Berkeley – El argumento de la pasividad (I)

Publicado: 7 abril, 2009 en Berkeley, Filosofía

En los Comentarios filosóficos escribe que las ideas son “cosas impotentes”, en la Teoría de la visión afirma que no incluyen “ningún poder, causalidad o actividad”, en Siris las describe como cosas “pasivas, sin nada activo” y en los Principios sostiene que son “claramente inactivas, no hay ningún poder o actividad incluido en ellas”. Para convencerse de su inactividad es suficiente con fijarse en el ser de las ideas, pues al reducirse su ser a ser percibidas se concluye que en las ideas no hay más que lo que es percibido. Las ideas sólo existen en la mente, por tanto sólo tienen cuanto percibimos en ellas. Malebranche ya dijo que “todas las cosas que vemos inmediatamente son tal como las vemos” (La búsqueda de la verdad), y Hume que “como todas las acciones y sensaciones de la mente nos son conocidas por conciencia, tendrán que aparecer necesariamente y en todo respecto tal como son, y ser como aparecen” (Tratado sobre la naturaleza humana).

 

 

Como las ideas son pasivas su causa sólo puede ser una realidad extrínseca a ellas. Locke escribe que la causa de las ideas es la sustancia material, no obstante Berkeley considera que no puede ser, al menos, la idea de sustancia que posee Locke. Según éste, la sustancia material surge de la observación de que un determinado número de ideas simples van constantemente unidas de lo que se desprende el concepto de sustancia, ya que las ideas por sí mismas no pueden existir suponemos una realidad que las sustenta. Aunque el concepto de sustancia viene apuntado por la experiencia, ésta no nos revela la naturaleza de la sustancia material, por lo que de la sustancia lo único que podemos decir es que “no es nada más que el supuesto, nada más que el soporte desconocido de esas cualidades que vemos que existen, que imaginamos que no pueden subsistir sine re substante, sin algo que las soporte” (John Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano).

 

 

Berkeley condena el concepto de sustancia tal como lo entiende Locke por tres razones. En primer lugar por la falta de sentido del concepto materia, pues obviamente no puede entenderse el término “soporte de accidentes” como se entiende que los pilares sostienen un edificio. En segundo lugar, aunque la materia existe cómo podríamos averiguarlo. Por los sentidos no podemos pues no nos dan a conocer ninguna realidad que exista de manera independiente a nuestra mente – y la sustancia, recordemos a Descartes, es la cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir –. La razón tampoco puede ayudarnos en este asunto, pues requeriría una conexión necesaria entre las ideas de la mente y las cosas exteriores y esto no se da. Por tanto no sabemos como la materia – cuerpo – puede producir ideas en nuestra mente y, en consecuencia, es evidente que la producción de estas ideas no puede ser razón para admitir la materia, pues tanto con la sustancia corpórea como sin ella las ideas resultan inexplicables.

 

 

En tercer lugar Berkeley sostiene que la admisión de la sustancia material es el principal foco de errores de orden filosófico y religioso como el escepticismo y el ateismo. El error del primero es considerar una doble existencia de los objetos: una mental y otra extramental. El escepticismo considera que las cosas no pensantes tienen en sí mismas una existencia natural distinta de la de ser percibidas por el espíritu por lo que es imposible tener conocimiento cierto de algo, pues cómo puede saberse que la cosa percibida es tal y como es cuando no es percibida. El error del escepticismo es distinguir la idea y la cosa, la mente de la realidad. Para salvarnos del escepticismo el único modo existente es no hacer distinción alguna entre las ideas y las cosas aceptando que las cosas son ideas. Por otro lado, Berkeley considera que la sustancia material es contraria a Dios, pues si ésta existe al margen de la mente hay que reconocerle atributos propios de Dios tales como la infinitud, la inmutabilidad, la eternidad… y en consecuencia habría que admitir que o bien Dios es extenso o bien que al margen de Dios hay otro ser igual que Él, pero considerar que Dios es extenso es un craso error pues la extensión es inerte.

comentarios
  1. rosamaria dice:

    Me han maravillado este escrito sobre Berkeley… muchas gracias, me han servido para escrivir un comentario para una asignatura de pensamiento. Besos.

  2. opusprima dice:

    Saludos Rosamaria, me alegro de ello. Gracias por comentar.

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