En la homilía de la Santa Misa celebrada ayer en Cuatro Vientos (Madrid) el Santo Padre Benedicto XVI recordó a los jóvenes peregrinos que “Jesús construye la Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro, que confiesa la divinidad de Cristo. Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1Co 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza”.
Jesucristo edifica la Iglesia sobre la piedra de Pedro, piedra configurada por el resto de los apóstoles y por la totalidad de los cristianos que actúan en ella a modo de verdaderas piedras vivas para, con ayuda del Paráclito del Señor, constituir el templo de Dios.La Iglesia es el cuerpo mismo de Jesús y los cristianos, todos, vivimos como miembros de este cuerpo mediante el sacramento eucarístico. Por esta razón, por ser miembros de este cuerpo cuya cabeza es Jesucristo los creyentes formamos parte dela Iglesia. Si nosotros, creyentes, queremos estar unidos realmente a Cristo hemos de vivir en su Cuerpo, la Iglesia, donde hace presencia real y donde se anuncia el Evangelio y la salvación para todos los hombres de la historia.
No se puede estar verdaderamente unido a Cristo si uno no es una verdadera piedra viva que forma, como miembro del cuerpo, el templo de Dios. Iglesia no es sólo la jerarquía, es decir, el Papa, los obispos y los sacerdotes, que tan frecuentemente venden determinados medios, en especial muy concretas ideologías. Iglesia somos todos los bautizados. No existe cristiano sin Iglesia, pues antes de todo cristiano está Cristo cuyo cuerpo místico es la Iglesia. Los primeros cristianos, los apóstoles, son cristianos por ser el primer ensanchamiento de ésta. Por tanto, no existe la Iglesia porque hay cristianos, sino que existen cristianos porque hay Iglesia, templo de Dios donde Éste se hace presencia viva.
La Iglesia, por tanto, no es voluntad del hombre; tampoco de esa supuesta jerarquía, sino de la voluntad de Dios y manifestada por Cristo en la elección de sus apóstoles.La Iglesia no resta tampoco al dictamen del hombre ni de susodicha jerarquía, sino a la gracia del Paráclito del Señor. La Iglesia, en definitiva, no tiene una misión contingente de controlar y dominar al hombre sino trascendente, de transformar el mundo en el Reino de Dios y para facilitar al hombre la salvación a la que aspira por sus expectativas ontológicas de vida. Y la salvación sólo pasa por Cristo, Quien es la Iglesia. Así, no nos podemos acercar a Cristo ni ser otro Cristo si no nos convertimos en auténticas piedras vivas, en miembros del Cuerpo de Cristo, Cuerpo que se hace presente en la Iglesia mediante la Eucaristía.
Efectivamente: hay mucho listo más o menos bien intencionado que piensa ilusoriamente que se puede amar a Cristo sin depender de los curas, tal como ellos lo dicen. Pues no y no por invención nuestra, sino por voluntad de Cristo. La experiencia también demuestra que los que van por libre no van a ninguna parte.
Como es dogma de Fe que fuera de la Iglesia no hay salvación…..
Dicho ésto, no obstante, convendría tomar en consideración a muchos de los que propugnamos que los que escandalizan a los inocentes, aquéllos que deberían ser guía de almas, y que, sin embargo, han deshorado a la Iglesia de Cristo, deberían ser inmeditamente excomulgados.
Los Sacerdotes son los «otros Cristos» que tienen el sagrado deber de servir de ejemplo y guía a los demás fieles, pues «nadie es digno de seguir al Señor di, tomado el arado, vuelve la vista atrás».
Y nosotros, los fieles, en vez de criticar como así hacemos a los sacerdotes, tal vez deberíamos darle ejemplo no sólo de respeto, sino, y fundamentalmente, de amor y hermandad.
Ciertamente Francisco, podemos ser los cristianos, practicantes, quienes más escandalicemos a quienes no se han acercado aún a Cristo con nuestro malhacer. Somos nosotros quienes tenemos la mayor de las obligaciones, que nuestro tesmimonio sea reflejo del Evangelio. La crítica, el juicio, no debe instalarse en el corazón de los cristianos, sí, en cambio, la corrección fraterna. Gracias por comentar.
[…] hemos de vivir en su Cuerpo, la Iglesia, alimentándonos de éste en el sacramento eucarístico. No podemos vivir como cristianos fuera de la Iglesia, donde Cristo hace presencia real, donde se anuncia el Evangelio y la salvación. […]