La experiencia religiosa

Publicado: 7 febrero, 2008 en Religión

 

Desde tiempos antediluvianos se aprecia en la vida del hombre manifestaciones de carácter religioso que tienen que ver con la preocupación por el sentido de la vida y la supervivencia después de la muerte. El hecho religioso es un fenómeno universal presente en todos los momentos históricos aunque con distinta variedad. La experiencia religiosa, no obstante, es igual para todos: es el conocimiento inmediato de la realidad trascendente obtenido a través de una relación vivida con ella. Propiamente no existe una experiencia religiosa pura, pero es innegable el carácter experiencial del fenómeno religioso.

La experiencia con la divinidad es diferente en los dos grandes grupos de religiones. En las religiones místicas (hinduismo, budismo y taoísmo) la experiencia es vivida de modo impersonal e intemporal con lo divino, que se representa como una unidad indiferenciada con los símbolos del abismo, el silencio y el vacío. En cambio en las religiones proféticas (judaísmo, cristianismo, islamismo y mazdeísmo) la experiencia es con un dios personalizado que interviene en el devenir humano.

Toda experiencia religiosa es la relación bilateral entre la persona creyente y la realidad creída, por lo que es imposible analizar la experiencia si sólo se tiene en cuanta al sujeto creyente. Por tanto, en la experiencia de lo trascendente hay una dimensión objetiva, que es la creencia en Dios, y una subjetiva, que es vivida por la persona creyente. La experiencia religiosa tiene lugar en el centro mismo de la persona por lo que atañe en todos los niveles de su condición. Lo trascendente es una realidad que sólo es cognoscible para el hombre cuando se revela y cuando lo hace se reconoce de modo inconfundible.

En la experiencia religiosa la persona es consciente de que no puede poseer el objeto creído. En primer lugar porque si objetivase lo divino lo subordinaría destruyendo su carácter absoluto, y en segundo lugar tampoco puede poseerlo mediante el amor, porque un Dios a la medida de la capacidad humana resultaría un Dios demasiado humano. Ante esto, el hombre descubre que el eje de rotación de la experiencia religiosa es la divinidad, por lo que si quiere entrar en contacto con Dios tiene que trascenderse, es decir, salir de sí mismo. Por otro lado, en la experiencia religiosa el hombre se siente tocado en lo más profundo de su ser, sin embargo no tiene necesariamente que ir acompañada de sentimientos intensos (experiencia mística). La vida ordinaria del creyente no va acompañada de ellos y no por eso deja e ser una verdadera experiencia religiosa. Si el sentimiento de la experiencia religiosa fuese radicalmente distinto al sentimiento cotidiano del hombre se crearía una fractura en la psique humana.   

comentarios
  1. Lukas Romero dice:

    Me encanta la última frase. Por eso a Dios se le vive en la cotidianeidad…

    No me acuerdo quién me decía que si cada vez que orásemos a Dios éste se nos apareciera, acabaríamos locos de atar, y trataríamos de alejarnos de la vida cotidiana para «ver»a Dios más y más cada vez. Y aparte de que Dios nos pide que vivamos en medio de la sociedad, ese tipo de búsqueda sería egoísta. Supongo que vas en esa línea.

  2. spektro dice:

    Incluso en medio del ruido mundano, el hesicasta ora.

    Ora en todo momento.

    No es una búsqueda egoísta. Lo aclaro, Occidente cree que con buenas acciones se llega ser santo.

    Para el Oriente cristiano, es al revés. Primero hay que ser santo, y sólo después de serlo, de ese individuo se verán las buenas acciones.

    No hay que hacer acciones para ser bueno, sino que de de los «buenos» se desprenden, naturalmente, las buenas acciones.

    Occidente ha olvidado que para desarrollar tales conductas buenas, no se puede hacer por uno mismo, sino que hay que adquirir primero la «gracia» del Señor (elemento místico, kharisma no terrenal ofrecido a los que desearían ser buenos y hacer buenas acciones. Sin la kharis, elemento místico condición sine qua non para ser bueno y obrar como tal, la tarea resulta imposible.

    Hay que estar «en el Espíritu» para obrar después bien.

    Primero la gracia, ergo después, las acciones. Sin esa levadura (que vosotros llamariais sobrenatural) el resultado no es el mismo.

    Que la Todasanta Madre de Dios os proteja.

  3. opusdiaboli dice:

    Apreciado Spektro, se santo pues. Cuidate.

  4. spektro dice:

    Uy qué va, yo hablo por otros que si son santos. Yo soy el mayor de los pecadores, ojalá les llegase a la suela de los talones a un montón de gente que sí que sabe hacer bien las cosas.

    Me lo impongo como ideal (lejano por el momento) cuando otros brillan en la oscuridad.

    Mi estado es desastroso: mundanidad, excesos, falta de perseverancia…

    Pero no por ello voy a dejar de decir que hay otras personas, que sí que lo hacen bien.

    Que la Gracia sea con vosotros.

  5. Lukas Romero dice:

    Y con tu espíritu, Spektro.

    Pero no sé quién te ha dicho que el Occidente cristiano antepone las acciones a la contemplación de Dios y a la oración. Es mentira. Las oraciones son prueba de santidad, aunque sí que es verdad que a la vez ayudan a aumentarla, son un resultado que ayuda a un resultado mayor.

    Sin gracia, no habría obras. Pero sin obras, no sería gracia auténtica, porque la gracia auténtica se traduce en poder realizar las obras. Así es como entiendo yo la relación gracia-obras, y muchos amigos cristianos más sabios que yo están de acuerdo.

  6. Lukas Romero dice:

    Y la Iglesia también la entiende así, debo añadir.

    DTB, Spektro.
    DTB, Opusprima.

  7. spektro dice:

    Lukas:

    ¿Opinas eso? Entonces suscribo plenamente: «gracia y obras», que gracia sin obras es un concepto protestante, ajeno tanto a tí como a mí.

    Más bien discutía el orden:

    ¿»gracia y obras», o «obras y gracia?»

    Gracia y obras, diría Oriente.

  8. Álvaro dice:

    ¡Un saludo para tod@s ustedes navegantes! En primer lugar felicicidades por participar y pensar. Cada vez que estro en Opus Prima, intento aprender o contrastar todo lo que se dice, en definitiva; «darle vueltas a la cabeza a todos los temas tratados». Es lo que intentamos todos y el primero ese tal Joan (Opus Prima). Cuanto más sabemos más nos damos cuenta de que no sabemos realmente nada y es por ello que queremos ir a más. ¡Felicidades Joan! Ánimo para Spektro, Lucas, Alex, Vicente, Jordi y tantos otros visitantes…

    PD para Opus Prima: ¿Nos puedes escribir, algún día, sobre la influencia del cristianismo en Dostoievski y en sus personajes? Creo que puede ser un tema interesante de conversación.

    Gracias.

  9. Lukas Romero dice:

    Spektro:

    Gracia y obras es el orden también para la tradición latina.

    DTB

  10. spektro dice:

    Que la paz del Reino sea con vosotros, Lukas, Álvaro y Opusprima.

    Estoy totalmente de acuerdo contigo, Álvaro, no se puede entender a Dostoievsky fuera del contexto del cristianismo ortodoxo particular del autor. Aunque el escritor ruso aborde temas humanos de hoy y siempre, lo cierto es que siempre lo hace desde un enfoque profundamente ortodoxo.

    De hecho, Dostoievsky acercó a occidente el pensamiento del ciudadano ortodoxo eslavo y gracias a él ahora conocemos un poquito más qué es eso de ser «cristiano ruso».

  11. spektro dice:

    De paso, conocer cómo es un cristiano ruso normal y corriente (como Fedor Dostoievski) también arroja luz sobre cómo era la espiritualidad de los habitantes de la península iberica, y del resto de Europa Occidental, durante el primer milenio de la era cristiana.

    Dostoievski comparte la misma «religión» por la que sufrió martirio la santa ortodoxa occidental, Santa Eulalia. Asimismo los escritos de San Isidoro de Sevilla, otro santo ortodoxo de aquí, no trnasmiten otro tipo de espiritualidad distinta de la que nos fue revelando Dostoievski página a página.

    Todos ellos sirven para conocer la Europa del primer milenio, es decir, nuestras raíces, lo cual no es baladí.

  12. […] Posted: 20 Agosto 2010 by Joan Figuerola in Ciencia, Gnoseología, Pensamiento, Religión 0 La experiencia religiosa en sí procede de la apertura del hombre a lo trascendente y una de sus principales […]

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