este tiempo pascual. Muy probablemente ni siquiera era su intención… que misterios los de la palabra…
Un saludo y enhorabuena por su blog.
Saludos David. Gracias por su comentario.
El 18 de febrero de 2010 el Parlamento de Andalucía – Comunidad Autónoma de Andalucía – aprobó la Ley de derechos y garantías de la dignidad de la persona en el proceso de la muerte .
Saludos Panama. Muchas gracias por su comentario.