«Lo inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es lo místico». Esta es una de las tres definiciones del término místico que Wittgenstein emplea en el Tractatus (TLP 6.44; 6.45; 6.522). El filósofo austríaco introduce el concepto directamente, sin previa aclaración sobre su significado. En el sentido más estricto no guarda ninguna analogía con el conocimiento esotérico de unión con Dios o el Ser Absoluto que puede tener para la religión; sin embargo, si está ligado con la noción de Dios que tiene el propio filósofo, que pese a no ser una significación tradicional u ortodoxa, si contiene aspectos filosóficos y teológicos.
En Wittgenstein lo ‘místico’ viene a significar asombro, sorpresa. Otro de los usos del término en el Tractatus reza así: «No cómo sea el mundo es lo místico sino que sea» (TLP 6.44). Este enfoque se confirma en los Notebooks, donde afirma: «La maravilla artística es que haya un mundo. Que exista lo que existe» (Notebooks, p.86). Así, lo místico, lo asombroso, es que el mundo es, que hay un mundo, que hay lo que hay. La maravilla o el milagro de que haya un mundo y que sea es la experiencia mística.
Para Wittgenstein, lo que hace al mundo sorprendente y misterioso al mismo tiempo es la sospecha de que cuando todas las cuestiones científicas han sido contestadas, aún queda por responder una pregunta: ¿Por qué es todo esto? ¿Por qué es el mundo? Todas las teorías físicas, como el Big Bang o la teoría cuántica; las teorías biológicas, como la de la hélice del ADN o la supervivencia darwiniana del mejor adaptado; las teorías psicológicas, como las de Freud, Jung y Piaget pueden encaminanrse a explicar por qué el mundo es como es, pero no explican porqué es, pues no es una cuestión, para Wittgenstein, que pueda responder la ciencia, ya que no es una pregunta que pueda hacerse: «La solución del enigma de la vida en el espacio y en el tiempo reside fuera del espacio y del tiempo. (No son problemas de la ciencia natural los que hay que resolver). Cómo sea el mundo es de todo punto indifrente para lo más alto. Los hechos pertenecen todos sólo a la tarea, no a la solución. Respecto a una respuesta que no puede expresarse, tampoco cabe la pregunta. El enigma no existe. Si una pregunta puede siquiera formularse, también puede responderse. Sentimos que aún cuando todos las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han rozado en lo más mínimo. Por supuesto que entonces ya no queda pregunta alguna; y esto es precisamente la respuesta. La solución del problema de la vida se nota en la desaparición de ese problema (¿No es ésta la razón por la que las personas que tras largas dudas llegaron a ver claro el sentido de la vida, no pudieron decir, entonces, en qué consistía el sentido?) (TLP 6.4312; 6.432; 6.4321: 6.5; 6.52; 6.521).
Todas estas citas del Tractatus se refuerzan con als ideas de que «la solución al problema de la vida hay que verla en la desaparición de ese problema» (Notebooks, p.74) y, de modo especial, con el cuarto uso del término ‘místico’: «El impulso hacia lo místico proviene de la investigación de neustros deseos por la ciencia. Sentimos que aun cuando todas las posibles cuestiones científicas hubieran recibido respuesta, nuestro problema no se habría rozado en lo más mínimo. Por supuesto que en ese caso, ya no quedaría pregunta alguna; y esa es la respuesta» (Notebooks, p. 51).
Hola Opus, muchas felicidades por el escrito referente a lo místico en Ludwig Wittgenstein. Gracias a tus escritos voy adentrando en el pensamiento de este excelente filósofo del siglo XX.
Saludos Maica, me alegra que te resulte interesante el pensamiento de Wittgenstein, te invito a seguir. Gracias por comentar.
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