La urgencia de regresar a Grecia para recuperar el carácter ético de la política

Publicado: 13 febrero, 2012 en Ética y Moral, Política

En el sí de la sociedad Occidental crece el descontento entre la gente que se lanza en masa a la calle en protesta por la inestabilidad de su futuro causada por el alto índice de desempleo y subempleo, factores determinantes del aumento de la pobreza relativa que padece la población de no pocos países miembros de la Unión Europea. Al mismo tiempo se percibe como injusta la aumentada centralización de poder entre las minorías selectas que controlan la economía y la política. Sí, injusta porque hay un sujeto testigo de dicha injusticia: en España los cinco millones de parados, los dos millones de familias sin ingresos económicos y los millares de jóvenes subempleados que empiezan a ver en el éxodo la única salida viable.   

Los parados, las familias sin ingresos, los subempleados se presentan a sí mismos como víctimas de la injusticia. Sin embargo, es necesario un alguien que los considere como tal y entienda, piadoso, la urgente necesidad de restaurar la justicia – virtud política por antonomasia –, porque el bien común sólo se alcanza cuando se reconoce la dignidad del ser humano y se promociona su persona en vistas al fin último, que es su realización. Este es el objetivo primordial por el que debemos luchar todos, indignados o no, que se reconozca a la persona como fundamento del derecho, de lo contrario la justicia no alcanzará su correspondiente medida.   

Es fácil expresar que si uno hace lo que verdaderamente debe hacer, inclinarse hacia el bien mediante una muy determinada forma de vida, obraremos con justicia y alcanzaremos el bien común. Sin embargo, si no obramos así no sólo no actuaremos con justicia sino que no apreciaremos la injusticia que cometemos al dejar de tratar al hombre como persona. No olvidemos que si la política no ama la verdad y el bien termina devorada por la injusticia del poder. La política no puede separarse de la ética como haced Maquiavelo, que reduce a ésta a un asunto estrictamente privado.

Urge la recuperación del binomio ética-política, inseparables en el pensamiento griego y medieval. La ética no puede reducirse a una cuestión estrictamente privada desterrada del asunto público, que avanza al margen de ella con sus propias leyes: la acción política debe estar ligada a la ética de lo contrario es imposible juzgar las acciones humanas – políticas – en el ámbito público. La política, aunque pese a algunos, es una extensión en el seno de la sociedad del sentido teleológico del hombre – el fin del hombre es el fin de todos los hombres: el bien –. Así, el fin del hombre es el mismo para la humanidad.

La praxis política, bien señala el Estagirita, no depende tanto de su carácter público como de su corrección moral. Esto es evidente en cuanto que nadie tolera la vida en un mundo privado de justicia, una virtud que es un derecho humano (Hannah Arendt). La política no puede desprenderse de su sentido teleológico, debe entenderse en términos de medios-fin en cuanto que el hombre – zoon politikon – se asocia no sólo para vivir sino para vivir bien en vistas a su plenitud y no por otro motivo. Este es el fin de la política: el bien común. Si hay bien común la justicia vendrá por añadidura.  

El tiempo presente de indignación es el fruto del remplazo de la verdad y del bien en beneficio de la ideología política y económica. El logro maquiavélico de separar el carácter moral y el sentido teleológico de la política convierten la ideología en un arma al servicio de todo tipo de tiranías, entre ellas la conversión del Estado en un macroindividuo con fines y derechos propios no coincidentes la mayoría de las veces con los de la sociedad – con los del hombre –. El hombre, afirmaba antes, se asocia para vivir bien. En su Política el Estagirita dice que el hombre, aunque no tuviera necesidad de la ayuda de los demás, necesita vivir en sociedad. Esto es así porque el bien del hombre es un bien eminentemente social. Su vivir bien – la mejor vida posible – gravita siempre en un vivir bien en sociedad, junto con los demás. La formulación aristotélica por la cual el hombre es visto como un zoon politikon no es pura palabrería sino que corresponde a una intrínseca realidad de la naturaleza humana por la cual el hombre se abre a establecer relaciones de vínculo con los demás buscando y disfrutando del bien de estos con la consideración de que su bien es el propio bien (Tomás de Aquino, Summa Theologiae II-II, 114, I, ad 2). En este sentido la acción humana está, por naturaleza, ordenada a una perfección – el bien – cuyo acabamiento sólo es asequible en la instancia política. De aquí la urgencia de recuperar el carácter moral y el sentido teleológico de la política, que en sí es el medio de perfección moral del hombre en sociedad. Resultas de ello será la desaparición de la injusticia y la indignación fruto de la tiranía.  

comentarios
  1. […] de la corriente ideológica-filosófica (cosmovisión) que cada uno respalde. Por esta razón es clave que la política recupere su carácter ético, pues de lo contrario es imposible juzgar las acciones humanas y, consecuentemente, garantizar el […]

  2. […] la necesidad de recuperar la ética en la vida política porque si ésta no ama la verdad y el bien termina devorada por la injusticia del poder, responsable de la actual crisis económica y, sobre todo, moral. Para aprender a vivir mejor hay […]

  3. […] la economía, y cuyo interés no es la verdad ni el bien del hombre, sino su propio interés, que siempre es ideológico. Sin embargo, no podemos desechar la posibilida de la existencia de verdades y bienes últimos que […]

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s