Quien conoce bien la Sagrada Escritura sabe que ésta se inicia con la creación de Dios en el libro del Génesis y termina, en el libro del Apocalipsis, con las bodas del Cordero en el que Dios se desposa con la humanidad salvada. El matrimonio es obra y gracia de Dios. En el ya citado libro del Génesis contemplamos esa complementariedad – de la que ya he hablado en este blog muchas veces – entre el hombre y la mujer – ambos creados a imagen y semejanza de Dios – cuando el primero expresa ante la visión de la segunda: “Esta vez si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gen 2, 23). El hombre y la mujer que son fruto de un acto creador, libre y amoroso de Dios también están abiertos a la vocación del amor, que es la donación absoluta del ser.
Dios cuando crea al ser humano lo crea como hombre y como mujer. El amor entre el hombre y la mujer es bueno a los ojos de Dios: “se hacen una sola carne” (Gen 2, 24) porque “no es bueno que el hombre – y la mujer – esté solo” (Gen 1, 18). Sin embargo, aunque el hombre y la mujer están abiertos a vivir la vocación del amor pueden estar impotentes para vivirlo realmente en un sentido pleno. La infidelidad es una realidad que hoy, en el siglo XXI, resulta incluso natural. Y resulta tan natural que existen empresas dedicadas a procurar aventuras discretas para personas casadas o con pareja estable. Una de ellas, Ashley Madison, cuenta con una campaña publicitaria que en España ha sido emitida porLa Sexta durante el transcurso dela Formula1 que se emite cada dos domingos. Se calcula que el anuncio fue visto por más de 6 millones de españoles y que casi unos 75.000 se dieron de alta en la página web.
El mensaje del anuncio de esta empresa que vende infidelidad es explícito: La vida es corta. Ten una aventura. Un mensaje regido por lo contingente y efímero que certifica la zozobra en la que se hallan no pocas personas. Ten una aventura, como si el amor y la sexualidad de la persona fuesen un mero objeto de consumo, pura mercancía a la carta. Pero el matrimonio no es una realidad vacía de contenido sino que en él Dios se encuentra presente comunicando su amor a los casados (Mt 19, 1-6). En este sentido Pablo expresa bien el valor irrevocable del matrimonio cuando lo presenta como signo de la alianza entre Cristo yla Iglesia (Ef 5, 1-33). Así es, el matrimonio no es pura contingencia: es un sacramento por el cual Dios comunica su amor a los esposos con el fin de que estos, tocados por el pecado, puedan santificarse glorificando a Dios dentro del matrimonio, que siempre tiene que tener como espejo a Cristo crucificado y resucitado.
En el matrimonio, no podemos olvidarlo, está siempre presente el Paráclito del Señor, quien nos capacita para vivir como otro Cristo, como el mismo Cristo. El matrimonio, en cierto modo, es vivir en la Jerusalén celestial en la misma tierra, en cuanto que desde la carne el hombre y la mujer, en Cristo, viven el Amor del Ser, el amor pleno, radical e infinito que es Dios.
Es que al final el matrimonio cristiano no es cosa de dos, sino de tres, pero no en el sentido que podemos mal-pensar sino que en medio tiene que estar Dios!!! Y será Él quien pueda garantizar el amor, pues Él es el Amor y la Paz y la Reconciliación. Y en frente está el-que-separa intentando dividirnos… Realmente vivir el matrimonio en cristiano es una vocación 🙂 y un auténtico privilegio. Y el que no lo quiera vivir en cristiano… pues sencillamente él se lo pierde, las infidelidades y todas estas cosas que le hagan gracia, todas para él…
Hoy ‘Público’ habla de esta empresa que mencionas por la campaña en la que incluyen la imagen del rey de España, Juan Carlos I.
http://www.publico.es/espana/384907/el-rey-convertido-en-reclamo-para-infidelidades
[…] completa, mediante la Revelación. No obstante, sólo por la primera ley universal se entiende que el hombre y la mujer están llamados a la […]