La doctrina moral del mal menor (¿a qué partido votar?)

Publicado: 7 abril, 2011 en Ética y Moral, Política, Religión

Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación” (Jn 5, 29). Por la fe en la Buena Nueva y por el sacramento del bautismo la persona creyente renuncia al mal, hacia el que experimenta aversión, y abraza el don de la vida nueva. Por otro lado, el ser humano, mediante la razón, siente el impulso natural de hacer el bien y de evitar el mal, pues esta ley natural resuena en su conciencia; sin embargo, porque el hombre es libre puede elegir entre el bien y el mal y optará por este último cuanto más alejado esté de Dios y cuanto menor es su libertad moral. ¿Cómo decidir en conciencia ante situaciones en las que el juicio moral no es seguro? ¿Cómo podemos estar seguros de que hacemos lo que es justo y bueno? En primer lugar, la Iglesia nos exhorta a interpretar los datos de la experiencia y los signos de los tiempos gracias a la virtud de la prudencia y seguir los consejos de las personas entendidas. Además contamos con la inestimable ayuda del Espíritu Santo (Catecismo de la Iglesia Católica, 1786-1789).

“Líbranos del mal”, pronunciamos en la oración al Padre, en vistas a la salvación de toda la humanidad. Aquí, nos dice el Catecismo (2850) que el mal no es una abstracción, sino que es el mismo Satanás, el ángel maligno, que se opone al plan de Dios: la salvación del hombre cumplida en Jesucristo. Nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien (Catecismo, 1706, 1777, 1789) para alcanzar la salvación. Desde luego, la doctrina moral del mal menor es lícita siempre y cuando la elección sea entre dos opciones malas, pero no si existe alternativa, pues el mal menor, antes que menor, siempre es mal.

La razón de este escrito es reflexionar acerca del próximo voto en las elecciones generales. A estas alturas, son muchos los millones de personas cristianas que se preguntan a qué partido puedo votar, pero más concretamente, si pueden, como cristianas, votar al Partido Popular, que recientemente se ha declarado abortista. La reflexión de estas personas no descansa en considerar cuál de los dos principales partidos, el PSOE y el PP, supone el mal menor, pues ambas opciones a elegir son contrarias al ideario de vida cristiano, sino considerar si existe una alternativa política que sea realmente cristiana. Posiblemente no existe, para el creyente, una opción política para alcanzar La Moncloa. No obstante, se equivocarán aquellos que consideren entonces la opción del mal menor, pues será en detrimento del bien y, consecuentemente, de la salvación de toda la humanidad, lo que no es nada baladí, pues hablamos de dar la espalda al Evangelio. Somos cristianos y por ello no podemos proponer el mal – ni apostar por él –, aunque le añadamos la suave coletilla de menor. El fin nunca justifica los medios ni la moralidad de los actos los mide la coyuntura. Los cristianos sólo podemos forjar la sociedad a partir del Evangelio. Por tanto, hemos de buscar el bien posible, y aunque no sea un caballo ganador para el mundo, sino lo será para la construcción de su salvación. 

Cuántos de nosotros, que nos denominamos cristianos, obviamos la real existencia del infierno, de la condenación y, con una actitud nietzscheana, negamos o reducimos la constitución ontológica del bien y del mal. Es importante que reconozcamos la intrínseca necesidad del bien y que, con honestidad, nos demos cuenta de la relativización o de la pérdida de conciencia del mal. No podemos mantener una posición nihilista ante la condición moral de los actos humanos, por ejemplo, no es menos mala la Ley del aborto de 1985 – con sus tres excepciones que despenalizan el aborto – que la reforma vigente sino que ambas son malas, por lo que no se puede optar por la primera considerándose así que se evita un mal mayor, porque ninguna supone un bien y contradicen, ambas, el precepto de no matar.

comentarios
  1. Un sano ejercicio democrático que determinaría la voluntad errónea de nuestra clase política sería que el 80-90% del electorado se abstuviese…..entonces, tal vez empezarían a reflexionar…..no en vano los elegidos carecerían de legitimidad….

  2. Saludos Francisco.

    Desde luego, ante la ausencia de una opción – por desidia de cada uno de nosotros en particular, hay que decirlo – la abstención pasa por ser la elección más acorde para el que quiere vivir fiel al Evangelio. Lamentablemente el reparto de escaños es indiferente al cómputo total de votos (aunque ahora mismo desconozco si un mínimo de votos deslegitima un sufragio) y me atrevería a decir que nuestros políticos llenarían igualmente todos y cada uno de los escaños del Congreso aunque sólo hubieran votado 50.000 personas (voto no en blanco me refiero) en toda España.

  3. Alex dice:

    Suscribo lo que dices. Es la primera vez que entro aquí, seguiré tu página. Felicidades.

  4. Bienvenido, Alex. Muchas gracias, leeré con agrado sus comentarios.

  5. Fernando Cabanes dice:

    Después de leer todo el escrito de Joan Figuerola tengo claro que votaré a VOX

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