Para Sartre la categoría fundamental de la antropología humana es la libertad, que está estrictamente ligada al pensamiento ateo, pues sólo si Dios no existe el hombre puede ser verdaderamente libre. Sin lugar a dudas su construcción no es banal, pues considera que Si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el cual la existencia precede a su esencia, y el hombre, para Sartre, existe antes de que éste pueda ser conceptualizado. El hombre es pura existencia, o mera existencia mejor dicho, pues empieza por no ser nada ya que no hay naturaleza – no hay Dios que la haya creado –. Así, el hombre pasa de la nada al ser mediante su propio hacer a partir de sus proyectos – no se encuentra determinado por una esencia –.
No estamos determinados a nivel teleológico, tampoco biológica ni socialmente. Ninguna estructura determina las posibilidades infinitas del ser humano. El hombre es siempre lo que él quiere ser y los fines son totalmente elegidos por nuestra libertad, y una libertad absoluta, sin reduccionismos, pues no existe norma moral ni ley que obligue a la persona a comportarse según algún imperativo, sino que el hombre está ‘condenado a ser libre’. No obstante como el hombre es un ser inconcluso, un ser que se hace a sí mismo mediante su radical libertad, la inexistencia de Dios conduce a la angustia y a la desesperación. El hombre, siguiendo a Heidegger, es un ser en el mundo desatendido de cualquier realidad trascendente, la máxima individualidad. Sin embargo, aunque Dios no existe, el hombre, en Sartre, es un ser de finalidades y presenta el destino como una realidad que, aunque realizada según el arbitrio de cada uno, es una finalidad, un quehacer innato en el hombre, aunque no conduce necesariamente a la felicidad.
El hombre de Sartre no es un superhombre nietzscheano, tampoco es un hombre surgido del azar, Dios no existe, pero el hombre no se ha creado así mismo, por eso el hombre no puede dejar de ser libre y, consecuentemente, no podemos dejar de ser nosotros mismos, de hacernos mediante la libertad. El hombre es responsable de ser mediante la suma de sus actos. Sorprendentemente y al contrario de lo que cabría pensar en consonancia con este pensamiento existencialista el hombre no es ‘un pasión inútil’, producto del sinsentido o de la ausencia de fin último, pues si hay un fin que es el hacerse a sí mismo. Y el hombre no se hace a sí mismo, no decide ser o dejar de ser porque sí, sino por un objeto último que le da sentido – teleológico –. Ciertamente, el pensamiento de Sartre conduce forzosamente a introducir la realidad extrínseca de Dios, realidad que infunde la libertad y la finalidad de lo que tiene que ser al hombre. El hombre no opera porque sí, sino por un bien mayor que le empuja a la acción: Dios. De lo contrario la libertad humana sería falsa, pues la finalidad y la absoluta actualidad es lo que conduce al hombre a ser y a obrar.
Concuerdo en la reseña sobre la libertad en Sartre, pero no en las conclusiones que extraes finalmente. Me parece que das un paso ilícito: en efecto, Sartre debe asumir que hay un «agendum» de la vida humana (i.e. hacerse a sí mismo). Ahora, de la sola existencia de tal agendum no creo poder deducir rápidamente -quizás si con más calma y otras mediaciones- que ese agendum tenga que identificarse con Dios, como una realidad extrínseca.
Es más, Tomás de Aquino -probable inspirador de esta crítica; avísame si me equivoco- reconoce en I-II q1a8, q2a7 y otros lugares, que en un cierto sentido es perfectamente consistente afirmar que el fin del hombre esté en si mismo, en la medida que este debe ser una operación que éste realice. El punto es que para esta operación se requiere un obiectum optimum que sólo puede ser Dios (sólo un objeto infinito satisface -implet- una facultad infinita, como la voluntad). De este modo, podríamos -con el permiso de Tomás- hacer el intento una «teleología inmanente» de los actos humanos con prescindencia del objeto último, intentando cualificar los actos en relación a este acto último y más perfecto, que sería la operación en la que consiste el fin último. Esto es: sin considerar que sea la esencia divina aquello contemplado en el acto último, el fin último del ser humano es una operación suya, en torno a la cual debemos ordenar todo lo demás. Y Sartre -limpiándose las gafas- sólo podrá asentir.
Por lo demás, nunca me ha quedado muy claro que, si JP tiene razón, la gran mayoría de los hombres han «decidido» a lo largo de la historia, en todas las culturas y razas, «existir» de un cierto modo, casi como si hubiese una esencia que determine todos esos movimientos de la libertad. Bueno… son cosas que suceden, ¿no?
Saludos desde Santiago, CL
Cr
Saludos Cristian. Ciertamente mi argumentación puede que tenga un salto excesivo hacia la conclusión. Espero que ahora pueda dejarlo de un modo más inteligible y comprensible. En Sartre vemos la preocupación por asentar más la libertad de la existencia que la existencia de la libertad. También vemos como reduce la libertad a la libertad estrictamente psicológica – libre albedrío o libertad de – y suprime la libertad trascendental – o fundamental – y la libertad moral. Sartre niega la libertad trascendental, pero si el hombre es un ser abierto a la realidad y absolutamente libre es en cuanto abierto al ser, a la realidad que niega, pero el hombre es, indudablemente, un ser metafísico, pues constitutivamente el hombre se revela como siendo todas las cosas porque desde su ser es capaz de contemplar la infinitud del Ser.
Me ha gustado mucho el comentario de opus y la refutacion de cristian aun asi estoy aprendiendo gracias a vosotros por dar a conocer sus pensamientos, pero megustaria mucho aprender mas sobre este autor el cual es uno de los personajes principales de mi monografia el cual se me hace un poc dificil poderle interpretar gracias
att: luiguivega@hotmail.com
una ayuda de ustedes me caeria muy bien gracias
Saludos Luigui muchas gracias por comentar. Resto a tu entera disposición.
acabo de entender el concepto de Libertad de Sartre Gracias!!!!!!
Saludos Rekiem. Muchas gracias por comentar.