El incidente aconteció este domingo 12 de febrero cuando Cynthia Díaz, periodista de 13TV, acudió a cubrir la manifestación convocada ante el Tribunal Supremo en señal de protesta contra la sentencia de once años de inhabilitación al juez Baltasar Garzón. Algunos de los manifestantes se acercaron al equipo de 13TV vociferando distintos improperios – ver vídeo –, algunos de ellos destinados al periodista Alfonso Merlos, “¡El presentador, el presentador, es verdaderamente un fascista!”, al tiempo que les animaban a abandonar el enclave a gritos de “¡fuera fascistas!, ¡13TV es la televisión de los curas fascistas!”.
Nunca he visto 13TV si mi mente no me engaña por algún hechizo. Mi intención no es defender a la emisora, mucho menos al señor Merlos cuya posible razón queda zaherida cuando crece su gozo cada vez que posee la oportunidad de llamar “delincuente”, “prevaricador” y “violador de leyes” al señor Garzón – ver vídeo –. Mi intención, en estas líneas, es la denuncia a la estupidez cuando no a la barbarie de quienes se atreven a tildar de fascista o delincuente al otro, sin más.
Tachar de fascista a alguien es una inculta moda que mariposea sin límite por nuestra geografía. Fascista es un término desvirtuado y vacío pues ya no alude al movimiento nacionalista italiano surgido a comienzos del siglo XX sino que es una etiqueta que se dispone con comodidad sobre el adversario, no necesariamente ebrio de la hemiplejía moral causada por la ideología contraria a la del hemipléjico moral que le vilipendia. Ahora todo viviente es posible blanco de la afrenta de este tullido, del esclavo de su pensamiento único y hermético.
Tristes personajes quienes zarandearon al equipo de 13TV, no menos quien, desde su posición de vocero, difama con fruición. La ideología – las ideologías – se ha apoderado de la vida política y de la opinión pública generándose una especie de contienda entre quienes defienden una y otra idea de la realidad. Al mismo tiempo descansa un halo de mala educación sobre los contendientes cuando la descalificación adquiere cierta legitimidad por parte de quien la blande. El único medio de librarnos de esta necedad general en la que nos hallamos sería reconocerla y reprobarla, aunque ya sabemos que cuando más despreciable y risible es un hombre, más desvergonzada es su lengua y más firme su posición ideológica (Lucio Anneo Séneca, “De constantia, 11); además su influencia es alta entre quienes también tienen el espíritu castrado.
Ante la mala educación aquel que tenga la dicha de no padecerla debe ponerla de manifiesto y no dejar que caiga en el olvido, si bien la virtud de la corrección es el arma del lenguaraz, que en su falta de juicio, se aprovecha del sosiego del comedido para dar rienda suelta, en ausencia de inteligencia, a su descompostura mediante el insulto u otras formas de violencia cuando la opinión ajena se distingue de la suya.
Lamentable y patético el comportamiento de estas personas. Se quejan de una injusticia y actúan con otra injusticia, en este caso no dejar a unas personas ejercer su trabajo.
Por otro lado algunos periodistas deberían ser más conscientes de su peso en la opinión pública y medir más sus comentarios.
La mala educación, la falta de modales… es injustificable y no se puede perdonar proceda de quien proceda.
Saludos Cristina. En la vida hay que tener claro que ante una injusticia, un mal… la respuesta no es otra injusticia u otro mal, sino el bien. La injusticia, el mal se vecen sólo con el bien.
Saludos La cruz de hierro. Desde luego que no, hay que reprobarla. La razón presenta muchos argumentos antes de convertir la ofensa en uno.
La sentencia es un demoledor alegato contra la actuación de Baltasar Garzón, de la que dice literalmente que no hay precedentes en nuestro ordenamiento jurídico.
El Supremo afirma que las escuchas a los abogados defensores no fueron «una interpretación errónea de la ley sino un acto arbitrario que, carente de razón, desmantela la configuración constitucional del proceso penal como un proceso justo».
La sentencia es,mucho más que la condena al juez estrella. Su contenido supone el rechazo a un modelo de juez de instrucción que sobrepasa las líneas rojas del Estado de Derecho con un modo de actuar que, de ser permitido, «causaría una destrucción generalizada del derecho de defensa».
La reacción furibunda de la extrema izquierda es la constatación de que no creen – no han creido nunca -, en el estado de Derecho.
Los ataques al Supremo o a determinados medios de comunicación son absolutamente inadmisibles..
Saludos Natalia, desde luego que es inadmisible la respuesta de esta índole. No obstante la entrada se guarda de valorar opinión alguna sobre dicha sentencia.
Hola, Joan.
Se dice que suele hablar el que lleva la joroba. Quien llama intolerante y totalitario a otro (que es lo que se pretende al decir «fascista») demuestra su propia intolerancia e impulso totalitario.
Desde luego, comparto tu desagrado por la falta de educación, y también por esa manía tan española de lanzar insultos contra quien no piense como uno (que es algo, por cierto, que hacen tanto los cabezabolos que gritaban «fascista» como las cadenas cabezabolo tipo Intereconomía y demás).
Saludos hermano Maximiliano. La mala educación no tiene fronteras, se encuentra en el corazón de muchos hombres incapaces de abandonar su pensamiento único. Gracias por comentar.
¿Por qué quienes se quedan sin argumentos cuando los datos contradicen sus prejuicios, no dicen que están equivocados, sino que recurren al insulto?
Saludos David. Es sencillo la lengua les funciona a mayor velocidad que el intelecto. Gracias por comentar.
Por otro lado, señora Natalia, pensando en lo que usted decía sobre la sentencia, le pregunto: ¿Cómo se puede decir que “hay q respetar la decisión judicial” si justamente queda demostrado que el juez no debía ser respetado? Quien sentencia a Garzón, que es un juez, es otro juez. Así, se me plantea otra pregunta: ¿Queda demostrada la culpabilidad del señor Garzón cuando la sentencia a este señor certifica que los jueces prevarican? ¿Cómo podemos saber que quienes han juzgado al señor Garzón no prevarican?