Pensamiento sobre la verdad

Publicado: 1 noviembre, 2011 en Pensamiento

¿Encontramos contradicción alguna entre aquello que la ciencia descubre y demuestra y la doctrina teleológica cristiana? ¿La verdad se halla en sí misma insertada en la providencia divina? Unos asienten y otros niegan, pero el sentido común nos indica que la verdad última no puede ser demostrada por otra realidad que no sea ella misma, es decir, la Verdad sólo se revela, y lo hace por ella misma. Cierto, la libertad y la razón humana pueden bien no aceptar lo que ha sido revelado por Dios, incluso la misma revelación histórica de Cristo puede ser negada, pues la aceptación corresponde a un acto de la voluntad y no del entendimiento.

Asentir la existencia de Dios no requiere de evidencia pues la evidencia es la misma revelación: la verdad se muestra a sí misma e interpela al hombre, de ahí que el Estagirita señale que el hombre desea por naturaleza conocer. En cambio, lo creado si requiere de evidencia, es decir, el mundo y el hombre deben ser legitimados por aquella realidad que les fundamenta. Por tanto, ante esta coyuntura, como bien señala Pascal en sus Pensées: el espíritu más crítico no puede asentir que con la sola razón se alcance la última certeza sobre la que se sostienen todas las restantes; es necesario, pues, que la verdad que fundamenta a la razón inspire o se muestre a ésta.

Y la verdad sólo se revela a la razón, de aquí lo de que la grandeza y dignidad del hombre reside en su espíritu y lo de que la fe y la razón son como las dos alas con las que el ser humano se eleva a la contemplación de la verdad. En consecuencia, no encontramos ninguna contradicción entre lo que presenta la ciencia y la doctrina teleológica cristiana; la cuestión, aquí, es de aceptación, es decir, la cuestión de la existencia de Dios revelado no es tarea de la razón sino de la voluntad de cada persona.  

comentarios
  1. Cayetano Ripoll dice:

    La doctrina cristiana es completamente incompatible con la ciencia ya que afirma que su dios puede realizar, y de hecho ya ha realizado, acciones que, aunque nunca han sido demostradas, hacen que su descripción de Dios resulte incompatible con la realidad conocida y demostrada empíricamente por la ciencia.

    «… el hombre que está convencido del funcionamiento universal de la ley de la causa no puede entretenerse en la idea de un ser que interfiere en el curso de los acontecimientos … un Dios que premia y castiga no es concebible para él.» [Albert Einstein «Ideas y opiniones»]

  2. Saludos Cayetano.

    Urge, es necesaria, una mayor – y mejor – comprensión de la coherencia y de la concomitancia entre las ciencias y la teología. Al mismo tiempo, hay que tener presentes esas dos proposiciones cartesianas del Tractatus logico-philosophicus de Wittgenstein que nos dicen que lo que se puede en general decir, se puede decir con claridad; y que de lo que no se puede hablar, se debe callar. En este sentido, Pascal señala que, a la luz de la sola razón, de la evidencia, resultan posibilidades inciertas afirmar con rotundidad que Dios existe o que Dios no existe; es decir, no podemos asegurar ni una ni otra proposición ni podemos negarlas.

    Ciertamente, es importante pensar como Pascal y discutir la primacía exclusiva de la razón y del pensamiento científico-matemático – y nadie pondrá en duda el alto conocimiento de Pascal en el campo de las matemáticas – en el marco del conocimiento general, más cuando el método de la ciencia se limita a un determinado contexto que no alcanza a englobar la totalidad de la realidad. Por tanto, si la realidad no se circunscribe exclusivamente dentro del gobierno de la ciencia, tampoco lo hará su sentido.

    Así, no podemos negar la existencia de Dios, sino afirmar que mediante la razón, la sola razón, no podemos tener certeza de la existencia o de la no existencia de Dios; no podemos constatar ni lo uno ni lo otro. No obstante, ante la búsqueda natural del saber se impone, por lo comentado, la necesidad de no reducir el conocimiento a la capacidad limitada de la razón, sino ayudar a esta con las posibilidades reales y radicales de la teología y de la revelación.

  3. Cayetano Ripoll dice:

    Yo no estoy discutiendo si Dios existe o no existe, lo que digo es que el dios interviniente tal como es definido por los cristianos (hacedor de milagros quiero decir) es incompatible con los conocimientos fiables y contrastables de que disponemos sobre el funcionamiento de la realidad y, dado que unos se pueden demostrar y el otro no, o ese dios no existe o algo está mal en la definición, lo que al final es lo mismo ya que al no corresponder con la definición habría de ser otro el que, hipotéticamente, pudiera existir, pero no ese.

    Este asunto tiene mucho que ver con un estupendo libro «Ciencia versus religión, un falso conflicto» de Stephen Jay Gould. Estoy fundamentalmente de acuerdo con los postulados de Gould, el problema es que la religión no está de acuerdo y considera que absolutamente todo (incluida la propia ciencia) está bajo su magisterio. Por supuesto no todas las religiones son así, el actual Lama (Tenzin Gyatso) ha dado una lección magistral en este sentido al afirmar que «Debemos investigar y luego aceptar los resultados. Si no resisten ante los experimentos, las mismísimas palabras de Buda deben ser rechazadas.» Esta es la postura de una religión que puede convivir con la ciencia pero está muy lejos de ser la postura de los cristianos.

    El problema fundamental, tal como yo lo veo, es que la religión cree conocer «La Verdad» de antemano y la ciencia no está preocupada por «La Verdad», sino por la realidad, no estando de este modo limitada por un «pre-juicio» no tiene necesidad de hacer coincidir sus postulados de partida con lo que observa en la realidad por lo que, desembarazada de trabas y embarcada en un conocimiento acumulativo y perfectible, cada vez deja menos lugar a la especulación de lo que «pudiera ser» y nos asienta con más fiabilidad en «lo que es» más allá de cualquier duda razonable.

  4. Saludos Cayetano.

    ¿Juega Dios a los dados? Manfred Eigen, biofísico y premio Nobel, afirma que sí, pero que se atiene a sus propias reglas, y esto es fundamental. Así pues, ni el azar – antítesis de los milagros que afirmas, ni la indeterminación, ni el materialismo constituyen alternativas viables para explicar la realidad. Dios actúa dentro de una ley y un orden compuesto por él mismo; una ley y un orden que permiten la existencia misma de la ciencia. Ciertamente es un error negar la existencia de Dios y su obrar en el mundo basándose en los datos de la biología molecular, por ejemplo. Las ciencias naturales no proporcionan una prueba de la existencia de Dios, ni pueden ni deben mediante su método.

    No obstante, es importante, como señala Sambursky en ‘El mundo físico de los griegos’, que el pensamiento humano no se quede petrificado en la cuestión del cómo sino del por qué. Todo cuanto acontece ante nosotros y nosotros mismos se encuentra encaminado a un fin, a un fin que es el resultado previo de un plan. Quizá no consideres este sentido teleológico, pero es inevitable salir del cómo, del estudio de las causas secundarias, para atender al por qué, a la causa verdadera, cuestión que surge espontáneamente al preguntarnos por qué existe algo y no más bien nada, qué es el hombre, etc. Como bien señala Riedl, es necesario confesar los límites de la ciencia y la de reconocer que no se puede pensar sin premisas metafísicas.

    Respecto a los milagros, que parece el eje principal de tus comentarios, decirte que eso que entiendes por ‘milagro’ no es, para nada, una suspensión o una alteración de las leyes naturales. Si atiendes a la Escritura apreciarás que el relato no se interesa por el suceso, por el milagro en sí, sino por la intención de este, despertar la admiración de la persona por Dios. Así, no se espera la fe en los milagros, sino en Dios; los milagros no pretenden ser pruebas de Dios, sino demostraciones de su acción en el mundo, en la historia de la humanidad. Por otro lado Dios no opera cual vulgar mago blanco, porque no lo necesita. Dios puede obrar, como el hombre en su medida, libremente sin ningún milagro que rompa o perturbe la causalidad, la ley y el orden por el creado. Por ejemplo, Dios actúa interpelando al hombre.

    Gracias por comentar.

  5. Cayetano Ripoll dice:

    Yo no conozco la existencia de ninguna «Ley» u «Orden» en el universo, sólo conozco la existencia de patrones que se reproducen con mayor o menor estabilidad en unas condiciones determinadas; estos patrones los interpretámos como «orden» en el sentido de simple relación entre entidades o como «leyes», termino heredado de siglos pasados, que por cierto ya no se emplea, y que no tiene el significado real de «ley» sino que se usa para reflejar una regularidad observada y de la que se puede predecir su comportamiento. Tampoco conozco, ni creo que se pueda conocer, la existencia de ninguna realidad que no sea susceptible de ser percibida y aunque tal cosa fuera posible no tiene sentido considerar la posibilidad de su existencia puesto que de ella no podría obtenerse ningún conocimiento que pudiera ser considero fiable.

    En cuanto a los límites, la ciencia conoce perfectamente sus límites, recordemos que no es sino un método enfocado a la obtención de un conocimiento fiable de la realidad, otra cosa es lo que puedan decir o pensar determinados científicos que siempre lo harán a titulo particular ya que la ciencia, incluso entendida en sentido extenso (de todos los que usan el método), no posee nada parecido a una organización jerárquica o dogmática o ideológica o como queramos llamarla.

    Mi interés en los milagros no es por los milagros en si, sino por la característica que se otorga a un dios de hacerlos o de ser capaz de hacerlos. Un dios que no interviene, o que ha intervenido en la creación del universo para otorgarle una propiedades iniciales a partir de las cuales se produce su desenvolvimiento, no es de mi incumbencia, es una apuesta por una idea que no tiene relevancia para la realidad tanto si existe como si no. Pero no es este el Dios de los cristianos, sino uno que se supone que interviene modificando a su voluntad el funcionamiento conocido de pautas suficientemente comprobadas, y de este Dios, es del que digo que no existe ya que lo que si existen son pruebas suficientes para afirmar que tales casos no pueden darse en la realidad.

  6. Saludos Cayetano.

    Simplemente sin leyes no hay ciencia. La ciencia misma, cualquiera, se da gracias a la existencia de una ley y un orden.

  7. Cayetano Ripoll dice:

    No. La ciencia es un método sin «método» no hay ciencia.

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