Sobre la felicidad última o felicidad verdadera

Publicado: 19 diciembre, 2008 en Amistad, Ética y Moral, Modos de vida, Pensamiento, Religión

De la experiencia de la aspiración personal a la felicidad descubrimos características determinadas de la auténtica dicha o beatitud y del camino que conduce a su consecución: el deseo de la persona humana de felicidad eterna, la obtención de la felicidad mediante la correcta actuación moral y la dependencia de la felicidad a las relaciones que establecemos con los demás y con Dios. Nadie puede dudar, a estas alturas, que la felicidad es el fin último del ser humano; quien diga que la vida feliz sólo es un medio para alcanzar otra forma de vivir o es un idiota o miente. Muchas veces, por no decir todas, se vincula el deber – el imperativo categórico kantiano – a la consecución de la felicidad. Ciertamente el deber no tendría ninguna trascendencia si la persona no viera tras la realización del deber la manifestación de la felicidad. El vínculo entre el deber y la felicidad no excluye la libertad del sujeto. La felicidad es un fin necesario del hombre, pero no es un fin necesitante. Todas las actuaciones humanas se encaminan a la consecución de la felicidad, pero no todos los actos nos hacen felices – cuántas veces hemos tomado elecciones  y decisiones erróneas –.

El deseo más profundo del hombre es ser feliz en todo momento y en todo lugar, “es una tendencia a conseguir la posesión del bien para siempre” (Platón). ¿Pero es posible que este deseo humano encuentre la infinita satisfacción que busca? Quizá sólo lo podamos hallar en la unión entre el ser humano y el ser personal de la divinidad. Bien decía el Estagirita que “si hay alguna otra cosa que sea un don de la divinidad a los hombres, es razonable que la felicidad también lo sea, aún más si consideramos que se trata del mayor de los bienes humanos” (Aristóteles, Ética Nicomáquea). Ciertamente, sólo la felicidad infinita responde al deseo humano de felicidad. No obstante, si es cierto también, que el hombre desesperado – ese que apuntan Schopenhauer o Kierkegaard – que orbita cual autómata por la vida y que ha abandonado toda reflexión acerca del sentido último de su existencia sólo concibe la felicidad limitada pues, en su vacía interioridad, ha silenciado todas sus profundas aspiraciones.

Existe una ley natural que inscribe el deber-ser en la consecución de la felicidad última. Bien decía Cicerón que la felicidad reside en hacer el bien del otro (De officiis). Y es que la felicidad del hombre depende de las relaciones interpersonales y, en última instancia, con Dios. La amistad, decía Aristóteles, es de vital importancia para la vida misma del hombre y su dicha. Y es que ningún hombre – que no esté enajenado – preferirá la riqueza, el placer o cualquier otro bien finito en detrimento de la amistad con otro homónimo. Así, como bien dice Gabriel Chalmeta, profesor de ética y filosofía social de la Universidad de la Santa Cruz (Roma), “los bienes de la religiosidad y de la amistad son los elementos constitutivos más fundamentales de la verdadera felicidad”.  

comentarios
  1. Sonrisas dice:

    Raro decirlo, pero salvo por el ultimo parrafo, concuerdo completamente contigo.

  2. Angie dice:

    Entonces, si Jesucristo está verdaderamente en la Sagrada Hostia, ¿podría un ermitaño ser feliz en la tierra, sin ningún tipo de comunicación con el resto de la sociedad?
    Si el fin del hombre es el felicidad verdadera, y esa felicidad verdadera es Dios porque es el único que puede llenarnos infinitamente y Dios está presente en la tierra … ¿para qué necesita el hombre al hombre, si tiene al Hombre?

  3. Sonrisas dice:

    Claro que podria: La felicidad reside en el bien. Llamalo Dios, llamalo Buda, llamalo Ala, llamalo Hediberto Wenceslao Mendez de la Sota.

    Para llegar a Dios -la felicidad-, el hombre no tiene mas que ser bueno. Los cristianos siguen el camino de cristo, y llaman a la felicidad absoluta Dios. Bien! Es un metodo perfectamente valido.
    Los que de verdad lo sigan, y tengan la habilidad de darse cuenta, veran que no es solo la supuesta «felicidad eterna» despues de la muerte, si no que son capaces de encontrar verdadera felicidad -el paraiso- en vida, tras todas esas acciones que salen de la bondad en cada ser humano -Dios, si lo preferis asi-.

    No se si hay vida despues de la muerte. No soy capaz de entender el concepto «felicidad eterna», y dudo que nadie sea capaz de hacerlo en la tierra. Todo eso requiere Fe -confianza-, y yo puedo decir sin sentirme avergonzado que no la tengo; baso mi forma de encontrar la felicidad verdadera en actuar segun la moral, en intentar hacer felices a los demas y en simplemente, querer ser feliz. Y me funciona.

    Un saludo
    Sonrisas

  4. opusprima dice:

    Apreciado Sonrisas, ciertamente un hombre o una mujer puede alcanzar la felicidad – entendida como aquella beatitud que se alcanza tras dar sentido a la existencia – en cuanto se alcanza un fin último que permite guiar la vida de la persona a lo largo de su propia historia vital. Esta felicidad puede alcanzarse fuera de una religión determinada, aunque eso implica un mayor esfuerzo por parte de la inteligencia y de la voluntad. De todos modos fuera de Dios – ya sea el Dios cristiano o cualquier concepción metafísica de la divinidad – el hombre no encuentra respuesta a sus principales preguntas si no interpela a una realidad trascendente.

    Tienes razón cuando dices que no podemos entender el concepto «felicidad eterna». De todos modos si tenemos una idea de qué es la eternidad – como también tenemos una idea de qué es una figura geométrica de 1.000 caras aunque no la pueda concebir nuestro entendimiento -. El hombre al ser un sujeto no sólo físico, sino también espiritual se sitúa en una coordenada que se halla entre lo finito y lo infinito.

    Gracias por comentar. Un saludo.

  5. Sonrisas dice:

    Nunca pense que para vivir en felicidad fuese necesario responderse aquellas preguntas metafisicas, que por definicion no pueden tener una respuesta objetiva. La fe es creer en una de las respuestas, a pesar de no tener pruebas a favor ni en contra (Y si, me he leido a Santo Tomas de Aquino, pero si la Fe tuviese prueba, no seria Fe, y no tendria merito).

    Acerca de la felicidad infinita, el concepto «infinito» es entendible, pero no aplicable, desde mi punto de vista, a la felicidad debido a la relatividad que esta conlleva, me explico:

    Siempre he visto la felicidad y la tristeza, como muchas otras cosas, como la luz y la sombra: Son relativas la una a la otra. Si no existiese luz, no existiria sombra, y vice versa. Apreciamos la luz por la sombra y la sombra por la luz. Por esa misma linea, sin haber mal, no habria bien, pues no tiene con que compararse: si todo el mundo actuase BIEN, nadie lo haria, pues seria actuar NORMAL.

    Una felicidad eterna, sin tener una sombra de tristeza, seria como una luz eterna: No la apreciariamos, porque no existen las sombras. Puede que me haya ido un poco por las ramas al describirlo, pero es que no es nada facil, espero que se me haya entendido.

    Un saludo
    Sonrisas

  6. Lic. Alfonso Germán Arreola dice:

    Amor y felicidad son lo mismo.
    El Amor por la esposa, los hijos y los amigos, nos llena de alegría y bienestar.
    Damos sin esperar nada a cambio y muchas veces nos devuelven ese Amor y la convivencia es maravillosa.
    Darnos cuenta de esa facultad que tenemos de Pensar y Sentir, es el principio de esa Energía que podemos encausar para cambiar las cosas que nos rodean y muchos de nuestros malos hábitos por actividades que producen beneficios recíprocos y tranquilidad y armonía en nosotros.
    Estoy feliz; pero me es difícil expresarlo con palabras (Es como la música que se siente; pero convertirla en «notas» o meras palabras, muchas veces es imposible)

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